FEDERICA PALOMERO, POR VASCO SZINETAR

Por MARINA GASPARINI LAGRANGE

Al terminar de leer el más reciente libro de Federica Palomero, Arte latinoamericano: identidad y alteridad, me queda la clara sensación de haber entrado en un territorio donde la historia del arte de Latinoamérica se expresa con la pasión y la curiosidad que dan vida a un conocimiento que se nos transmite en las perspectivas de un mapa que quizás conocemos parcialmente, posiblemente por regiones. Estas páginas quieren ser una invitación a participar en el viaje que la autora nos ofrece: «La bitácora de un recorrido a través del tiempo y el espacio». Ella sabe descifrar la brújula; conoce bien la dirección que es necesario recorrer y es ese dominio el que en este libro nos traza un camino. La fina investigación que da marco y estructura al texto no es ajena a una escritura que atrapa y sabe comunicar los orígenes de una cultura compleja, sus mestizajes y las distintas influencias que le han dado vida. En este trayecto se nos hace partícipes de las transformaciones que, desde la individualidad de los autores hasta la visión colectiva que los reúne, le permiten hablar a la autora del arte de una amplia región geográfica del continente americano. Ella nos adentra en la memoria de un territorio como si se tratara de un itinerario en el que la historia, el arte y con frecuencia la literatura se unen para dar vida y contexto a obras y momentos artísticos que expresan la condición híbrida del alma latinoamericana y, consecuentemente, de su expresión artística. Este viaje es una ventana abierta a nuestra curiosidad. Viajamos para conocer lo extraño, pero también para entrar en contacto con la riqueza que nos ofrece la diversidad de herencias visibles que culturalmente recorren Latinoamérica. Leo Arte latinoamericano: identidad y alteridad con lápiz en mano: anoto, subrayo, regreso a algunas de las páginas ya leídas. Me detengo en la descripción de las imágenes con que Théodore de Bry imaginó a los indios americanos que nunca vio, así como en las palabras que Federica Palomero dedica a los ángeles arcabuceros. Leídas como las leo, en voz alta, estas imágenes son un llamado a escudriñar en la rica vestimenta, pero no solamente, de esos seres tocados por el sincretismo de la religión incaica y el catolicismo. Y en este momento en el que enumerar es una manera de valorar, no puedo dejar de mencionar el placer estético y de memoria personal que encontré en la descripción de los profetas en piedra del inigualable Aleijadinho, el lisiadito. Hace muchos años estuve ante ellos; hoy, gracias al libro que nos ocupa, he estado de nuevo. Leo con atención agradeciendo el conocimiento y la pasión que sobre el arte latinoamericano tiene nuestra estudiosa. Este libro, dentro de un gran territorio de países y líneas que marcan fronteras, traza una historia que gracias a las distintas particularidades, son a la vez muchas historias reunidas; todas se relacionan, se corresponden, se reconocen pero también se separan con las peculiaridades que marcan sus divergencias. Continúo mi incursión como quien recorre con la mirada los trazos naranja en zigzag de la cordillera de los Andes o las líneas azules de los ríos que surcan, se ramifican y atraviesan el mapa de América del Sur que en 1618 realizó Lucas de Quirós, venezolano de El Tocuyo, a quien mientras leía el detenido estudio de Federica Palomero, descubrí en una exposición en el Museo del Prado de Madrid. Estas imágenes halladas dentro del mapa son metáforas de una manera de aproximarnos al arte y a sus posibles significados. Mientras en algunas zonas son visibles iconografías de un fluir, en otras podemos dar cuenta de los espacios vacíos dentro de la cartografía, aquellos de superficie desnuda, sin representación, sin embargo, no nos es difícil imaginar el tesón necesario para alcanzar las alturas y las perspectivas de la mirada. Los distintos países de América Latina comparten la lengua, tienen una historia que reconocemos y en la que nos unen muchos de los hilos de su trama, sin embargo, hay que percatarse de la complejidad que lleva implícita la noción de identidad, más aún cuando esta acompaña al arte. Siempre pensamos ser lo que el otro no es. Construimos nuestra identidad señalando al otro como extraño. No obstante, no puedo dejar de preguntarme: ¿qué sería de nosotros sin las fantasías que imaginan y tejen densidades en nuestra alma? ¿Nos reconocemos en la imaginación que crea en el arte? ¿Qué sería de la vivencia de la cultura latinoamericana sin la identidad de los mundos y las realidades creadas por maestros como Diego Rivera, Wifredo Lam o Alejandro Otero? Y es entonces cuando con regocijo tomamos conciencia del saber que tejen los distintos hilos con que Federica Palomero presenta la amplitud de mundos, identidades y otredades que sustentan la creatividad que por siglos ha permitido la expresión con la que distintos artistas nos han legado el hacer y la visión de lo que conocemos como arte latinoamericano.


*Arte latinoamericano: identidad y alteridad. Federica Palomero. Kálathos ediciones. España, 2022.


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