Por ALFONSO MOLINA
Cuando leí Hugo Chávez, caudillo. Cómo el populismo destruyó la democracia venezolana del ensayista y analista político Trino Márquez, entendí que me encontraba ante un ensayo no solo para los venezolanos, sino para los lectores en el mundo. Especialmente para quienes no conocen el detalle de la política y la historia contemporánea de Venezuela.
Sin lugar a dudas, el siglo XXI nació en Venezuela bajo la égida de un militar con vocación de caudillo que ha marcado no solo dos décadas en la historia venezolana, sino que influyó de manera importante y creó una referencia muy particular en la política latinoamericana —Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Ecuador, Nicaragua— y en distintos países de la Cuenca del Caribe. Sorprende ahora descubrir que nadie lo vio venir. Pero vino… con toda su potencia destructora.
Al ahondar en la lectura del texto de Trino Márquez me percaté de su importancia para la comprensión de ese proceso político que ha generado tantas expectativas, dudas y errores en sus percepciones internacionales. Pero de forma particular cuando a Chávez se le endiosa como líder de la izquierda mundial. Lo que confirma una vez más que las mitologías políticas siempre son inciertas… y sus resultados devastadores.
Pero es la contundencia de los hechos históricos diseccionados por Trino Márquez, su estricta documentación, el conocimiento directo de la política venezolana y el acceso a fuentes fundamentales las que nos permiten enfrentarnos a una novedosa y desmitificada lectura del accidentado y sombrío legado político e ideológico de Hugo Chávez Frías.
Los referentes de esa devastación social, política y cultural podrían ser múltiples en las últimas décadas del siglo XX venezolano. Pero la madrugada del martes 4 de febrero de 1992, cuando un grupo de militares de mediano rango intentó derrocar el gobierno legítimo de Carlos Andrés Pérez, proporciona el punto de inflexión sobre la democracia venezolana que el examen incisivo y sistemático de Trino Márquez permite dilucidar con extraordinaria claridad conceptual e histórica sobre la transformación trágica del proyecto político del chavismo a través de más de dos décadas, en una ideología autoritaria y en un modelo económico de pauperización y empobrecimiento brutal y vertiginoso en Venezuela.
En ese día aciago para el sistema democrático, pocos en Venezuela tenían referencia del nombre de Hugo Rafael Chávez Frías, quien en cuestión de horas iba a convertirse —por un desliz aún incomprensible— en una figura pública y noticiosa cuando por televisión hizo un llamado a sus compañeros de golpe de Estado a deponer las armas, pues en Caracas “no se habían cumplido los objetivos… por ahora”.
Lo cierto es que nadie en el mundo llegó a sospechar la dimensión histórica que el teniente coronel del Ejército venezolano Hugo Chávez Frías llegaría a adquirir con los años, en particular a partir del 6 de diciembre de 1998, cuando ganó las elecciones presidenciales amparado por el desgaste de un modelo político que había tenido vigencia desde 40 años atrás.
A partir de allí, Chávez usó a plenitud una demoledora y efectiva retórica izquierdista —la que más le convenía— para deslindar sus espacios, pero en realidad lo que le interesó fue perpetuarse en el poder como lo hicieron dictadores hasta sus respectivas muertes, como Juan Vicente Gómez en Venezuela en 1935 o Josef Stalin en la URSS en 1953 o Francisco Franco en España en 1975 o Fidel Castro en Cuba en 2016 o Robert Mugabe en Zimbabue hasta su caída política en 2017.
En ese sentido, la virtud principal de Hugo Chávez, caudillo. Cómo el populismo destruyó la democracia venezolana reside en una argumentación muy bien articulada sobre las causas que impulsaron su presencia histórica, los mecanismos políticos, sociales y culturales que desplegó para ejercer su hegemonía y los alcances de sus acciones y directrices. En consecuencia, el ensayo de Trino Márquez Cegarra acierta en comprender y analizar esta trayectoria, hasta su muerte en 2013. Chávez es el padre de esta “tragedia griega” caribeña que aún no termina, en las manos ensangrentadas de Nicolás Maduro, su alumno.
El texto de Márquez —sociólogo, profesor titular de pregrado y posgrado de la ilustre Universidad Central de Venezuela y analista político por décadas— posee obviamente otras virtudes. Y una de ellas es la de no situar las premisas fundamentales de su libro en el debate político convencional y agotado del conflicto entre izquierda o derecha, sino la de centrar sus análisis en el dramático tránsito de la democracia al autoritarismo bajo el proyecto político bolivariano en Venezuela.
Igualmente, una ambición muy legítima del presente ensayo se orienta en trascender fronteras y establecer criterios universales. Hugo Chávez no fue solo un fenómeno de Venezuela, sino de nuestra época. Explicar lo que ha pasado en Venezuela es también comprender lo que está pasando en otros lugares y evitar lo que puede suceder en otros países.
*Alfonso Molina es periodista venezolano, crítico de cine y director del medio digital cultural Ideas de babel. En la actualidad es miembro de la Asociación Ávila Monserrate y forma parte del equipo editor de la publicación online colombo-venezolana que lleva el mismo nombre.