Papel Literario

Homenaje a Maritza Montero (1939). Pensar y hacer con inteligencia, humor y una sonrisa

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Por LUPICINIO ÍÑIGUEZ-RUEDA

Corría el año 1991 cuando mi profesor y amigo Tomás Ibáñez fue invitado por Maritza Montero a un evento conmemorativo de la creación de la Escuela de Psicología de la UCV. Después de ese evento, los dos estábamos comprometidos con la participación en el Congreso Interamericano de Psicología en San José de Costa Rica. Con la impertinencia propia de la juventud y toda la admiración que entonces ya le profesaba, me dirigí a ella por carta autoinvitándome al evento de la Escuela. Tenía 32 años, una incipiente carrera académica, y mucha osadía. La respuesta fue inmediata, “ven, sí”. Y allí fui. En el aeropuerto me esperaba una persona, el chofer de la Escuela, quien me llevó primero al hotel, pagado sin duda del bolsillo de la profesora, y después a la UCV donde me invitó a un “marroncito”. Me dejó en manos de Maritza quien, tras una más que cordial bienvenida, me asignó una ataché, que se ocuparía de mí durante los días de estancia en Caracas. Yo, un don nadie en la psicología social, recibido con honores en el aeropuerto, con derecho al apoyo y ayuda continuada de una persona que me acompañaría, orientaría y ayudaría. Me dio pase VIP para todos los eventos conmemorativos, públicos y privados, y hasta la invitación para la reunión informal de personalidades de la psicología latinoamericana. Y aún tuvo tiempo de guiarme por esa extraordinaria obra que es el campus de la UCV.

En 1999 la recibimos en el Departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona, en una más de sus múltiples visitas. Mi colega y amiga Ana Garay, tristemente fallecida, y quien había visitado hacía poco Caracas por motivos familiares con un recibimiento y acogida espectacular por su parte, le propuso un recorrido en moto por Barcelona. Y ahí estaba ella, con pañuelo en el cuello y casco en la cabeza dispuesta a dejarse llevar por los más secretos y ocultos lugares de Barcelona a los que viajeros y turistas nunca conseguirían llegar. De ese día guardo un imborrable recuerdo que está inscrito en un relato visual que Maritza nos regaló: “Vuelta a Barcelona en un día”.

En 2005, me convidó a impartir un curso de Análisis del Discurso en la UCV. Formó un auditorio de estudiantes de psicología, sociología y comunicación que lo convirtió en uno de los eventos docentes más interesantes que nunca realicé. Para culminar la estancia en Venezuela, me regaló tres días en Los Roques, paradisíaco lugar venezolano que te sumerge en la naturaleza para revitalizarte como persona.

En el año 2006, siendo presidenta de la International Society of Political Psychology, me encargó organizar en Barcelona su congreso anual. Sólo me puso una condición: el evento tendría que realizarse en un edificio modernista. Eso no fue difícil pues mi universidad cuenta con uno en el centro de la ciudad, la Casa de Convalescència. Lo difícil fue lidiar con los centenares de gringos, encantados de haberse conocido, que reclamaban toda clase de caprichos y condiciones con ese demasiado frecuente estilo colonial que tanto les caracteriza. Pero Maritza Montero lo hizo posible. Hizo posible, con sus excepcionales dotes para la diplomacia, la satisfacción de todo el mundo y, lo que es más importante, consiguió culminar un evento caracterizado por un franco diálogo entre visiones del norte y del sur en todos los temas que conciernen con el comportamiento político. No en vano, el lema del congreso fue Psicología política de la liberación. Psicología política de la opresión.

Una vasta contribución

No es fácil encontrar personas con semejante generosidad, saber hacer, atención y cuidados. Personas que te hagan sentirte privilegiado y especial. Personas capaces de crear ese ambiente ideal para la amistad, el aprendizaje, el conocimiento y el disfrute de la cultura. Personas que regalan su erudición sin límites y su empatía y cariño, sin hacer que te sientas inferior o poca cosa. Personas que gestan vínculos, generan grupos y hacen de la experiencia de compartir la génesis del conocimiento y de la sabiduría.

Pero es aún más difícil que una persona de esas características sea una trabajadora incansable capaz de cambiar el rumbo de toda una disciplina científica. Y es que no sólo la psicología social latinoamericana, sino la psicología social en todo el mundo, no es igual antes y después de su trabajo.

A la psicología social latinoamericana le hubiera bastado con seguir el canon marcado desde los Estados Unidos o desde Europa para crear una comunidad académica exitosa, reconocible, en paridad con el resto de psicologías sociales del mundo. Pero eso nunca sería satisfactorio para una científica como Maritza. Ella lidera la conformación, establecimiento y desarrollo de una psicología social que, en consonancia con el pensamiento crítico latinoamericano, es particular para esta región del mundo. La comprensión crítica de la naturaleza humana, de la estructura y organización social, su imbricación con el pensamiento de sus culturas, y la necesidad imperiosa de una praxis transformadora que nos lleve a una sociedad más equitativa donde toda forma de exclusión y discriminación social sean eliminadas, le han llevado a crear una orientación en la psicología social, y en la psicología en general, reconocible por su singularidad, legitimada por su ethos libertador, disruptiva con el canon dominante y guía para generaciones de investigadores e investigadoras latinoamericanas y de todo el mundo. Vivir es pensar críticamente y contribuir a un mundo mejor. Y ésa es su vida. En sus palabras: “Hacer crítica significa asumir que todavía se pueden pensar otros futuros”.

Me honro con la amistad de esta maestra excepcional y mejor persona, y aquí y ahora, en Barcelona, siento una tremenda nostalgia de sus ojos brillantes, de su conversación, de su sentido del humor, de su fina ironía, y de su inteligencia y sabiduría.


*Lupicinio Íñiguez-Rueda. Doctor en Filosofía y Letras (Psicología) por la Universidad Autónoma de Barcelona, España (1986). Catedrático de Psicología Social de la misma universidad. Miembro del Barcelona Science and Technology Studies Group (STS-b) y del Grupo de Investigación en Metodologías Cualitativas (GIMC). Su trabajo actual se centra en la contribución de la psicología social al análisis de políticas públicas, especialmente las relacionadas con la salud y la planificación urbana.