Papel Literario

Götterdämmerung, el ocaso de los dioses wagnerianos, en clave femenina

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Por ANA MARÍA VELÁZQUEZ ANDERSON

La novela El hilo de Miriam, de la autora venezolana judeo polaca Cesia Hirshbein, que reside en la actualidad en México, presenta una historia de supervivencia femenina que es un importante legado para mantener viva la narrativa del Holocausto.

Hirshbein coloca a la mujer en el centro de su narración para mostrar la versión de lo femenino sobre los terribles hechos ocurridos en Europa durante la persecución del pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial y, luego, la reinvención de la vida en el nuevo país de los judíos. Su novela es una mirada femenina sobre sus gestas personales. El “hilo” se convierte en un tejido de palabras que representa un trabajo interior de reconocimiento del dolor y de la necesidad de traerlo al presente para reconfigurarlo y darle sentido. A la vez que se exorciza el mal colectivo del pasado judío, se “atan cabos” de la propia historia personal. Leer El hilo de Miriam permite establecer un diálogo con el alma a quien trata de sobrevivir en cualquier mundo adverso, sea cual sea su religión o experiencia de vida.

Miriam y su nieta, Débora, se acompañaban en un tejer que superponía tiempos diversos. En esas tardes de encuentro convivían la caricia del mar de Haifa junto con la visión de millones de judíos desaparecidos, muertos o tratando de escapar de una Europa en caos. Miriam conserva la memoria del campo de concentración, pero, también, la de un gran viaje de liberación que la llevó a huir de una Polonia empobrecida por la guerra, cruzar Francia y embarcarse para llegar por mar a Palestina, el Eretz Israel de sus ancestros.

Tanta muerte había presenciado en su juventud, durante su confinamiento a trabajos forzados en el campo de exterminio de Auschwitz, siendo apenas una adolescente, que, intuitivamente, la presentía siempre en su vida. Había pasado el tiempo, es verdad. Ya no tenía los quince años de cuando la confinaron, era ya una mujer mayor que compartía la labor del tejido y recordaba una época de mucho sufrimiento. Estaba ya a salvo lejos de los campos del autoritarismo nazi y había vivido una buena vida con su esposo Yehúda. Sin embargo, las deportaciones, los guetos, las pérdidas familiares, el hambre y el frío de los helados campos polacos aparecían de nuevo en sus visiones de vez en cuando. Por eso tejía, para ordenar un mundo caótico que siempre amenazaba con regresar. Para ella, trabajar, arbeit, aquella palabra que colgaba en la entrada de todos los campos de concentración nazis, significaba preservar la vida. Sí, trabajar, pero no esclavizada por los militares nazis, sino trabajar para hacerse de un destino propio, un destino que comenzaría a vislumbrar apenas los nazis, sabiéndose derrotados, abrieron las puertas de Auschwitz el 27 de enero de 1945, y la joven vio la llegada de la prensa y de las cámaras que querían registrar aquel terrible lugar. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había sobrevivido y ya era libre.

Cesia Hirshbein presenta en su nueva novela, publicada en México, en 2022, por Ediciones del Lirio, y disponible en su página web, un testimonio femenino de resistencia y de supervivencia. Miriam Linial, su protagonista, es una mujer real que aún vive y que un día le contó su vida a la hermana de la autora, Judith Hirshbein Tiano. La autora le pidió entonces a su hermana que la escuchara hablar cada semana, que anotara todo lo que le dijera y que se lo tradujera del hebreo al español para poder ir armando una novela. La historia le resonó porque se enlaza con su propia historia. Su familia también había sido superviviente del exterminio nazi, pero, por suerte, pudo tomar un barco hacia el exilio. El padre de la autora prefirió Venezuela para establecerse porque un familiar había llegado antes al país y le ofreció su ayuda. Cesia Hirshbein conocía su historia familiar y podía llenar los vacíos que los fragmentos de la narración de la otra mujer dejaban.  Así se estableció entre ambas un diálogo entre realidad y ficción. La palabra no dicha en su momento por Miriam, por vergüenza, por miedo al rechazo, la retomó ahora la autora y la hizo suya. Con pasión investigadora, por haber sido profesora de literatura, Hirshbein comenzó a indagar. Su hermana era el puente entre la autora y Miriam. De esta forma, una tríada femenina tomó el hilo de los recuerdos en sus manos y construyó un testimonio para el futuro.

En la novela aparece la figura de la superviviente, la joven mujer que se arriesga a tomar un barco y marcharse a un mundo desconocido para hacerse un lugar en la vida. Es la mujer que ama y respeta a sus mayores, pero también la que critica el silencio y la pasividad de los rabinos durante los confinamientos en los campos nazis alegando que así lo quiso Hashem. “Ella amaba al Señor. Pero aprendió a la fuerza que no se podía vivir en la inercia” (p.25).

Miriam aprende a vivir en sus propios términos, sin rendirle pleitesía a nadie. En su nueva lengua, el hebreo que tendrá que aprender en su nueva tierra, legará una enseñanza a los demás. Hablará a su nieta de la libertad femenina de elegir su propio destino. Este nuevo mundo de los judíos le había dado una visión nueva de una libertad incluyente; ser emancipada, sí, pero sin olvidarse de las palabras sagradas del rezo que sostuvo siempre a sus ancestros en los momentos de grandes crisis: “Shmá Israel Adonai ejad…” (p. 133).

La novela no se queda en la cruel experiencia del campo de exterminio nazi muestra un proceso de transformación. Comienza con el recuerdo de la invasión nazi a Polonia, la entrada de las tropas alemanas justamente por el pueblo fronterizo de Kozminek donde vivía la familia de Miriam; prosigue con el traslado inhumano en trenes de carga de animales al campo de concentración y con los dolorosos hechos de esos años. Sin embargo, después la novela cambia. Continúa con la liberación del campo y una espectacular huida de una mujer sola, sin dinero ni documentos, su viaje en un barco francés y varios hechos poco conocidos de lo que ocurrió en aquellos primeros años de la posguerra con los sobrevivientes judíos regados por aquí y por allá en una Europa que se había convertido en un solo llanto doloroso.  Al llegar tampoco hay tregua. A Miriam la detuvieron y tuvo que ir a la cárcel por indocumentada, como la mayoría de los que vinieron en el barco. Desde su nuevo confinamiento, a través del cercado, podía ver a lo lejos su anhelado objetivo, pero no podía entrar a Haifa hasta que se resolvieran asuntos internacionales que escapaban a su control. Increíblemente estuvo detenida en otro campo de concentración, o de “refugiados”, en la misma Palestina mientras el mundo se ponía de acuerdo en qué hacer con los judíos supervivientes de los campos alemanes. Entonces se dio cuenta de que no bastaba llegar a la tierra prometida, había que lograr una nueva identidad, adaptarse, aprender una nueva lengua porque ni el polaco ni el yiddish le iban a ser de mucha ayuda. Así mismo, y dolorosamente, Miriam descubrió que, en esos primeros años, a nadie le importaba su testimonio como superviviente porque a muchos les daba vergüenza que los judíos de Europa central no hubieran combatido a los nazis. Aún no había nacido la narrativa de la Shoá. Nació después y fue cuando el mundo pudo ver la magnitud de la tragedia ocurrida. Esto ocurrió gracias a los que conservaron intacto en su memoria el horror padecido.

Miriam estaba clara de que la lucha de los judíos fue su supervivencia. Alejar a la muerte cada noche en el campo de concentración, más que un acto de valentía, fue un acto de fe inquebrantable en la vida y en su devenir. Sin embargo, los supervivientes que iban llegando callaban por “vergüenza, turbación, trauma o negación” (p. 157). Miriam se acordaba de las burlas de los guardias del campo advirtiendo de que eso les pasaría, de que nadie les creería lo que les habían hecho.

Aún tendría Miriam que esperar para ser escuchada. Sólo fue diez años después, cuando atraparon en Argentina al criminal de guerra nazi, Adolf Eichmann, y cuando comenzó el juicio histórico contra éste, que se permitió el testimonio a viva voz de los supervivientes. Ahí nació una narrativa propia de la Shoá. Los judíos europeos por primera vez fueron escuchados por las autoridades. Dieron su testimonio en las audiencias a petición del fiscal Gideon Hausner, quien encabezó el juicio en 1961, puesto que de los diecisiete países europeos a los que se les pidió que remitieran las pruebas para condenar a uno de los jefes máximos del nazismo, sólo nueve lo hicieron. De esa forma se reunificó la memoria de todo un pueblo.

Ese fue el momento del Götterdämmerung, “el ocaso de los dioses wagnerianos” (p.158). No fueron los juicios de Núremberg ocurridos entre 1945-1946, contra los jerarcas nazis, los que dieron la oportunidad de poner voz al sufrimiento. El momento en el que las compuertas del dolor realmente se abrieron y el mundo escuchó de primera mano los testimonios de los supervivientes del Holocausto, fue en el juicio a Eichmann, el 27 de abril de 1961. Finalmente se logró la justicia histórica y se cerró el círculo de oscuridad. Aunque por años siguieron los golpes, el hambre y los gritos de los sonderkomandos, siempre regresando en las pesadillas de la protagonista: “Arbeit, achtung, verbotten, juden raus” (p.144).

El hilo de Miriam narra ese importante proceso de creación de una memoria colectiva. Logra transmitir la importancia cultural de ese legado intangible de todo un pueblo. Aquí reside otro aspecto novedoso de esta novela tan bien documentada y narrada impecablemente por una autora que maneja muy bien el recurso del lenguaje.

Bajo la bóveda del cielo de Auschwitz quedó la desolación por siempre, pero también nació la fortaleza de muchos, en especial la de una joven que pudo vencer a la muerte y medirse cara a cara con ella. Junto con el dolor, quedó la fe inquebrantable en la vida, quedó el espíritu firme, imposible de doblegar del ser humano que es capaz de trascender el horror y volver a comenzar una y otra vez porque así lo exige el momento que le ha tocado vivir. Quedaron intactas la capacidad femenina de resistencia y la esperanza de que todo futuro siempre será mejor. Esta novela de Hirshbein es un testimonio valioso para todas las mujeres del mundo. Con su mirada femenina, enseña a sobrevivir en circunstancias adversas, no una, sino tantas veces como sea necesario.


*El hilo de Miriam. Cesia Hirshbein. Ediciones del Lirio. México, 2022.