Por MARTA DE LA VEGA VISBAL
Desde su formación inicial, como licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela en 1984, la literatura se convierte en la plataforma de construcción reflexiva que parte de pensadores contemporáneos como Walter Benjamin, Merleau-Ponty, Giorgio Agamben y Emmanuel Levinas, y en menor grado de otros filósofos franceses como el último Michel Foucault o Jacques Derrida. Todos, con el denominador común de ser críticos de la totalidad, del logocentrismo, del tiempo como continuidad, del rechazo de la alteridad; todos, convencidos de la semántica y el análisis semiológico en lugar de la lógica como organon de la filosofía. Todos, al cuestionar esta como ontología metafísica o base estable de todo saber, al adoptar la intuición y la corporalidad como hilos conductores en la búsqueda de sentido, son figuras destacadas del posestructuralismo y de la llamada filosofía postmoderna. En todos hay a la vez un cuestionamiento político del statu quo y una preocupación por lo social: están presentes la noción de responsabilidad hacia el otro y el rescate de la “convivialidad”.
Sandra Pinardi es heredera de los filósofos mencionados. El lenguaje como facultad central en la definición y comprensión de lo humano y el ámbito literario en el que se despliega, la interpretación de la historia como “plural, diseminada, discontinua e infinitamente multiplicada y multiplicable”, en sus propias palabras a propósito de la exposición “Antes que, mientras que, más tarde”, de Iván Candeo en julio de 2021, son el motor para elaborar un discurso filosófico del que nos ha dejado textos significativos, que desembocan siempre en el arte, que vinculan el arte entendido como producto cultural, es decir, como propiamente humano y articulador de sentidos, al significado más íntimo de la existencia,expresión por antonomasia del estar en el mundo y con los otros, a la vez en la “tiniebla del presente” (Agamben) y en la luminosa “prefiguración del porvenir” (Benjamin).
Fue parte del equipo de investigación y documentación de la Cinemateca Nacional en Caracas y uno de sus primeros trabajos, publicado en julio de 1994, La imagen tácita: una lectura de la imagen cinematográfica, plantea en germen muchas de sus preocupaciones temáticas posteriores. Sandra Pinardi recibió en el año 2000 el diploma de doctorado en Filosofía de la Universidad Simón Bolívar e ingresó luego como profesora a tiempo integral del departamento de Filosofía. Este fue, desde la fundación de la universidad en el valle de Sartenejas, el más pequeño de los departamentos del área de Ciencias Sociales y Humanidades en número de colegas, y por muchos años, solo masculino. Sandra fue la primera mujer en formar parte de él. Fue coordinadora del Postgrado en Filosofía de la USB y directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades entre 2017 y 2021. Fue profesora en filosofía contemporánea de la Universidad Católica Andrés Bello, a tiempo convencional. En 2021 fue nombrada directora del programa estructurado por la colega Corina Yoris del Doctorado de Filosofía en esta última universidad.
Una trabajadora intelectual incansable, fue también una luchadora persistente contra graves quebrantos de salud que enfrentó con entereza; primero, un cáncer al cual sobrevivió, y luego, un enfisema pulmonar al que finalmente sucumbió. Era una fumadora empedernida. El testimonio de un muy querido amigo, también mi antiguo alumno, el colega Daniel Varnagy, es revelador. Al saber la noticia, el 26 de abril de 2022, escribió en Facebook: “La belleza de Sandra Pinardi era múltiple. Sus ojos azulísimos y su tez, su hermoso cabello. Su cigarrillo omnipresente, aunque con amago de intento de ser ocultado…”. La muerte temprana de Sandra dejó ciertamente proyectos inconclusos, en especial en el campo de la creación artística de Venezuela, como una biografía fallida de Luisa Richter que esta gran pintora, hasta su muerte, esperó, sin lograrlo, ver a la luz. Pero deja aportes importantes, no solo en publicaciones que han enriquecido la comprensión e interpretación de la realidad desde la óptica de la producción artística, sino en el plano gerencial académico, como su contribución a la fundación del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, del cual fue directora.
Fue asesora y curadora en la Galería Carmen Araujo Arte, en Caracas, donde ha dejado textos y presentaciones para los Catálogos de los artistas invitados. El 21 de julio de 2021 hubo en esta sala de exposiciones un encuentro virtual entre Sandra Pinardi y Tomás Straka, con Iván Candeo como anfitrión, con el tema Formas visibles, del tiempo, de la historia, que pone de relieve la relación entre la verosimilitud y la memoria a través de las imágenes visuales como fuentes en la construcción de la historia, no forzosamente de la verdad.
La incesante búsqueda que iluminó el periplo existencial de Sandra Pinardi, entre oscuridades y ausencias, desconciertos y logros, se resume en lo dicho por ella en la inauguración de la nueva sede del Instituto de Altos Estudios de América Latina de la Universidad Simón Bolívar el 3 de abril de 2017: “La pregunta por el sentido, por la significación, por la historia y por el poder, son un aporte específico de dilucidación, de discernimiento, que donan al saber las humanidades y las ciencias sociales”. Esa fue su principal tarea.
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