Por MARTA DE LA VEGA V.
In memoriam por Francisco Bravo
El 20 de junio de 2022 cumpliría 88 años el pensador F. Bravo, que ha dejado huella entre alumnos y colegas por su rigor y meticulosa exigencia como profesor y por el ejemplo admirable de su esfuerzo investigativo.Tejió un entramado denso y eruditode textos construidos con hondura y pasión de filólogo, sobre todo en su madurez reflexiva, con destacados aportes en la filosofía griega antigua, en especial trabajos sobre Platón y Aristóteles.
Su fervor era tal que, para no olvidar la lengua griega, todas las mañanas, como gozoso ejercicio, recitaba en voz alta largos pasajes de la Ilíada o de la Odisea, Diálogos platónicos o poesía, por el placer del saber. Su trabajo sobre las ambigüedades del placer se forjó igualmente de una experiencia personal de ausencia, de vacío, de privación de una presencia que le fue muy cara en el crepúsculo de su existencia, dolor que convirtió en magistral comprensión de la esencia de la vida humana, a la vez deseo, entendido como búsqueda, vacío y punto de partida para el placer, que es, “en la realidad de los hechos, una fuerza y un principio de acción innato y universal” (p. 251). Pese a ser un elemento de la naturaleza humana, esta “materia de la conducta humana” es ciega si no es “modelada o sometida al control de la razón” (p. 242).
Nacido en Cuenca, Ecuador, en 1934, trazó un periplo intelectual fecundo hasta llegar en 1972 a Caracas, que lo llevó, desde la rebeldía de sus años juveniles en contra del anquilosamiento de la jerarquía eclesiástica católica, al pensamiento cristiano disidente con su obra sobre Martin Lutero, publicada en Vitoria, en la editorial Eset en 1963, El sacerdocio común de los creyentes en la teología de Lutero.
En 1966, bajo el influjo de las ideas renovadoras de la ética cristiana que impulsó el Concilio Vaticano II presidido por el papa Juan XIII y de la revolucionaria Teología de la Liberación que influyó políticamente en varios países de América Latina, no solo dejó la vida religiosa activa y se afilió al esfuerzo educador del equipo de Iván Ilich en Cuernavaca, México, sino que publicó Cristología y pastoral en América Latina, en la editorial Dilapsa de Santiago de Chile. En 1967, en la University of Notre Dame Press, publica Christ in the thought of Teilhard de Chardin, traducida del español por Cathryn B. Larme.
Su libro, publicado en francés, en 1970, en Les éditions du Cerf, y simultáneamente en español en la editorial Terra, de Barcelona, sobre la visión de la historia según el sacerdote Pierre Teillhard de Chardin: La vision de l’histoire chez Teilhard de Chardin, revela la preocupación de Bravo por estudiar, desde el cuestionamiento a la rigidez de los dogmas, a otro pensador cristiano que siempre aspiró a una fe no reñida con la razón, pero a quien sus superiores de la orden jesuita prohibieron enseñar desde 1926; a quien en 1927 le fue negado por la Santa Sede el imprimatur de su trabajo Le milieu divin y otros libros posteriores, muchos de los cuales solo póstumamente fueron publicados.
Teillhard de Chardin, perseguido, algunos de sus textos condenados en 1962 por la Congregación para la Doctrina de la Fe “por errores doctrinales y ambigüedades”, cuyos hallazgos ponían en tela de juicio “verdades” tradicionales de la Iglesia Católica, fue un modelo para el pensador ecuatoriano en su búsqueda incansable por el saber y el placer de encontrar la verdad sin cortapisas, sometida a las únicas autoridades de la razón y el discernimiento reflexivo.
En 1985 Bravo publica su investigación postdoctoral, Teoría platónica de la definición, reeditada en 1992. Ética y razón es publicada por la caraqueña Monte Ávila en 1989 y la segunda edición en 1992. Su última obra recoge estudios previos alrededor de los Diálogos de Platón, con interesantes discusiones y críticas a las interpretaciones de otros estudiosos y aparece como volumen 17 de los International Plato Studies, Academia Verlag, Sankt Augustin, 2003. Se trata de Las ambigüedades del placer. Ensayo sobre el placer en la filosofía de Platón.
Un exhaustivo análisis fenomenológico del tema pone en el centro de atención el debate actual de la ética y su relación con el placer, para acercarnos a la eudaimonía, la “felicidad” como supremo fin humano, mediante un “hedonismo ético eudaimonista”, y psicológico, que consiste en la plenitud, en la simbiosis entre placer y virtud, en la realización de los verdaderos y mejores placeres como meollo de “la vida buena”. Los placeres falsos, al contrario, nos alejan de la “vida buena”.
Dos conclusiones de los diálogos Filebo y Leyes, el último escrito por Platón: “Los placeres más vivos son aquellos que van precedidos de los deseos más intensos” (Fil. 45b 3-4). Pero no se trata solo de placeres corporales; también la fama, el honor o la virtud son verdaderos placeres”. No todo placer es bueno: “Es importante entrenar a los jóvenes en un disfrute correcto de los placeres, es decir, en un disfrute asociado con la virtud” (Leyes I 635 a-c, II 659 d-e).
Este desafío es crucial en la época contemporánea, cuando la anomia moral del “todo vale” y un narcisismo individualista del “sálvese quien pueda” atomizan la esencia de la humanidad en lo que tiene cada vida humana de poder superarse a sí misma, de trascender, de conciliar placer y virtud.