Papel Literario

Ese año todo cambió

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Por IVÁN GARCÍA

Asistía a los conciertos de la Camerata Renacentista de Caracas y los grababa en cassette, porque eran el único grupo en la ciudad que tocaba ese repertorio que me seducía y conocí a través de La Emisora Cultura 97.7; tomaba notas, reunía dinero y compraba en la tienda Don Disco en Chacaíto un LP de Troveros, Trovadores y Minnesingers o madrigales de Monteverdi. Yo era un ignorante en música antigua. No sabía que se llamaba así. Solo sabía que me emocionaba escucharla reiteradas veces en mi cuarto en la casa de La Pastora, que Isabel Palacios dirigía el grupo local y era la señora de Clásicos Dominicales.

Yo cantaba en el Orfeón Universitario de la UCV y otros estímulos. En marzo de 1985 un integrante de la Camerata y amigo cercano me comenta: “Isabel Palacios te quiere para la Camerata”. Aún no olvido el escalofrío y estremecimiento de ese día. Era la voz de un sí intuitivo de íntima pertenencia.

Ese año todo cambió para mí. Emoción y reto. El grupo en ese momento terminaba  de grabar su primera producción discográfica, Música del Renacimiento Europeo. Allí  canté.

Los lunes en la noche y los sábados en la mañana la mesa del comedor en casa de Isabel  se convertía en un gesto profundo de sonidos de otros tiempos con sus instrumentos y  voces. Veía a los integrantes fundadores y los recientes a mi lado, dije: ¡Tengo que echarle piernas! Y le eché.

Ya no solo era el bajo de la Camerata Renacentista, sino que pasé a formar parte del  equipo de la oficina en un cálido cuarto en casa de Isa, donde trabajábamos ella, Jairo Carthy y yo. Todo era creatividad sin presupuesto. Todo era ilusión, afán y rito. Nuestra primera gira a Europa. Fundamos la Camerata Barroca. Alegrías, llantos, ilusión, desilusión, traiciones, portazos, agradecimiento y abrazos. Cosas humanas. Edición de la Camerata Ilustrada y nuevos discos. Encuentros con otros artistas. Estudié, investigué, perfeccioné. Me fui al extranjero. Sigo mi comunicación en el escenario y siempre digo, orgulloso: una larga, hermosa y agradecida caminata con Isabel, ella siempre impulsa, ella es dadora.