Yue Minjun (1962) es uno de los artistas chinos vivos más prominentes. Nació en la provincia de Heilongjiang, noroeste de China. Pertenece a una generación de artistas, crecido en plena Revolución Cultural Proletaria (1966-1976): marcada por la represión y el miedo, donde la enseñanza se basaba en valores ideológicos. A los intelectuales se les enviaba al campo para aprender sobre agricultura y productividad y se les hacía participar en la revolución con su trabajo físico. Con la muerte de Mao en 1976 empieza una política de apertura y reformas que lleva a una posterior explosión de un arte nuevo, emergido en medio de cambios políticos, sociales y culturales después de un arte encorsetado en la grandiosidad de la propaganda política. Los años 80 se identifican por movimientos como el 85 New Wave, una oleada de jovenes rupturistas con una destacada libertad de expresión y creatividad. En los años 90 aparece el realismo cínico y el pop político y una proyección internacional del arte chino, proseguidos en los primeros años del 2000 por el éxito comercial. Lo que ha dado lugar a una transformación en la forma de pensar y expresar el arte.
Elena Cué: ¿En su caso, estos cambios históricos en el exterior han ido acompañados por cambios interiores tan radicales?
Yue Minjun: “Sí, es así. Mis experiencias, sentimientos, así como algunas cosas de la cultura del pasado, han sido esenciales para mi creación artística actual. Además, estas vivencias han reafirmado más mis conceptos artísticos. En general, los chinos damos la impresión de que somos apacibles y tranquilos, nada eclécticos o rotundos”.
Elena Cué: ¿Cómo irrumpe el arte libre de su generación, años 80 y 90, en el arte del oficialismo maoísta?
Yue Minjun: “Empecé a dibujar a los 10 años, y, en un principio, durante el proceso de aprendizaje junto con las imágenes visuales de aquella época me impactaron de forma muy distinta a las que vi, posteriormente, a partir de los 80. No obstante si eres amante del arte, tu interés crecería al saber el porqué un artista pinta de un modo u otro. Luego, tu interés iría creciendo ahondando en la curiosidad como instrumento para adquirir más conocimientos y una evolución constante hacia el crecimiento personal.
A pesar de que en China existe un sistema cultural y artístico propio, al introducirse el arte extranjero, el cambio ha sido impactante”.
Elena Cué: ¿Qué recuerdos tiene de su infancia, qué le marcó?
Yue Minjun: “Tienen mucha influencia en mí, en especial desde un punto visual, porque lo que percibí en aquella época de mi vida, o lo que aún recuerdo de ella, ha sido transmitido en mi pintura como uno de los factores más importantes de expresión para mí. En realidad en muchas de mis obras podemos encontrar influencias del origen de la pintura propagandística, reiterando la influencia de la Revolución Cultural en mis recuerdos. Por ejemplo, en algunos cuadros aparecen hileras de cabezas, unas tras otras que, sin duda, ofrecen una trascendencia en mi pasado”.
Ha sido encasillado en el movimiento que el crítico Li Xianting denominó realismo cínico desarrollado en los años 90 y que surgió como reacción a las trágicas consecuencias acaecidas por las protestas de estudiantes e intelectuales de Tiananmén en 1989. Esto motivó que Minjun se trasladara a una colonia de artistas en Hongmiao, en Chaoyang District a las afueras de Beijing. En 1989 una exposición en esta ciudad del artista chino Geng Jiany, en la que su obra representaba su propia cara riendo, influyó en la obra de Minjun e hizo que en 1993 diera un giro empezando a utilizar su propia imagen congelada en carcajada. Lo que ha provocado que la risa se haya convertido en su inconfundible seña de identidad.
Elena Cué: Burla, ironía, esperpento, humor, placer… La risa sirve para desdramatizar el dolor, como recurso contra la impotencia, también como arma eficaz contra la realidad impuesta, contra lo sagrado, desmitificador de lo solemne o para invertir la voluntad de poder. La risa como anestesia de nuestras angustias y preocupaciones, como símbolo de protesta… ¿Cuál es el suyo?
Yue Minjun: “En mi obra la risa es una representación de un estado de impotencia, de la falta de fuerza y de participación, ausentándose los propios derechos que se imponen hoy en día en nuestra sociedad. En definitiva, en la vida. Te hacen sentir obsoleto, de allí que reiteradas veces solo te queda la risa como un arma revolucionaria para combatir la indiferencia cultural y humana”.
Pero su proyección internacional llega en 1999 cuando es seleccionado con otro grupo de artistas para formar parte de la muestra dirigida por Harald Szeemann con motivo de la 48 Bienal de Venecia. En ella, una serie de esculturas están colocadas en clara alusión al ejército de terracota del Primer Emperador de la China unificada Qin Shihuang, conocidos como los guerreros de Xian. Cada guerrero tenía su propio rostro. Los suyos en cambio son todos un autorretrato sonriente.
Elena Cué: ¿Habiendo crecido siendo parte de una comunidad, está usando ahora su trabajo para ensalzar al individo?
Yue Minjun: “En realidad el ejército de terracota del Emperador Qin Shihuang, o los guerreros de Xi’an, son un símbolo que representa el feudalismo. Después, todos los individuos en realidad están sumergidos en una expresión del ejército. Claro, si te fijas bien, cada guerrero tiene una expresión distinta al otro, pero si hacemos una reflexión desde el punto de vista colectivo, la imagen de cada escultura se proyecta relativamente más débil.
Inspirado en esta obra histórica, cuando empecé a crear mis esculturas, confié en que, usando la misma persona y la misma expresión, podría mostrar de una forma mejor la desaparición o ausencia del individuo como tal.
Demócrito, filósofo griego presocrático del siglo V a.C., era conocido como el ‘filósofo que se ríe’: sabía que la realidad no se cambia fácilmente y este era el mejor camino para afrontarla. Todo ello es una manera de aceptar por un lado nuestra realidad despojándola de su inevitable seriedad y por otra parte una necesidad de dar sentido a la existencia”.
Elena Cué: ¿Cree que el hombre debe abusar de este recurso como arma contra lo ininteligible?
Yue Minjun: “La risa se puede conjugar en perfecto matrimonio con los sentimientos. Si tenemos la capacidad de sonreír ante la adversidad, nuestra presencia se hará más fuerte, tolerante y diversa, tanto para la cultura artística como para la inmensa mayoría”.
Elena Cué: Parte de sus obras tienen como referencia iconos de nuestra historia del arte: como son La libertad que guía al pueblo de Eugene Delacroix, Los fusilamientos del 3 de mayo de Francisco de Goya, o La ejecución del Emperador Maximiliano de Edouard Manet, inspirado en los incidentes de Tiananmén. ¿Hasta qué punto ha influido en su obra la pintura europea o norteamericana?
Yue Minjun: “La influencia ha sido bastante grande en los años 80, gracias a una reforma y apertura en China, que nos llegó con el impacto de diversas culturas extranjeras. Por aquel entonces yo estaba estudiando pintura y tuve la ocasión de ponerme en contacto con dichas obras, por lo que mi influencia exterior fue muy relevante para mi creación artística. En mi expresión evolutiva hay una parte importante de obras antiguas evocadoras del realismo que, a su vez, examinaban cuestiones tan importantes como la revolución, las reformas sociales, en definitiva, la pasión por la vida. Y, posteriormente, fui conociendo a artistas como Picasso, y acercándome a la pintura occidental con un reflejo más hacia una evolución visual.
Creo que plasmando así, de una forma más popular y sencilla, mis obras tendrán una mayor comprensión, tanto para el espectador chino como para el occidental”.
Elena Cué: ¿Es la risa un instrumento de crítica en su obra?
Yue Minjun: “Sí, así es. Es por eso que elijo pintar la risa, para transmitir una sensación de placer y felicidad, pero que, en realidad, esconde una doble visión respecto al dramatismo y al sufrimiento”.
Elena Cué: ¿Cuáles son sus fuentes de estética e inspiración?
Yue Minjun: “En realidad mi influencia occidental no ha radicado en la estética o en la técnica, sino más bien en la forma iconográfica. Ancestralmente la pintura occidental ya supo utilizar esa forma de ilustración a través de esta pintura, y además puede haber diversas interpretaciones entre Occidente y China. De ahí que yo también haya practicado el uso de la iconografía para exponer la interpretación de lo que, en realidad, quiero expresar.
En cuanto a la estética o las técnicas utilizadas en mi obra, se puede apreciar cierta sencillez, referente al aprendizaje universitario. Un buen ejemplo de ello es mi profesor, que era graduado en la Academia Central de Bellas Artes de China, aprendiendo en aquel entonces técnicas de realismo de la ex Unión Soviética y de Francia, y la manera de observar los objetos también influenciada por el impresionismo. Él pintaba luces, sombras, etc. Sin embargo, yo hago uso de las técnicas que aprendí reflejando en mi obra la espontaneidad o la irreflexión sin más.
Durante la formación de mi estilo estético, partiendo de mi propia sensación o punto de vista, creo que mi obra ha de ser lo más sencilla posible, sin manipulación alguna, ausentando por completo la sofisticación sin alterar el resultado inicial. Realmente mi pretensión es que mi obra resulte directa, perceptible, bella, cándida, de colores llamativos, para así atraer el interés inmediato del espectador”.
Elena Cué: Ha comentado en alguna ocasión que todos sus trabajos están basados en sus sentimientos y experiencias y eso le ha llevado, dice usted, al radical pesimismo. ¿De dónde procede ese pesimismo y hacia qué está dirigido?
Yue Minjun: “Mi pesimismo proviene de la triste desesperación que siento al observar mi propia cultura, es decir, la sociedad que me rodea, su forma de vida y la mía propia”.
Elena Cué: En su obra aparecen alusiones a la iconografía comunista, la sociedad de consumo o momentos históricos de gran carga conceptual. Tragedia y comedia mezcladas de tal manera que nos hace difícil distinguir nuestros sentimientos hacia lo que observamos. ¿Cómo querría que se acercase el espectador a su obra?
Yue Minjun: “La dirección de mi obra es alegórica entre la naturaleza humana y nuestra propia existencia, ya que he percibido que, no solo en el Oriente o en China, las personas se enfrentan continuamente a conflictos emocionales.
Quiero demostrar como individuo, a través de la pintura, que debemos mantenernos despiertos en la sociedad, y tener una mayor comprensión de los conceptos básicos de la naturaleza y de la vida en sí misma. Los momentos que sean incontrolables no siempre serán asumidos. Por eso creo que es una alusión de advertencia con una intención positiva.
En mi obra no se trata de dramatizar en exceso, y no por ello está ausente de tragedia. Quiero referirme a lo que cada ser siente por todo aquello que le envuelve, o por la estela que haya dejado en cada individuo sus vivencias del pasado o por los valores inculcados hacia el materialismo, nada liberadores para el espíritu humano, sino por todo lo contrario, para ser un medio de presión o de esclavitud”.
Elena Cué: ¿Qué ha supuesto para usted el reconocimiento internacional? ¿y el consiguiente éxito comercial?
Yue Minjun: “Para mí ha sido muy importante la repercusión social que han tenido mis obras y la divulgación de estas en el país donde vivo porque ello ha generado mi crecimiento personal y mi reconocimiento artístico.
Me congratulo de saber que la gran mayoría de mis obras son reconocidas por mucha gente, y esto ha contribuido a la reflexión y comprensión de la forma que usamos los artistas para comunicarnos con la sociedad”.
Elena Cué: ¿Cuál es el futuro de su pintura? ¿a qué responde la deriva de su reciente obra?
Yue Minjun: “Ha habido grandes cambios respecto a mi creación. Dadas las diferentes etapas influenciables en mi vida, tal como la Revolución Cultural o la época de reforma y apertura. En realidad, a partir de los años 80, ha sido una época muy importante y referente por ser un período de grandes cambios sociales.
Por supuesto, estos cambios se refieren, en mayor parte, al crecimiento materialista. Después, mi interés creció por encontrar las raíces y el origen de la risa en mi obra. ¿Por qué se ríe? ¿Por qué se tiene este estado y esta expresión de risa? He llegado a comprender que es por mi propia cultura tradicional. Como consecuencia de mi reflexión sobre la risa, he relacionado muchas de mis obras con el laberinto, lo que tiene en común con la cultura tradicional, intentando expresar un sentimiento de confusión, de pérdida, y un proceso de búsqueda interior en comunión con el dolor”.
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Esta entrevista a Yue Minjun fue publicada el 7 de enero de 2014, en el diario ABC. Además de colaborar en ese diario, su autora es creadora del blog http://www.alejandradeargos.com, dedicado a temas de arte y filosofía.