En el recorrido que sigue, su autor no solo ofrece un perfil general de José Antonio Abreu y de El Sistema, también formula dos propuestas. Una, que se reconozca a Abreu agregando su nombre a la sede de la organización (que en lo sucesivo se llamaría Centro de Acción Social por la Música José Antonio Abreu); otra, sugiere que se ponga en marcha una iniciativa a favor de que a El Sistema le sea concedido el Premio Nobel de la Paz 2025
Por FRANK BRICEÑO FORTIQUE
I.
El José Antonio que conocí
Al escribir sobre este personaje se tiende a repetir lo que muchos escritores, periodistas y columnistas eventualmente cercanos a él han escrito sobre los orígenes de su familia en Italia; luego, sobre su vida en Valera, Barquisimeto y Caracas; sus primeros años, así como su multidisciplinaria carrera como clavecinista, pianista, organista, compositor, director de orquesta, economista, educador, político que fue diputado y ministro, gerente cultural, todas actividades que practicó exitosamente, sin abandonar en ningún momento su verdadera vocación de músico, que siempre mantuvo como denominador común, como presencia constante en los diversos numeradores.
José Antonio era un hombre de sólidos principios cristianos y sociales, en los que influyó mucho el padre José María Vélaz SJ, fundador de Fe y Alegría en 1955, con quien mantuvo una estrecha relación y cuya idea de las escuelas que, con esa visión prospectiva que siempre aplicó en todos sus proyectos, fue una chispa fundamental para pensar en las escuelas de música.
Otra persona con quien Abreu tuvo también una estrecha relación fue Arturo Uslar Pietri. Compartían ideas políticas y económicas. A lo largo de los años se influyeron mutuamente. Coincidían en que la prioridad para el desarrollo —tanto económico como social— era la educación, tema que ambos conocían con profundidad: Uslar Pietri, desde arriba, como titular de la cartera de Educación durante el gobierno del presidente Isaías Medina Angarita (1941-1945), Abreu, desde abajo, como estudiante de dos carreras a la vez, una, en la Universidad Católica Andrés Bello, la otra, en el Conservatorio José Ángel Lamas, que dirigía el maestro Vicente Emilio Sojo.
En la primera, José Antonio conoció la mística y disciplina jesuita, que siempre aplicó en sus iniciativas y, en la segunda, comprendió qué es una escuela de música, desde sus requisitos de inscripción, sus pensum, su régimen educativo y el tratamiento debido a los estudiantes. Allí aprendió lo que debía ser o no ser una escuela de música, conocimientos que puso en práctica en las escuelas que creó.
Mis primeros encuentros con José Antonio ocurrieron en la distancia que media entre el escenario y el público, él como intérprete y yo como un espectador más asiduo a la música. Lo oí como clavecinista y organista. Lo disfruté como director y, desde la primera vez que lo vi al frente de una orquesta, me recordó al gran Herbert von Karajan, quien con su batuta sacaba suavemente las notas de los diversos instrumentos que conforman la orquesta. En el caso de José Antonio, las veces que dirigía sin batuta lo hacía con la mano abierta, la palma extendida y firme hacia arriba y el brazo totalmente recto. De una forma u otra emocionaba a quienes lo estaban viendo, incluso a los simples aficionados, sin conocimientos técnicos de música.
Conocí personalmente a José Antonio en un evento a principios de los años 60. Poco a poco fuimos cultivando una amistad llena de mutuo respeto, confianza y afecto. Siempre le agradecí las deferencias que tuvo conmigo. Recuerdo cuando, en 1967, le fue concedido el Premio Nacional de Música Sinfónica 1967, en reconocimiento a sus considerables capacidades como compositor.
El educador. De profesor a Maestro
La docencia fue uno de los puntos fuertes de José Antonio. Creo recordar que comenzó como profesor siendo todavía alumno de la Escuela de Economía en la Universidad Católica Andrés Bello. Dictaba clases de Economía Petrolera, incluso a estudiantes de Derecho. No me extrañaría saber que antes había dado clases en alguna de las escuelas de Fe y Alegría o en alguna escuela de música.
Con el tiempo y ya concentrado en la música, se convirtió en el gran Maestro que fue, formador de varias generaciones, de donde surgieron excelentes directores de orquesta, solistas y músicos que, con su apoyo o sin él, se han esparcido y triunfado en los mejores teatros del mundo y con las orquestas más reconocidas, poniendo en alto el sistema educativo musical, uno de los sueños de José Antonio, hecho realidad con su creación: El Sistema.
Abreu fue merecidamente reconocido por su labor con medallas, premios, doctorados honorarios en música, otorgados por universidades, fundaciones e instituciones musicales, tanto nacionales como de países de los cinco continentes, así como de organismos internacionales dedicados a la educación y la cultura.
En los años 2015 y 2016, un grupo de familiares y amigos de José Antonio intentamos postularlo al Premio Nobel de la Paz. Incluso el embajador Eric Becker Becker hizo viajes a la sede del premio para hacer las diligencias correspondientes, sin los resultados que esperábamos y que él merecía con creces. Entre los argumentos esgrimidos, el principal era y es que Abreu había sido el creador y dirigente de un sistema establecido con muchos años de constantes resultados positivos que, entre otras muchas cualidades, lograba que niños, habitantes de zonas signadas por la violencia, cambiaran sus armas por un instrumento musical.
No obstante, nuestra iniciativa no estaba lejos del merecimiento, pues, previamente, de tres continentes fue objeto de importantes reconocimientos: en 2001 el Maestro recibió el Premio The Right Livelihood Award, Premio Nobel Alternativo, otorgado por la Fundación Right Livelihood, Suecia. Posteriormente, en 2004, recibió el Premio de la Paz para las Artes y Cultura en Artes Creativas otorgado por la World Cultura Open WCO, Nueva York. Y en 2013 fue honrado con el Premio Especial Cultura de Paz en la ciudad de Tokio, Japón, por la Fundación Goi para la Paz. Estos tres son solo algunos de los homenajes y premios que recibió en vida.
Político y embajador por vocación
El José Antonio político aparece a principios de los años 60, alineado con el Frente Nacional Democrático (FND), partido fundado por Arturo Uslar Pietri, entonces senador por URD (1958-1963), con el propósito de lanzar su candidatura a la Presidencia de la República para el período 1964-1969. En esas elecciones Abreu encabezó la lista del FND como candidato a diputado por el estado Lara.
Durante ese período, José Antonio fue la mano derecha de Uslar Pietri en la Junta Tripartita, llamada de alto gobierno, constituida por AD-URD-FND, que eran los partidos que conformaban el gobierno presidido por Raúl Leoni. Se reunía semanalmente, antes de las sesiones del gabinete, que se celebraban con la misma frecuencia. Inicialmente la Junta Tripartita era integrada con la participación de los principales representantes de dichos partidos hasta que, después de un año, Abreu por el FND, y Alirio Ugarte Pelayo por el partido Unión Republicana Democrática —cuyo líder era Jóvito Villalba— se convirtieron en los miembros titulares de la misma. Por cierto, Ugarte Pelayo y Abreu se hicieron muy amigos a través de Esteban Araujo, quien con el tiempo se erigiría como un gran apoyo profesional para José Antonio.
José Antonio ejerció una segunda etapa como político en ejercicio, cuando fue designado por el presidente Carlos Andrés Pérez, en su segundo período (1989-1994), como ministro de Estado–Presidente del CONAC. Por cierto, el presidente Pérez fue quien le dio a Abreu el primer apoyo del Estado en 1974 para la posterior creación de El Sistema.
Y aunque Abreu nunca fue designado embajador por ningún gobierno venezolano, esa fue una carrera que, sin cartera, ejerció de manera implícita en cualquier relación que tuviera con cualquier gobierno u organismo internacional, y fue lo que hizo posible lograr el apoyo para mantener activo a El Sistema, a costa muchas veces de su flexibilidad, que muchas veces fue incomprendida y objeto de críticas. Una vez me dijo, aproximadamente, que “los hombres somos transitorios y por lo que hay que luchar siempre es por la permanencia de las instituciones”. Entonces le respondí: Maestro, recuerde la frase del Quijote que, cabalgando le dice a Sancho, “ladran, Sancho, luego andamos”, y recuerda, mi querido amigo, que tú eres un Quijote al que a veces le toca luchar contra los poderosos molinos de viento. Me imagino que ese espíritu suyo fue el que inspiró el “tocar, cantar y luchar”.
El gerente
José Antonio tenía muchas cualidades que lo hacían destacar como un excelente gerente. Su disciplina, organización, orden, perseverancia, paciencia, mística y sentido de transcendencia. Esta última era un principio, una cualidad que estaba implícita en cualquiera que fuese su actuación. Anotaba todo en una pequeña libreta y era muy puntual al recibir a los visitantes en su pequeña oficina y en devolver llamadas cuando no las podía atender en el momento.
El mejor ejemplo de organización y sentido de transcendencia son el archivo y la biblioteca de El Sistema, en donde están las filmaciones desde el primer concierto, fotografías de todos los visitantes. En pocas palabras, la memoria de El Sistema organizada de tal manera que sigue funcionando como responsabilidad de todos. Siempre trabajó en equipo e irradiaba su mística a quienes trabajaban con él, y que por suerte ha permeado hacia a las nuevas generaciones que hoy siguen su ejemplo.
Justamente para hablar de gerencia, en 1973 desarrollamos juntos una actividad: la organización del seminario Gerencia, Juventud y Futuro para la Asociación Venezolana de Ejecutivos. Se celebró entre el 9 y el 12 de febrero (éste último, Día de la Juventud), en la ciudad de Maracay. Los invitados eran ejecutivos y directores de los sectores público y privado, menores de 30 años. Fue inaugurado por el ministro de Educación de entonces, Enrique Pérez Olivares. Las palabras de clausura estuvieron a cargo de Abreu quien, además, participó con Marcel Granier y Gustavo Cisneros, ambos presidentes de canales privados de televisión, en el panel dedicado a Gerencia y Cultura.
Su discurso de síntesis del seminario todavía se recuerda por su profundidad. Se refirió a cada uno de los componentes del temario, se remitió a lo dicho por los participantes, hizo uso de datos históricos, al tiempo que hacía alusiones al presente y sugería proyecciones hacia el futuro, todo eso expresado con la grandilocuencia que caracterizaba sus intervenciones públicas. Ese día, en vez de un coctel para el cierre, ofrecimos un concierto de la Coral de la Orquesta Sinfónica de Aragua, dirigida por Igor Lanz, con José Antonio Abreu como ejecutante del órgano.
Dos años después, en 1975, crea El Sistema, donde ejerce la dirección técnica y musical. En 1977 me llama y me dice que necesita poner orden los aportes que estaba recibiendo, pues lo que se recibía se usaba para comprar instrumentos. Necesitaba conseguir fondos para pagar las actividades y al personal. Entonces se constituye la Fundación Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, siendo su presidenta la señora Mimí de Herrera Uslar; el secretario, Ignacio Andrade Arcaya; el director técnico, el propio Abreu; y tesorero, el suscrito. Ese fue el punto de partida para la actividad de búsqueda de recursos que desarrollé hasta 1979, momento en que se constituyó la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela —FESNOJIV—. Cuando deja el ministerio en 1994, Abreu regresa a El Sistema, entonces como su director fundador.
Es prudente destacar que el valor de la gestión del Maestro no fue solo armar una organización socio-educativa ejemplar, El Sistema, sino también lo significativo que resultaron sus diligencias ante el Banco Interamericano de Desarrollo —BID—, para lograr los recursos que hicieron posible construir el Centro de Acción Social por la Música, sede actual de El Sistema. A su creación le dedicó hasta el alma.
Estas son las razones por las que he propuesto que este 50 aniversario de El Sistema sea la ocasión para reconocer la inmensa obra realizada por Abreu, añadiendo su nombre a la sede, de manera que en lo sucesivo se llame Centro de Acción Social por la Música José Antonio Abreu.
II.
El Sistema que yo conozco
Escribir sobre El Sistema, cuyo objeto es musical, educativo y social, es hacerlo sobre la que creo es una de las entidades mejor organizadas de Venezuela.
Fue creado por el Maestro José Antonio Abreu, con un inventario inicial de 100 atriles y un alumnado de solo 11 niños que atendieron a la primera convocatoria. Entonces, y a lo largo de su trayectoria profesional, salieron a flote su paciencia y perseverancia, cuyos resultados constatamos hoy en día.
Otra característica ejemplar de El Sistema son las cualidades de su organización, tanto las visibles como las invisibles; las nacionales y las internacionales.
Un ejemplo es la sede del El Sistema, el Centro de Acción Social por la Música. Creado por la Fundación Musical Simón Bolívar, con financiamiento del gobierno nacional y del Banco Interamericano de Desarrollo, fue inaugurado el 12 de febrero de 2011. Quien ingresa a la sede de El Sistema experimenta el cuidado trato que se ofrece al visitante, los protocolos que todo el personal sigue con disciplina ejemplar, el sentido de pertenencia que comparten, desde los trabajadores de base hasta los miembros de la alta dirección. Por todas partes aparecen, como si flotaran, niños y jóvenes que estudian individual o colectivamente. Hay allí un ambiente en el que provoca estar. Provoca volver.
La organización
Comenzando por la dirección, sus prácticas vienen desde los orígenes de El Sistema creado por Abreu, mejoradas con el paso de los años. Aquí es necesario mencionar a Eduardo Méndez, actual director ejecutivo, quien, con su formación académica en Derecho, complementada con el aprendizaje gerencial, destaca entre sus cualidades por el trabajo en equipo, conformado por personas extremadamente competentes, dando así el ejemplo a todos los gerentes de cada una de las partes que conforman el todo de El Sistema.
El Sistema ha tenido solamente tres directores ejecutivos: José Antonio Abreu (1975-1989), desde su creación hasta ser designado ministro de Estado para la Cultura, regresando a El Sistema en carácter de director fundador hasta su fallecimiento; Igor Lanz (1989-2008), quien fue director de la orquesta y coros de Maracay, hasta que pasó a ser parte de El Sistema, incorporándose al mismo, siendo hombre clave en su organización; y Eduardo Méndez (a partir de 2008 y hasta ahora), quien fue la mano derecha del Maestro desde comienzos del 2000. Buena parte de la expansión y modernización institucional de El Sistema ha ocurrido durante su gestión.
Organización nacional
La estructura, tanto organizativa como académica, para trabajar y estudiar es ejemplar. Es la misma atención amable, en las que todos, parodiando a Churchill, tratan de ser útiles en lugar de hacerse sentir importantes, y eso, repito, ocurre a todos los niveles. Puedo dar fe de ello, pues la información contenida en este artículo es producto de las diligentes respuestas que recibí cuando solicité información.
La verdadera dimensión de El Sistema solo se puede estimar y proyectar al conocer sus cifras vigentes al cierre de 2024. A nivel nacional tiene una estructura organizativa, distribuida en las 24 entidades federales y 46 centros académicos regionales, con un total de 443 Núcleos, 2.351 Módulos y 1.071.489 Integrantes, de los cuales 51,22% son niñas y 48,78% son varones. Una plantilla a nivel nacional de 11.262 empleados, de los cuales 9.397 son docentes. De ellos 897 son músicos profesionales.
En paralelo a la estructura organizativa funciona una estructura académica distribuida en tres grandes niveles: el estratégico, que lo conforman la dirección ejecutiva, el consejo académico y la dirección musical; el nivel táctico integrado por la dirección sectorial académica; y el nivel operativo que integra a la dirección del Centro, la de gestión orquestal y coral, la de núcleos, la gerencia estadal, el centro de investigación y documentación, y el núcleo virtual.
Reflejado en cifras, El Sistema tiene 4.942 agrupaciones musicales a nivel nacional, de las cuales 688 son profesionales; algunas de éstas son las orquestas Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, Sinfónica Juan José Landaeta, de Cámara Simón Bolívar, Barroca Simón Bolívar, Latinocaribeña Simón Bolívar, Latinocaribeña 23 de Enero, Simón Bolívar Big Jazz Band, de Rock Sinfónico Simón Bolívar, Alma Llanera, el Venezuelan Sound System, el Sistema´s Fusion Ensemble y la Joven Coral Ángel Sauce.
Programas de desarrollo académico
El Sistema tiene 11 programas, un centro musical y un conservatorio, a cargo de los docentes y músicos profesionales. Los programas son los Académico orquestal, Académico coral, Iniciación musical, Alma llanera, Música popular y otros géneros, Simón Bolívar académico de lutería, Nuevos integrantes, Atención hospitalaria, Académico penitenciario y Educación especial; un Centro académico regional y el Conservatorio de música Simón Bolívar.
En todos, además de lo educativo, está también el ámbito técnico y administrativo, que emplea a 1.865 personas en diversas ocupaciones a nivel nacional.
Independientemente de las bondades de todos los programas, quisiera enfocarme particularmente en dos: el de los Nuevos integrantes y el de Educación especial. El de Nuevos integrantes es un programa que busca acercar a los bebés a la música, desde el vientre hasta los tres años como una forma adicional de acercamiento del binomio madre-hijo a la música y por ende a El Sistema, donde el niño puede después continuar su formación con el programa de iniciación musical y, de allí en adelante, con los programas formación académica que permiten continuar con el aprendizaje musical. El otro es el de Educación especial, dirigido especialmente a niños, jóvenes y adultos con déficit auditivo, visual, cognitivo y síndrome de Down, o cualquier defecto físico o motor. Parte de este programa es el Coro de Manos Blancas, agrupación emblemática a nivel nacional e internacional.
Las fundaciones
Casi desde su creación, la visión prospectiva del Maestro le permitió determinar la necesidad de un apoyo financiero sistemático, de allí que comenzó con una fundación privada, que fue suficiente como tal, ya que sembró a nivel privado esa semilla que siguió dando frutos hasta ahora. He aquí la cronología fundacional:
-1977, la Fundación “Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela”;
-1979, la “Fundación de Estado para la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela”;
-1996, la “Fundación del Estado para El Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela” (Fesnojiv);
-2011, “Fundación Musical Simón Bolívar” (Fundamusical Bolívar).
En suma, el principal aporte a El Sistema está a cargo de la Fundación del Estado que, con diversos nombres y estructuras se han sucedido desde 1974, y con el que se cubren las operaciones. Igual, desde el principio hay aportes nacionales e internacionales, recibidos para la celebración de proyectos especiales.
Los reconocimientos
Desde 1996, en que le fue otorgado a José Antonio Abreu el Premio Nacional de Música, hasta 2024, le fueron otorgados, tanto al Maestro como a El Sistema al menos 130 reconocimientos, entre premios, condecoraciones, medallas académicas, diplomas y botones, tanto nacionales como internacionales.
Proyección internacional
La difusión alcanza a 43 países en los cinco continentes, con 38 programas inspirados por El Sistema. Cuatro en África, 14 en América, cinco en Asia, 14 en Europa y uno en Oceanía.
Paralelamente, El Sistema ha firmado en los últimos cinco años un total de 73 Convenios en los cinco continentes: 39 en América, cuatro en Asia, tres en África, 22 en Europa y uno en Oceanía; además, cuatro Convenios con cuatro organismos internacionales: CAF, Unicef, PNUD, Unitar.
La mayoría de las representaciones de los cinco continentes se han reunido en Caracas en dos ocasiones para celebrar el Congreso Mundial de El Sistema. En el más reciente —septiembre de 2023— se presentaron 120 programas musicales.
Muchos de los famosos directores de orquesta que han visitado Venezuela, no solo a dirigir conciertos en la Sala Simón Bolívar —ubicada en la sede de El Sistema—, sino que han venido a dictar clases a directores locales, músicos profesionales y a estudiantes avanzados, se han erigido en aliados de nuestros directores y músicos profesionales cuando llega la oportunidad de comenzar su respectiva carrera internacional.
Además, algo muy significativo son los 40 músicos venezolanos de carrera internacional, todos excelentes, que son la mejor representación de El Sistema en el mundo, entre directores de orquesta, solistas y artistas del bel canto vinculados con las mejores orquestas en 17 países de cuatro continentes, algunos de los cuales nos permiten disfrutar sus ejecuciones en visitas a Venezuela, que también aprovechan para dar clases a profesores y alumnos de El Sistema.
El propósito social, educativo y musical de El Sistema, cuyo balance de éxitos, inventario de realizaciones y resultado positivos, lo hacen un modelo compartido mundialmente, ya comprobado, lo potencian a ser merecedor de un reconocimiento como el Premio Nobel de la Paz 2025.