“En sus esculturas, el artista ha mostrado su entera vena creadora, madurada a fuego lento a través de un singular tránsito por diferentes espacios” / Foto Facebook

Por ANTONIO GARCÍA PONCE

Lo primero que llama la atención es la explosión del color. Así como en La consagración de la primavera Igor Stravinski nos llena de sonidos, y Miguel Ángel Asturias nos ahoga en el torrente de palabras de su relato Los brujos de la tormenta tropical, Jorge Blanco nos impacta con los colores vivísimos de sus esculturas, tanto que el acero o el aluminio de que están hechas se convierte en mero soporte de unos volúmenes insólitos que son, a fin de cuentas, un despliegue cromático de recia envergadura. El verde, el rojo, el azul, el amarillo, el negro y, hasta el blanco, todos en su estado más puro, son banderas de una fina intuición plástica.

Pero, hay algo más. En sus esculturas, el artista ha mostrado su entera vena creadora, madurada a fuego lento a través de un singular tránsito por diferentes espacios, y que le ha conferido una personalidad proteica, iluminada por luces de un variado espectro.

Fue muy popular su tira cómica El Náufrago. Son ya célebres sus diseños ambientales e ilustrativos del Museo de los Niños, en Caracas.

Fue director artístico del quincenario mensual El Cohete, dirigido por Miyó Vestrini y editado por María Di Mase. Diagramó el libro El niño que llegó hasta el sol, de Alejandro Otero y Orlando Araujo. Y en la revista Década 80 que yo dirigía ilustró un poema de Vicente Gerbasi dedicado a El Ávila; el poema “Dilcia María, de Diana Rengifo; dos cuentos, “El ciego” y “El baúl”, de Agustina Ramos; el poema “La casa del juicio, de Alí Lameda, y un trozo del narrador colombiano Eutiquio Leal, titulado “El seguimiento.

Vale la pena referirse a un reportaje que la revista Florida International Magazine, de abril de 2005, dedicara, bajo el título La gente para recordar en 2005, en el cual inserta una lista de los 100 actores, empresarios, artistas, innovadores, creadores y gente bella que viven en el estado de Florida de los Estados Unidos. Allí, codeándose con Jeb Bush, gobernador de la Florida; Gloria Estefan, la gran cantante de origen cubano; el magnate Donald Trump; la diseñadora, también venezolana, Irene Zingg; la diva de HBO Cheryl Hines; además de Fabio Mechetti, director de la Orquesta Sinfónica de Jacksonville; Suzanne Delehanty, directora del Museo de Arte de Miami; Hallet Natasha, artista del Cirque Du Soleil de Orlando; María Butler, directora del Museo de Arte de Pensacola, aparece Jorge Blanco.

¿Por qué lo incluyen? La revista explica la inclusión de Jorge Blanco en la lista cumbre de los 100 de Florida de esta manera:

“Artista, humorista y dibujante de tiras cómicas, ha realizado numerosas obras de arte en Tokio y Venezuela, pero su escultura Los corredores (The Runners) en Sarasota, que son tres figuras minimalistas que se levantan desde 1991 en la “isla” de la avenida Tamiami, ha atraído el interés de todos y se ha convertido en la calcomanía que exhiben los vehículos en sus parachoques. En 1999, este caraqueño representó a Venezuela en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Florencia”

Jorge Blanco está residenciado en Sarasota y empezó a mostrar sus obras en esa ciudad, en Miami. en Berkeley, en Connecticut, en Coral Gable, en Coconut Grove, en Port of San Diego, en Chicago, en Chula Vista, en Tokio… y presentó las siguientes exposiciones individuales: Longboat Key Center for The Arts (Florida), Catherine Butler Gallery (Sarasota), A View from the Ocean (Miami Beach). Y las colectivas en “New Works”, a New Leaf Gallery (Sculpture Site, Berkeley, California), Art Plus Gallery (Miami), Fenn Gallery (Woodbury, Connecticut), Art Plus Gallery (Coral Gables), Arteamericas (Coconut Grove), Urban Trees (Port of San Diego, California), Sarasota Season of Sculptures (Sarasota) y Pier Walk (Chicago). Además, sus primeras esculturas en sitios públicos estuvieron situadas en Chula Vista (California), Venice (Florida), Mt Vernon (Illinois), Tokio, Sarasota y Caracas.


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