Por DAVID RUIZ CHATAING
El 22 de octubre de 1970, en las aulas del antiguo Colegio América, en San Bernardino, inició sus actividades la Universidad Metropolitana. Entre sus promotores, se destacan Don Eugenio Mendoza Goiticoa, Cecilio Acosta, Olinto Camacho, Jesús Alberto Rivas y José Antonio Pizzolante. Allí están las fotografías de los años 70, donde un iluminado grupo dibuja bajo el sol, con sus brazos, en 100 hectáreas de terreno montañoso, el hermoso campus universitario que hoy está emplazado, en las cercanías del Cerro el Ávila. Fueron muchos los avatares que se tuvieron que superar: existía un barrio, el Ezequiel Zamora. Hubo que dialogar con sus trescientas familias para que vendieran sus viviendas. Al final, la jefa de la comunidad, una humilde y trabajadora mujer, exigió que para cerrar los acuerdos se organizara una fiesta y que bailara con ella joropo Eugenio Mendoza. Se hizo el jolgorio, con sancocho y todo, y Mendoza bailó con la recia señora. Luego, un día, se paralizaron los tractores porque se encontró un “entierro” de morocotas. Las monedas de oro desaparecieron tan misteriosamente como se encontraron y los trabajos pudieron continuar.
Más allá de las anécdotas −narradas por Pablo Pulido− de los ingenieros y de quienes donaron el terreno, se encuentran quienes concibieron la idea de la Universidad Metropolitana. Unos años antes, en 1964, se comenzó a gestar el proyecto y se interesó al empresario y reconocido filántropo Eugenio Mendoza para concretarlo. La idea era fundar una nueva universidad privada, laica, cuya fortaleza consistiera en ofrecer carreras tecnológicas y científicas cuyos egresados tuvieran también una formación en valores humanísticos, democráticos y fueran emprendedores. Una universidad que uniera tecnología, creer en el país, en su cultura, en sus valores. Una entidad, un proyecto sostenido por un equipo de gente lúcida que llevara a la práctica las ideas. Y que lo que se hiciera tuviera sustentabilidad. 1970 es un año clave en la Historia de Venezuela. Políticamente se han sucedido tres gobiernos democráticos (Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera, en pleno ejercicio). La economía comenzará a dar signos de agotamiento sustentada en la política de sustitución de importaciones. Luego de la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, Arturo Uslar Pietri, entre otros, plantea que hay que disminuir la presencia del Estado en la economía; había que fortalecer la raquítica sociedad civil existente en Venezuela. Los cuadros gerenciales formados en la empresa privada debían coadyuvar en el proceso de desarrollar una economía privada poderosa y un Estado eficiente. Todo ello para darle más vigor a una sociedad, con un Estado excesiva y peligrosamente fuerte. En esos años setenta el presidente de la República, Rafael Caldera, exponía que Venezuela era el país latinoamericano con mayores perspectivas de alcanzar un pleno desarrollo. Estos escritores e intelectuales, como Uslar Pietri, tenían como norte de sus proyectos un humanismo democrático consistente en ensanchar el régimen democrático, las libertades, la justicia social y la elevación de la cultura en un país que recién salía de un profundo atraso y de una inabarcable ignorancia. También hubo intelectuales, como don Pedro Grases, especialmente, que desde muy temprano también se interesaron en colaborar con la creación de la nueva universidad. En la tertulia semanal de don Pedro Grases se discutió, en muchas sesiones, el porqué y el para qué de la nueva institución de educación superior. Incluida en estas reflexiones la idea de la donación de su enorme colección humanística. A partir de una vieja amistad con Mendoza Goiticoa, Arturo Uslar Pietri y Pedro Grases aportaron espiritualidad y cultura al proyecto. Esa relación de los intelectuales con la Universidad Metropolitana la entroncamos con nuestros proyectos de investigación sobre el Pensamiento Venezolano y de allí surgió el concepto de organizar un Foro sobre “Pensamiento Venezolano Contemporáneo”, en el marco de la conmemoración de los 50 años de la Unimet. El lunes 17 y el miércoles 19 de febrero próximo pasado, en el Auditorio Manoa del Centro de Estudios Latinoamericanos Arturo Uslar Pietri (Celaup) se reunió un numeroso y distinguido público conformado por estudiantes, empleados administrativos, profesores y directivos de la Unimet. El doctor Pablo Pulido, presidente de la Fundación Universidad Metropolitana, disertó sobre la fundación de la institución y sus vínculos con Eugenio Mendoza; el profesor e investigador David Chacón expuso el periplo vital de don Pedro Grases; Rafael Arráiz Lucca conversó, desde su magistral dominio de la lengua castellana, sobre el tránsito de Uslar Pietri del estatismo al liberalismo y desde su supuesto elitismo a la democracia representativa. La jornada siguiente, el día miércoles, la profesora Nancy Requena trazó la vida y la obra de don Ramón J. Velásquez, en especial, sobre sus ideas educativas, sobre el Velásquez periodista, el historiador y sobre su condición de presidente de la Descentralización. Por cierto, que la voluminosa colección de Ramón J. Velásquez también forma parte hoy día del acervo cultural de la biblioteca de la Unimet. Finalmente, el doctor Alfredo Rodríguez Iranzo esbozó la vida, la obra y la acción universitaria del filósofo cristiano y diplomático de origen tachirense Manuel Antonio Pulido Méndez.
Retomando algunas reflexiones sobre los diversos ponentes, Pablo Pulido recuerda que la época de la fundación de la Unimet prevalecía un país en crecimiento, pletórico de energías. En la Universidad Central de Venezuela, un grupo de arquitectos, entre los que se encontraba Fruto Vivas, impulsaba nuevas visiones de la arquitectura. Hacia los años que tratamos, Eugenio Mendoza era un empresario consolidado: había creado unas 47 empresas. También había establecido fundaciones de hondo sentido social: la Fundación Venezolana Contra la Parálisis Infantil (1942). Ya alcanzada la cúspide, se interesó en preocuparse y ocuparse del país. Igualmente ofrece su aporte al arte y la cultura con la Fundación Mendoza. Para desarrollar la idea de la Universidad Metropolitana, un equipo de trabajo visitó la Universidad de Monterrey (muy vinculada con el sector empresarial mexicano), el tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Navarra, Harvard y otras instituciones de educación superior de América Latina y el Caribe. Su primer equipo rectoral se conformó con profesionales y técnico provenientes del mundo político, de la empresa privada y la academia.
De la disertación del investigador y bibliógrafo David Chacón perduró en nuestros oídos el desempeño de don Pedro Grases como historiador cultural, de las ideas y bellista insigne. Compilador, junto con Manuel Pérez Vila, de la Colección Pensamiento Venezolano del siglo XIX bajo la coordinación del doctor Ramón J. Velásquez. Chacón recuerda que, en tiempos de la administración del doctor Luis Herrera Campíns, el presidente socialcristiano le preguntó a Pedro Grases qué quería de regalo en sus setenta años: don Pedro Grases pidió una sede para sus libros en la Unimet. Y el local se construyó para resguardar tan valiosa colección, de la cual David Chacón traza la historia.
Rafael Arráiz Lucca, siempre didáctico, recuerda los orígenes de la formación de Arturo Uslar Pietri. Positivista, agnóstico, siempre sustentando sus ideas en la ciencia, en sus propias búsquedas y experiencias. Arráiz Lucca, como ya dijimos, traza la evolución de Uslar del estatismo al liberalismo y a la democracia representativa. Se deshace, un poco, esa idea de un Uslar Pietri que consideraba que el pueblo venezolano no estaba preparado para la democracia. Arráiz Lucca apela a la comprobación documental con un discurso de Arturo Uslar Pietri en 1944 en una Asamblea interna del oficialista Partido Democrático Venezolano (P.D.V.) en el cual señala que una auténtica democracia es la que se sustenta en el sufragio universal, directo y secreto y no en elecciones de segundo, tercero o cuarto grado.
La profesora Nancy Requena disertó, por su parte, sobre el Ramón J. Velásquez historiador, político, periodista y su aporte al rescate documental que permitiese construir una historia científica de Venezuela. Velásquez fue protagonista de la historia de Venezuela, por lo menos desde los años cuarenta. Fue el presidente de la Copre en los ochenta, comisión de donde surgió, por ejemplo, la elección directa de alcaldes y gobernadores de 1989. Fue el presidente de la descentralización durante su mandato interino de 1992-1994. Velásquez hizo de la descentralización una política de Estado. Fue un estadista y un héroe civil. Fue su voluntad que sus libros también formarán parte de la Biblioteca de la Universidad Metropolitana.
Don Alfredo Rodríguez Iranzo, por su parte, trazó la vida, la obra y la trayectoria en el ámbito universitario del filósofo cristiano, de origen tachirense y diplomático Manuel Antonio Pulido Méndez. En su Rectorado de la ULA, a partir de 1937, inició una serie de reformas que modernizaron y acercaron al pueblo a la universidad merideña.
Fueron dos hermosas y largas jornadas que evidencian el vínculo de importantes intelectuales, hombres de cultura, héroes civiles, algunos estadistas, con la forja y desarrollo de la Universidad Metropolitana. Que siga la celebración cumpleañera.
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