Papel Literario

Gusano y la compasión

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Por IVÁN FEO

I.

Quienes hacemos cine o video y en general lo que se llama productos audiovisuales sólo sabemos extendernos.

Necesitamos los segundos para acumularlos en planos que, cortos o largos, son siempre parciales e insuficientes. Cuando los planos se enlazan comienzan a urdir un sentido, a apuntar significaciones.  Los planos se interrelacionan, se casan y tratan de resolver entre sí asuntos de ritmo, de densidad, de coherencia propia, ¡de sentido! Sólo entonces, empalmados, los planos se sienten como «modestos parrafitos» del amplio discurso que los incluye. Discurso que está por verse y por resolverse, bien o mal, acostado en el tiempo y el espacio.

En modesta contrapartida, humilde y genial, el discurso de la fotografía, a riesgo de no ser nada, detiene el tiempo y en una fracción de segundo se obliga a explotar un discurso que fluya poderoso, terminante, mágico y  total.

La fotografía —repito— a riesgo de no ser nada, se apropia de algo rotundamente inherente al arte: la ambigüedad, la polisemia.

La fotografía artística basa buena parte de sus bondades en la capacidad de ser «ambigua». Aclaro aquí que “ambigüedad” es exactamente lo opuesto a “vaguedad”: lo ambiguo es virtud del arte y consiste, significa, «síntesis» que permite referirse a muchas cosas a la vez. En cambio, lo vago es acto fallido en donde no hay concreción, siquiera, de una sola significación.

El Gusano comenzó por querer hacer cine, le quedó grande al cine y cuajó fotógrafo.

II.

Antolín ha ordenado (porque ha puesto orden y ha mandado que así sea) que basta ya de recordar al Gusano por su gracejo, sus mañas, manías, chifladuras y toda su singularidad humana. Ha ordenado que basta ya de relatar la adicción al cochino, las caramañolas y el turrón árabe blandito. Que basta ya de evocar a Gusano por el magnífico, empalagoso, y nunca bien ponderado Ponche Crema.

Deja claro Antolín cada vez que puede, que la importancia del discurso de Gusano como fotógrafo supera por mucho los juicios sobre su simpatía y su singularidad humana.

III.

Ahora… ¿es que hay una dicotomía entre el sentido del discurso de Gusano y ésa, su voluptuosa personalidad?

Aparentemente sí. La severidad de los temas apuntados por él: la religión, la locura, la muerte, amparan, justifican, un tratamiento formal intenso y con frecuencia sobrecogedor.

LUIS BRITO, DESTERRADOS

Las imágenes de arrobamiento en una inquietante procesión de pura gente pobre; las arrugas drásticas y cercanías de viejos cuyas pieles nos mortifican; las expresiones (y el aspecto todo) de seres maltrechos, idos de toda realidad, enloquecidos, parecen confirmar que su discurso es o duro, o cruel, y a veces hasta atroz.

En mi inconsciente, por mucho tiempo, todavía muy joven, reparé que las intensidades de la fotografía del Gusano me conmovían pero no me ocasionaban rechazo.

Curioso, porque yo soy una niñita delicada, fácilmente afectable por lo áspero y la crudeza de la vida. Pero no. Aceptaba las imágenes de Gusano con la tensa naturalidad de un segundo a bordo que sigue sin chistar las maniobras de su jefe el piloto o con la confianza de un ayudante que ve al cirujano salir adelante en medio de una peligrosa operación.

Como decir: que con el Gusano me salpicaba de sangre o de dolor pero lo aceptaba sin rechazo alguno.

¿Qué ocurría y siguió ocurriéndome con sus fotografías?

Que Gusano trasladaba, aportaba a las imágenes captadas, un factor emocional y «ético», transformador de la esencia de aquello que registraba.

Y detecté ese factor, detecté ese sentido añadido: era la Com-pa-sión. La compasión.

Fue necesario que muriera y dejara de verlo y hubiera reflexión y una revisión de su obra concreta, para hallar y entender ese puente añadido a la dicotomía, que ya mencionamos, entre el sentido de su discurso y su voluptuosa personalidad.

¿Podría hablarse entonces de una «tricotomía» al modo de Tomás de Aquino, devenido de Aristóteles?

Que yo formule ahora, aquí, esta pregunta hubiera alborotado muchísimo al Gusano.

Carcajeándose, habría chasqueado:

—¡Coño, Iván Feo, tú si hablas güevonadas…!

Pero eso era, eso fue, eso es: la Com-pa-sión como el factor esencial de su ecuación creativa. De ahí, de ello, que sus imágenes no me parecieran irritantes ni morbosas ni retorcidas o truculentas.

LUIS BRITO, SEVILLA

Porque yo era su conviviente, entendí su acercamiento a la tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo.

Dice la Academia de la Lengua, de la lengua española, que «Más intensa que la empatía, la compasión es la percepción y la compenetración en el sufrimiento del otro, y el deseo y la acción de aliviar, reducir o eliminar por completo tal situación dolorosa».

Y eso es lo que nos ha entregado Gusano con toda su obra: desde Los Desterrados, con sus seres solitarios en el gentío de la calle y sus romeros penitentes, hasta Las Flores Dormidas (que es el nombre que le he puesto, Leonardo, a ese conjunto postrero de maravillas).

Com-pa-sión, pues. Una manera de compartir y estar y no evitar, no huir.

Pura generosidad del maldito Gusano.

Este libro, Leonardo, Antolín, Milo, debiera ser sólo el primero sobre Gusano.

Su obra final, que he llamado Las Flores Dormidas, es la respuesta no razonada a toda su conmovedora vida artística.

Venga un «spoiler»: Las Flores Dormidas son la lucha con el color, la negación a la luz excedida. También un encomio al sigilo y el misterio, a la media voz.

Uno ha percibido, sabe, que aquella rosa roja es femenina y joven y la amarilla que se recuesta  a su lado es hombre, y mayor, y le susurra amores al oído.

Bueno… Hay que terminar. Voy a decir algo que escribí pero no sé si es mío o de quién… ¡parece como de Góngora!:

«Se equivoca quien dijo que Gusano se raspó por no cuidarse, en especial del pico.

No:

A Gusano lo mató la muerte —odiosa de la vida— al ver lo tanto, lo mucho, que el Gusano paría».


*Luis Brito. Biblioteca de Fotógrafos Latinoamericanos. La Fábrica (2022) y Fundación Luis Brito. Texto de presentación de Luis Brito: Antolín Sánchez. España, 2022.