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El paso errante: hacia una ética para infractores

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“No hay dialécticas simples: en los relatos las fronteras se diluyen. Los ámbitos se superponen y las jerarquías, los géneros, los oficios se confunden. La condición humana es imperativa, sobre todo cuando implica destrucción o derrumbamiento”

Por JUAN PABLO GÓMEZ COVA

Los helicópteros sustentan el vuelo por medio de alas giratorias, propulsadas por rotores horizontales. Es decir, el giro continuo sobre sí mismo permite alcanzar la altura y la estabilidad necesarias para un trayecto que posibilita una amplia perspectiva panorámica, bien sea desde el movimiento o desde la quietud. En este sentido, los doce relatos contenidos en Ética para infractores —del autor Camilo Bogoya— constituyen una perspicaz mirada hacia puntos difíciles de discernir de la historia reciente colombiana, en la que, por cierto, los helicópteros no suelen traer buenos recuerdos. Entiéndase con “historia reciente” no sólo el conflicto armado, los dramas colectivos de la supervivencia y las sostenidas crisis nacionales, sino, sobre todo, las catástrofes personales, las sinuosas cavidades emocionales. La gran pregunta subyacente es: ¿cómo contarlo?

No hay dialécticas simples: en los relatos las fronteras se diluyen. Los ámbitos se superponen y las jerarquías, los géneros, los oficios se confunden. La condición humana es imperativa, sobre todo cuando implica destrucción o derrumbamiento; es decir, posibilidad de nuevos comienzos. Casi todos los personajes/narradores son (o acaban siendo) cronistas, periodistas, escritores de ficción. O son hondos observadores de las consecuencias circundantes del opresivo pasado.

Los narradores van dando con sus propias claves de interpretación; sólo los relatos afianzan la perspectiva memorable: “Para eso sirven los amigos, para que te abracen cuando acabas de confesarles que eres un canalla”. Hay que inmiscuirse en las inadecuaciones entre ética y humanidad. ¿Quién puede medir el forjamiento de carácter o la madurez que proporcionan las conductas reprochables? O al revés, ¿quién puede alcanzar la expresión verdadera vislumbrándose a sí mismo sin máculas? Por medio de la escritura, algunos de los infractores descubren una ética propia; esto es, cierto sentido del honor, una secreta dignidad. Construyen una poética del equívoco, de la que son víctimas y victimarios a la vez. ¿Qué sentido tendría la escritura sin la infracción previa?

El emponzoñamiento de la pobreza, los cruces entre guerrilleros y militares, las mafias del adentro y del afuera, la violencia, la tortura, la diáspora, Camilo Torres, la Universidad Nacional y, sobre todo, los anhelos de huida que son otras formas de amar… todos son elementos que se yerguen como leitmotivs de cuerpos desesperados por alcanzar sosiego.

Ética para infractores contiene relatos delicados, perspicaces y severos que deambulan entre los farragosos caminos de la violencia y el dolor como simples pretextos para derrochar una poética de la ternura porque la poesía, incluso la mala, es mejor que la guerra. “En todo esto hay una frase que no sé si va al principio o al final. Una frase o un castigo: hay que escribir la historia de la nación, como si uno tuviera el cuchillo en la garganta”, cierra diciendo el periodista González en su relato del desmoronamiento. Pero la frase es aplicable a todos los cuentos.

Reticencias, elipsis, lirismo, sordidez e intertextualidad nunca incurren en el exceso. Bogoya logra deslastrarse de la angustia de muchos de sus narradores/personajes. Uno de estos se afana: “Solo tenía que ser consistente, acordarme de lo que decía, no hay nada más inquietante que un narrador que se contradice, que pierde el hilo, como si no comprendiera lo que narra ni supiera a dónde nos lleva”. La ilación permite la confluencia de historias, el cruce de anécdotas y personajes. Maravillosamente escritos e hilvanados, en su conjunto, estos cuentos ofrecen un retrato entrañable de unas vidas girando, como las hélices del helicóptero, en torno a unas mismas obsesiones porque el efecto que persiguen es, por fin, alzar el vuelo.


Ética para infractores. Camilo Bogoya. Ediciones Dyskolo, España, 2024

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