Nelson Rivera
Hay en su recorrido de las políticas migratorias del Estado venezolano en el siglo XX, dos hitos: uno del período 1936 a 1945, y otro de 1948 a 1958. ¿Podría sintetizar cuáles fueron los factores determinantes y los respectivos lineamientos de esas políticas migratorias?
Resulta importante recordar que los intentos por atraer inmigrantes europeos datan desde los inicios mismos de la República en el siglo XIX, como el caso de la Colonia Tovar con inmigrantes alemanes en 1842, o la migración corsa-italiana durante la segunda mitad de esa centuria. El 1936, el gobierno de López Contreras creó el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización, que contó con el auspicio de intelectuales notables como Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri. Este organismo diseñó planes para traer inmigrantes europeos de forma organizada, y de la mano con los proyectos desarrollo agrícola del país, sin embargo, la Segunda Guerra Mundial representó una limitante en los primeros años. Por otro lado, el gobierno militar de 1948-1958 declaró la política de “Puertas Abiertas”, que facilitó los trámites administrativos para la llegada, asiento y permanencia de migrantes en Venezuela. De hecho, especialmente la inmigración italiana, contribuyó con monumentales obras públicas durante los cincuenta. En este sentido, este ha sido uno de los períodos de mayor ingreso de inmigrantes europeos en la historia venezolana.
Estamos justo en el año en que España y Portugal celebran el quinto centenario de la incalculable osadía de Fernando de Magallanes. ¿Podría comentarnos sobre la tradición navegante de la cultura portuguesa?
Portugal es un país de cara al océano Atlántico, su ubicación y relaciones comerciales, han potenciado históricamente la búsqueda de nuevas rutas mercantiles. Se puede apreciar con mayor nitidez durante el período del príncipe Enrique, llamado El Navegante, que promovió viajes de exploración, estudios cartográficos, registros cada vez más precisos, navíos y documentación sobre aquellas búsquedas. Fueron los portugueses, los primeros occidentales en bordear África, llegar y fundar factorías en India y China para comerciar como Macao. Nombres como Vasco de Gama, Pedro Alvares Cabral y el mismo Magallanes forman parte de este objetivo de conocer y recorrer el globo. La cultura portuguesa está íntimamente ligada al mar, y en esa medida, el océano más que una limitante geográfica ha sido una inmensa autopista para Portugal, que facilitó su forma de comunicarse con el globo.
¿Qué determinó que tantos portugueses emigraran a Venezuela? ¿De dónde provenían? ¿Cuántos fueron? ¿Qué los caracterizaba? ¿En qué partes de Venezuela se instalaron? ¿Es estadísticamente sustentable que los portugueses se proyectaron, de forma especial, en el área de alimentos?
Los portugueses siempre estuvieron presentes en Venezuela, desde la colonización hispánica, pero de forma soterrada, por diferentes motivos. No deja de sorprender, que un estado y un importante río se llamen “Portuguesa”, por la dama extraviada en sus aguas, o que un hijo de portugués participará en la Guerra de Independencia, José Tomás Machado, cuyos restos reposan en el Panteón Nacional. La cercanía de los lusitanos con estas tierras es histórica. La inmigración portuguesa hacia Venezuela comenzó a crecer a mediados del siglo XX, por razones internas y externas. Es posible establecer dos etapas: un primer grupo, que llegó entre 1945 y 1962, como fuerza de trabajo técnico y agrícola; y más tarde, un segundo grupo que arribó al país, entre 1962 y 1982, inspirado por el primer contingente y que se dedicó a diversificar sus actividades, especialmente en el sector comercial. Resulta difícil establecer un número exacto debido a que algunos ingresaron con los programas de facilidades del Estado, otros de forma espontánea y otros de forma irregular, sin embargo, los censos decenales revelan las cifras crecientes a partir de la década de los cincuenta. Por ejemplo, Antonio de Abreu Xavier señala más de 40.000 en 1961 y más de 90.000 en 1981, de los cuales, más del 60% aproximadamente, provino de Madeira, mientras que el resto habría venido del Portugal continental. La mayor parte de los portugueses llegaron a Venezuela a través del Puerto de La Guaira, de allí a Caracas, y más tarde comenzaron a distribuirse con el tiempo hacia las principales ciudades del país. Esta movilización estuvo condicionada al establecimiento de actividades comerciales en centros urbanos y al crecimiento de su poder adquisitivo progresivamente. Los portugueses, desde fines de los cincuenta, se insertaron en el comercio minorista urbano, lo que se trajo consigo la asociación en la cultura urbana de su gentilicio con abastos y el sector panadero. De hecho, la venta y consumo de pan se incrementó en Venezuela durante la segunda mitad del siglo XX, por el crecimiento urbano. Así, los portugueses lograron organizarse en asociaciones del sector panadero, y también fundar empresas de supermercados a nivel nacional, entre otros. La Venezuela de hoy debe a los portugueses ese acompañamiento, que terminó por variar y diversificar la alimentación venezolana urbana, principalmente. Pero, también, el ejemplo de trabajo y esfuerzo, que llevó a los inmigrantes que llegaron sin nada en sus bolsillos, a llevar a sus hijos a la universidad.
En el caso de los portugueses, ¿vinieron solo a Venezuela o se dirigieron a otros países de América Latina? ¿Migraron a Brasil, país con el que compartían historia y lengua?
Durante el siglo XX, un número importante de portugueses migraron de su país por varias razones políticas y económicas, muchos se marcharon a Brasil por lazos naturales de idioma y cultura, muchos otros a Estados Unidos por ser la principal potencia económica, y un número significativo hacia Venezuela, el país petrolero. Claro está, si bien muchos portugueses desconocían el país, la riqueza petrolera había permitido al Estado llevar a cabo grandes proyectos de modernización en infraestructura. Y, muy importante, había una moneda sólida y estable. Esto fue muy importante para aquellos migrantes que, desde Madeira, veían una nación en crecimiento, que podían reunir dinero y enviar a sus familias. Sin lugar a dudas, se debe entender la inmigración portuguesa dentro de su contexto temporal y espacial.
Usted describe las variables clave del proceso de inserción de los portugueses en la sociedad barquisimetana. ¿Podría sintetizar los principales factores? ¿Son semejantes estos factores en otras regiones de Venezuela?
Barquisimeto es una ciudad que se encuentra en un cruce de caminos natural. Conecta el occidente, los Andes y los Llanos, con el centro del país, por lo que ha sido históricamente una ciudad comercial. La inserción de los portugueses en la ciudad se vio favorecida por ser un centro urbano en crecimiento, además de capital del estado. Muchos inmigrantes se establecieron en el centro de la ciudad e instalaron distintos establecimientos mercantiles, de servicios, vendedores al menor o detal, que aprovecharon redes y contactos para convertirse en distribuidores detallistas de mercancías, en especial de alimentos y bebidas, provenientes desde la capital y centros productivos del país. En este sentido, uno de los rasgos en común de la inmigración lusitana en Venezuela fue su carácter fundamentalmente urbano. La inserción económica y social ocurrió de la mano del crecimiento urbano que experimentó el país durante la segunda mitad de la centuria pasada.
En el capítulo IV describe Usted la creación de instituciones que agrupaban a los portugueses. ¿Qué papel cumplieron esas instituciones en el proceso de inserción en la sociedad venezolana?
La comunidad portuguesa fue creciendo en Venezuela y en el estado Lara. Muchos inmigrantes ya establecidos trajeron a sus familiares, otros conformaron familias en el país, con descendientes, lo que incentivó el deseo de asociarse en clubes sociales. De esta forma, nació el Centro Luso Larense en 1977, y poco tiempo después el Club Atlántico Madeira, mientras que, paralelamente, también se fundaron distintos clubes portugueses en las principales ciudades de la nación. En este sentido, resulta interesante como la comunidad portuguesa en el estado Lara tendió a agruparse por su origen geográfico, el Portugal peninsular y el insular. En todo caso, estas dos instituciones permanecen activas hasta el día de hoy, abiertas a los miles de lusodescendientes y las familias lusovenezolanas. También es importante recordar la designación que hizo la Iglesia Católica de un sacerdote portugués, el Padre Joao, para atender a los fieles lusitanos desde los años setenta, y más tarde, la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en el este de la ciudad, todo lo cual demuestra la integración y arraigo de la comunidad portuguesa en la región.
En su investigación, ¿encontró episodios de rechazo o xenofobia hacia los portugueses, por parte de venezolanos?
Históricamente, Venezuela y los venezolanos han sido abiertos a la inmigración, sin embargo, se registraron algunos pocos hechos xenófobos, principalmente en Caracas a la caída del gobierno de Pérez Jiménez, por la asociación que se hizo, en aquel momento, de los migrantes con el régimen militar. En este sentido, se debe señalar que fueron episodios aislados, y marcados por el rechazo político hacia a la dictadura, que alcanzó a algunos pocos inmigrantes. De hecho, a inicios de los sesenta, algunos migrantes retornaron a Europa.
Por último, habla Usted de un escritor, Horácio Bento de Gouveia (1901-1983), autor de una novela titulada Ana María, sobre emigrante que venía de Madeira. ¿La escribió en español? ¿Qué más puede contarnos del autor y de la novela?
Horácio Bento de Gouveia fue un escritor oriundo de la isla de Madeira, que llevó una activa labor como periodista, literato y profesor. Su obra, en buena medida, recoge las inquietudes regionales de la isla durante el siglo XX, y una de ellas fue la emigración. “Ana María” fue escrita en portugués y publicada por vez primera en 1972. El protagonista, José Rodrigues, un hombre del campo con aspiraciones de superación personal, marchó en los años cincuenta a una Venezuela prospera. En tierra venezolana, logró reunir dinero y, más tarde, viajó a Funchal, capital de Madeira, para recorrerla en un automóvil descapotable, que representaba su nuevo status económico como sinónimo de éxito, y mostrándolo a sus coterráneos que se habían quedado en la isla, en contraste, sumidos en el pasado y con escasos recursos económicos. Esta representación encarna a un prototipo de migrante rural madeirense, que aspiraba su progreso económico, y Venezuela fue percibida como una nación de bonanza y oportunidades a la modernidad material. En otra obra de Bento de Gouveia, llamada Torna-Viagem y publicada en 1979, también se retrata con trazos de ficción al emigrante madeirense del siglo XX. Lastimosamente, su obra no se encuentra en español.
Travesía de la esperanza. La inmigración portuguesa en Barquisimeto (1948-1958). Froilán Ramos Rodríguez. Editorial Fedupel, Caracas, 2018.
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