Por ÁNGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCÁN
Urdaneta, Rafael Urdaneta, es el héroe zuliano sin rostro: su opacidad es un misterio que ni las estatuas ni los retratos del héroe han logrado paliar. Representa la concesión de la historiografía caraqueña dominante encargada de esparcir héroes regionales cuales planetas en interminable traslación alrededor del sol mayor: Simón Bolívar.
Urdaneta fue calificado como El Brillante por parte de los rituales de una Venezuela Heroica (1883) que diseñó la identidad del venezolano bajo el supuesto de provenir de una Edad de Oro impoluta y legendaria bajo el fragor de una Guerra de Independencia (1810-1823), calificada erróneamente de liberación, que dio nacimiento a la venezolanidad luego de transitar los funestos siglos coloniales hispánicos lanzados al desprecio del olvido.
El poder en Venezuela suplantó la historia por el mito e hizo de una guerra cruel, la matanza entre hermanos de la que muy bien escribió Vallenilla Lanz (1870-1936), una gesta patriótica llena de virtudes marciales disculpando a la muerte. Presentar el retrato mundano de estos héroes, incluso, sus villanías, no está permitido. Norberto José Olivar, con su más reciente trabajo de ficción literaria, lo asume de una forma inteligente y valiente.
El Oscuro Señor V nos traslada en el tiempo para utilizar los recuerdos de Rafael Urdaneta y su esposa Dolores Vargas, en un dramático ajuste de cuentas antes de expirar el primero en París en 1845. Junto a ellos cobran vida y renacen dentro de la magia creadora del autor un llamativo y perspicaz Rafael María Baralt, nuestro primer gran historiador nacional, y el maestro Simón Rodríguez, personaje inclasificable e irreverente. Norberto Olivar los pone a todos a tertuliar en torno a lo que fueron sus vidas en el marco de la atroz Independencia en la Costa Firme (Venezuela y Nueva Granada).
Todo escrito es autobiográfico. Si en un Vampiro en Maracaibo (2008), su novela más laureada y conocida, existe una ironía festiva con una comicidad a rienda suelta sobre un Drácula maracucho y asesino en serie, en El Oscvro Señor V hay por el contrario una solemnidad triste bajo la pesadumbre de sus protagonistas. Es mentira que se puede recrear el pasado: todo pasado termina reducido a cómo vivimos en el presente. Y Norberto Olivar presenta, como en el cuento de Edgar Allan Poe (1809-1849) “La caída de la casa Usher” (1839), la doble caída de Venezuela, la que ocurrió en la Independencia hace 200 años atrás y la que ha sucedido en la Venezuela de los últimos 20 años, aunque no haga referencia a ello.
Urdaneta es recreado desde una humanidad insospechada. Por primera vez los zulianos y venezolanos en general podemos simpatizar con un héroe que es capaz de tener remordimientos de conciencia y padecer los tormentos que esto acarrea por sí mismo. “Soy un soldado, Dolores, no un asesino”. Frase lapidaria que hace tabla rasa a la falsa dicotomía entre unos paladines por la libertad enfrentados a los sostenedores del despotismo monárquico. El Rafael Urdaneta de Norberto Olivar se permite censurar el Decreto de Guerra a Muerte (1813) como la frontera que cercenó de un tajo los ideales que dieron inicio a nuestra Independencia a partir del 19 de abril de 1810 para llevarla a un vacío infinito de horrores y muertes cuyo triunfo final devino en espejismo.
“Empezamos a matar al que pensaba diferente” es otra impactante confesión de este Urdaneta testamentario y que languidece en un París siempre exultante y festivo. La sin razón; la estulticia; una marcha de la locura parece guiar los destinos de una historia humana que hace de las utopías un baño de sangre. Luego el mito, una ficción decorosa y sublime aunque engañosa, se encarga de reparar todo el entuerto producido. La “Historia” de uno de los próceres de nuestra Independencia, como lo fue Rafael Urdaneta, es más verídica y creíble, de parte de la limpia y buena prosa de Norberto Olivar, que todas las biografías juntas que hasta el día de hoy se han hecho sobre el militar zuliano.
¿Es historia o literatura lo que Norberto Olivar hace en El Oscvro Señor V? En mi caso, que asumo a la historia como la mejor ficción, entra en el territorio de la literatura. La historia es una falsa ciencia de supuestos mágicos, diríamos que metafísicos, sobre una sustancia temporal ya disipada que llamamos tiempo. Por lo tanto, lo que más encuentro en este libro es una especie de filosofía de la historia: el razonamiento literario o antropológico sobre lo que Norberto Olivar asume como aspectos esenciales o lo que él considera como los más decisivos de la condición humana. “La historia es una lóbrega indagación en el alma de los hombres. Es el drama de los hechos. Nada nítido puede salir de semejante oficio”. Esta afirmación es todo un postulado teórico y metodológico de la manera escéptica y lucida en cómo entiende Norberto Olivar la “ciencia de los hombres en el tiempo” (Marc Bloch).
El Oscvro Señor V está bellamente publicado por Monroy Editor, dentro de un esfuerzo sobre humano de reivindicar el arte literario como fe de vida en una Venezuela reducida a escombros por la actual inculta hegemonía en el poder. Ya ni los héroes de la Patria y los festejos del Bicentenario de la Independencia sirven de comodín para disimular la atroz regresión en el tiempo y las muchas secuelas de la actual tragedia social. Razón por la cual este libro tiene un doble valor: la de ayudarnos a desmitificar nuestro pasado cautivo y la de reivindicar el arte creativo como homenaje a la belleza; a la vida y sus infinitas posibilidades.
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