Lo que dejó la tempestad
Lisbeth Salas©
Los “Unitarios” de RCTV
En los años 80, Radio Caracas Televisión, RCTV, produjo unos programas maravillosos que fueron llamados “unitarios”; algunos de ellos basados en hechos reales; otros constituyeron la mise en scène de cuentos y novelas cortas de autores prestigiosos, como el inolvidable Ciclo de Oro de Rómulo Gallegos.
Recuerdo con mucha nostalgia Los inmigrantes; contó con la participación estelar de Carlos Cámara y Henry Zakka (Doménico y Abraham, respetivamente) quienes son los encargados de darle vida a estos personajes donde se narra la historia de dos hombres europeos que deciden establecerse en Venezuela; comienzan recordando su llegada al país; un barco y el «Va’ Pensiero» de la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi.
Así también, protagonizado por Raúl Amundary. y Miguel Ángel Landa, se produjo El Asesinato de Carlos Delgado Chalbaud; miniserie escrita por José Ignacio Cabrujas y dirigida por Román Chalbaud.
En cuanto a Gómez I y Gómez II, también de José Ignacio Cabrujas, fueron dos series centradas en la historia del dictador Juan Vicente Gómez, cuya interpretación fue magistralmente realizada por Rafael Briceño. Anunciaban lo que hoy vemos tan en boga en Netflix, producciones que en sus épocas tuvieron difusión internacional.
Jirones de nuestra Historia que, quizás, puedan servirnos para hacer un patchwork de esa Venezuela que aún respira dando señales de Vida.
Corina Yoris-Villasana
Lonely Planet: Pandemonio (Guía turística)
Tumba, La
El impetuoso escándalo de la ciudad se convierte en plúmbeo silencio para los disidentes políticos encerrados entre las cuatro paredes de esta zona de detención, en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, ubicada en la céntrica Plaza Venezuela. Es uno de los puntos de interés ubicados en la urbanización Los Caobos, al este de la ciudad capital. Inicialmente diseñado como una planta de oficinas para el Metro de Caracas, la pieza arquitectónica conocida como “La Tumba” es un sótano quince metros bajo tierra en donde hay siete habitaciones, mejor descritas como “celda”», de unos dos por tres metros, con paredes, suelos y techos pintados de blanco, además de un lecho de cemento del mismo color. Dentro de cada una, la luz artificial brilla a todas horas, todos los días del año. El tiempo de estancia promedio de los visitantes es extenso y el efecto sobre la salud mental es de pronóstico reservado.
Michelle Roche Rodríguez
Museo de Arte Contemporáneo de Caracas
Desde su inauguración el 20 de febrero de 1974 y bajo la dirección de su fundadora Sofía Imber, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas introdujo un cambio en las prácticas museísticas de América Latina. Fue pionero en la concepción del museo como herramienta de comunicación, abierto a la educación y atención a las comunidades, con el primer programa de atención territorial a través del Museo-Bus. Desarrolló sedes regionales y en zonas de poca atención cultural, cercanas a los barrios de Caracas. En las exposiciones alteró la perspectiva cerrada de comprensión de lo contemporáneo, al introducir muestras de disciplinas extra-artísticas como el diseño textil, la artesanía o el arte popular, siempre de alta calidad. Ya desde su primera década, se realizaron exposiciones memorables de Paul Klee, Colección Museo de Arte Moderno de Nueva York, Henry Moore, Fernand Léger, El Espíritu Dadá, Carlos Cruz-Diez, Jesús Soto o Robert Rauschenberg, entre otras. Su aporte principal fue la Colección de 4.235 obras de los creadores centrales del siglo XX: 147 piezas de Picasso, Braque, Miró, Chagall, Matisse, Monet, Kandinsky, Poliakoff, Lucian Freud, Tápies, Henry Moore, Fernando Botero, Francis Bacon, Jesús Soto, Marcel Duchamp, entre otros. Impuso una elevada calidad gerencial y profesional del equipo de trabajo, que motivó el desarrollo de nuevos museos.
El 21 de enero de 2001, fue decretada por el régimen la destitución de los directores de los museos y a partir de entonces se inició el desmantelamiento de la institución. Institucionalmente se desató una inclemente persecución al personal formado por Sofía Imber, en algunos casos con falsas acusaciones de malversación de fondos que jamás pudieron ser demostradas. La deriva de directores designados por cortos períodos impidió el desarrollo de un proyecto museístico coherente, centrado en los estudios de la Colección y la realización de exposiciones de calidad. Patrimonialmente, la falta de mantenimiento de la sede ocasionó un severo deterioro en las condiciones de las bóvedas, salas de exposiciones y oficinas, con amenaza de daños a las obras de la Colección. La situación de abandono se agravó durante los años pandemia, propiciando el robo de piezas significativas por parte del personal de seguridad. El sucesivo cambio de nombre por el de “Armando Reverón” para intentar borrar la labor de Sofía Imber trajo consigo una enorme desorientación en el perfil del Museo, que es una de las instituciones en condiciones más dramáticas actualmente.
María Luz Cárdenas
Nuestra Señora de Caracas
“En la antigüedad, existían ciertas certezas que ocurrían y se repetían anualmente con exactitud, empezando por los ciclos de la naturaleza. El hombre de alguna forma sabía lo que venía, y podía predeterminar cierto desenlace y prever una acción. En la modernidad, en cambio, el futuro debe ser inventado por la falta de certezas. Tenemos hoy en día la nostalgia por un futuro que se va deshaciendo. Nostalgia por cosas que no hemos tenido, al mismo tiempo que inventamos falsas historias de un futuro que anhelamos, como si ya lo hubiésemos perdido.
Las ruinas que tenemos hoy en día son fruto de estructuras fundadas con una base falsa, donde las imágenes prevalecieron sobre la esencia de lo que era moderno. Autopistas, edificios, centros comerciales, plazas, hospitales, monumentos, casas, que simbolizaron una época y que imitaron y en ocasiones hasta sobrepasaron una ideología moderna, pero en realidad no tuvieron una base ideológica por detrás que las sustentara. La modernidad se llevó a cabo como una especie de destino, pero sin la base fundamental de ser historia. Ahora estamos parados sobre estas ruinas, y no sabemos qué hacer con ellas, nos sobrepasan sus dimensiones y su magnitud, van más allá de nosotros. Estamos condenados a tener por siempre una nostalgia por un futuro que se desvanece”.
Julieta Omaña Andueza
*Fragmento de la novela Nuestra Señora de Caracas.
País Potemkin
La expresión “Pueblo Potemkin” tiene su origen en la Rusia de Catalina la Grande y hace alusión a villas inexistentes o a falsas fachadas. En la primavera de 1787, la zarina anunció una inminente visita a Crimea, provincia que estaba a cargo del mariscal Gregori Potemkin. En cuestión de semanas, Potemkin ordenó fabricar fachadas para recubrir las edificaciones en ruinas y a lo largo de la ruta de la comitiva colocó decorados que representaban graneros repletos de trigo, escuelas, hospicios y rebaños, exigiendo a los lugareños a mostrarse festivos. En realidad eran meros escenarios que encubrían la miseria de la región.
Otro ejemplo es el pueblo de Kijŏng-dong, única localidad norcoreana visible desde Corea del Sur. Solo se observan las fachadas y a lo lejos se escuchan las voces y la algarabía de una población trabajadora y feliz. En realidad es un decorado habitado por una docena de operadores que a diario encienden y apagan las luces y el sistema de sonido. Un parque temático a lo Disney para representar el progreso bajo la feroz dictadura.
Es imposible evadir las analogías con la Venezuela chavista y sus “Ejes de desarrollo”, la “Producción endógena”, “Las centrales azucareras revolucionarias”, “El Ministerio de la Felicidad”, “El río Guaire potable”, “El gasoducto hasta la Patagonia”, “La red nacional de trenes del pueblo” y el “País potencia”, entre tantas otras ficciones que pregonó Chávez en su reality show. Mentira, miseria y corrupción es lo único que ha producido en 21 años el país Potemkin.
Edgar Cherubini Lecuna
Nuestro Guernica
Antes de llegar definitivamente a España en 1981, el Guernica de Picasso viajó por París, Londres, Chicago, Nueva York. Todo el mundo supo sobre la guerra, conmovidos por los crímenes cometidos, los gritos de las madres, el dolor del caballo herido, la larga noche oscura. Al haber sido pintada, la tragedia de una sociedad divida en dos pudo irse de tour por el mundo para que otros se enterasen, mientras que el pueblo de Guernica en la región vasca seguía herido y sangrando. Me pregunto cuánto más durará el tour de nuestra Guernica, cuándo regresaremos a casa, definitivamente, para refundar la República.
Paola Romero