Papel Literario

El español de la Venezuela actual (1992). Una visión retrospectiva

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Por ALEXANDRA ÁLVAREZ MURO

El año pasado se cumplieron treinta años de la publicación  El idioma español de la Venezuela actual, publicado como parte de la serie editorial Cuadernos Lagoven (1). Esta edición se hizo para conmemorar los quinientos años del descubrimiento de América. Estos cuadernos reunieron en su momento un conjunto de investigaciones de importancia  en distintas áreas del conocimiento, entre los años 1976 y 1997. Como una forma de la responsabilidad social de esa empresa en 21 años se publicaron 250 títulos, o sea, casi una docena por año, uno por mes. Los volúmenes tenían diseños y fotografías ilustrativas. En ellos se abordaron variadísimos temas, como  educación, geografía, historia, sociología, antropología, zoología, botánica, ciencias e historia de la ciencia, biología,  artes plásticas,  música,   hasta  filatelia. La serie se  completó con videos para televisión, de modo que, además de ser gratuitos los libros, su difusión aumentaba con la serie televisiva.

Los autores que  allí publicaron eran los más altos representantes de sus disciplinas en el momento, una élite de intelectuales. Entre ellos destacan Jacinto Convit, Germán Carrera Damas, Angelina Pollak-Elz, Marcel Roche, María Cristina Di Prisco, Bolivia Bottome, Manuel Rafael Rivero y otros, no menos conocidos. La colección de los Cuadernos fue sin duda un reflejo de la Venezuela de la época, lo que ahora recordamos como la Venezuela democrática, en la que se privilegió  la educación y la cultura. Si se los mira en las circunstancias actuales, la colección se recuerda como uno de tantos símbolos de la “ilustración” de esa época.

Muchos de estos cuadernos fueron producto de la investigación en las universidades venezolanas autónomas, donde florecieron las ciencias y las humanidades en un clima de libertad y de optimismo. Rememorar esta época, cuando estas instituciones languidecen, es revivir con nostalgia una edad de oro.

El idioma español de la Venezuela actual

Este Cuaderno Lagoven fue coordinado y realizado por especialistas en diversas áreas de los estudios  lingüísticos o dialectales dirigido por María Josefina Tejera. Fue escrito por un equipo formado por ella como editora y los profesores Paola Bentivoglio, Enrique Obediente, Mercedes Sedano y por mí, a quien tocó encabezar el prestigioso grupo por razones alfabéticas. El grupo formaba parte del Instituto de Filología Andrés Bello, fundado por Ángel Rosenblat en 1947. Para ese momento, la directora del Instituto era la profesora Tejera. Además se invitó a  Enrique Obediente Sosa, de la Universidad de los Andes, a que hiciera parte del equipo.

El Cuaderno se caracteriza, como todos los de la colección, por su propósito didáctico. Los Cuadernos Lagoven estaban dirigidos a un público general, por lo cual se nos pidió que no hiciéramos uso de vocabulario especializado, es decir, que omitiéramos nuestros lenguajes académicos, escribiéramos de forma “agradable y fácil”. De ahí que una parte introductoria de los artículos sea siempre la explicación de la materia en estudio seguida de los ejemplos. Además, se nos pedía ser breves para poder incluir distintas perspectivas del estudio de la lengua. Una de las condiciones fue que no se recurriera a citas.

Los cuatro capítulos del libro se dedican a estudiar la oralidad, que es el sistema primero de la lengua y el que presenta mayor variedad. Como se sabe, la escritura está más normada que la oralidad, y es por lo tanto más uniforme y menos sujeta a cambios. Los temas se abordan desde un punto de vista sincrónico. El español que se habla en Venezuela es una de las tantas variantes del español.

El libro describe la variedad venezolana y la distingue de otras variantes del español y, especialmente, del que se habla en España. Consta de cuatro capítulos, guiados cada uno por el método de la disciplina correspondiente y por la corriente teórico metodológica del autor. Estos  capítulos son: “La perspectiva sociolingüística”, de mi autoría, “El sistema fonológico del español hablado en Venezuela” por Enrique Obediente, “Morfosintaxis” por Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano y, finalmente, “El léxico como elemento diferenciador” por María Josefina Tejera. En lo que sigue hago una sinopsis del contenido de cada uno de los capítulos del libro.

El capítulo La perspectiva sociolingüística, de mi autoría, se explica que el español es la lengua oficial del país, designada para cumplir funciones administrativas y de gobierno en todo el territorio, además de ser la lengua usada instrumentalmente en la educación y materia de estudio escolar. Conviven con el español  las lenguas indígenas originarias, pero minoritarias. Estas lenguas son orales, aunque se han empezado a escribir usando caracteres latinos.

Como todas las lenguas, el español está en una situación continua de variación y cambio. La variación se produce principalmente en la  entonación o el acento, la morfosintaxis o la manera de construir  palabras y  oraciones; muy importante es  el léxico. En el país se conservan vestigios de tiempos pasados, en el habla rural, como aguaitar, ansina, jumo o fierro.

Hay dialectos o variedades distintas a través de la geografía y variedades sociales que identifican a las comunidades de habla,  es decir, los grupos que comparten las normas de su lengua. La gente tiene la necesidad de identificarse con su grupo y lo hace, entre otras cosas, con su manera de hablar. Lo vemos  en el uso de los pronombres de segunda persona singular en Venezuela:   usted es casi el pronombre único en la región andina,  lo es en la región central que incluye Caracas,  vos se emplea en la región zuliana.

Las variables relacionadas con algún factor del contexto social se llaman variables sociolingüísticas. Entre estas está  la aspiración de la [s] final de una sílaba, es decir, su pronunciación como una [h] o jota suave, o bien su elisión. En Venezuela es  frecuente la pronunciación aspirada [-h] aunque la sibilante [-s] es la que el venezolano medio considera más o menos conscientemente como mejor. La elisión, en cambio, es la variante de menor prestigio, un rasgo indicador del caraqueño, aunque en la juventud de Mérida se ha extendido este rasgo, una región que tradicionalmente había mantenido la [-s] en esa posición.

Asimismo, puede decirse que los grupos de hombres y mujeres forman comunidades de habla diferentes. Ahora lo llamaríamos el género. Los hombres usaban para la época palabras fuertes, las mujeres no. Esto ha cambiado radicalmente en la actualidad, al menos entre los jóvenes.

Además de los factores externos, los llamados factores internos favorecen también la variación. Es el caso de las formas condicionales del verbo, mencionadas anteriormente. Existe la tendencia a terminar el verbo de la apódosis en -ra cuando la condición enunciada tiene alguna posibilidad de realización en el mundo real. Por el contrario, se suele usar  –ría cuando no existe dicha posibilidad. Esto explica el  uso, observado por Chumaceiro, de  si me ganara la lotería me fuera de viaje y de  si  Bolívar volviera a nacer eliminaría a los corruptos; la primera forma posible, la segunda, no.

Desde antes de la llegada de los europeos se hablaban lenguas indígenas en el territorio que hoy es Venezuela. Actualmente, el español coexiste con algunas de estas lenguas que se mantienen en su mayoría en las zonas fronterizas con Colombia, Brasil y Guyana. La población indígena está compuesta por veintitrés grupos étnicos, algunos de  ellos  en proceso de extinción.

Según Esteban Emilio Mosonyi, las lenguas indígenas “constituyen idiomas ricos y complejos, de un alto grado de expresividad y de atributos estéticos muy refinados”. Se ha podido establecer que la mayoría de las lenguas indígenas de Venezuela pertenecen a tres familias lingüísticas: la arahuaca, la caribe y la chibcha.  Desde 1976 se promueve la enseñanza bilingüe en la escuela primaria, así como la participación equilibrada y dinámica de las culturas y lenguas indígenas en la cultura nacional. Sin embargo,  cabe recordar a Páez Urdaneta (1984) cuando señala que toda política del Estado tiende a difundir la cultura oficial. Una política intercultural bilingüe implica necesariamente un cambio de actitud por parte de los hablantes.

Enrique Obediente, autor del capítulo El sistema fonológico del español hablado en Venezuela, después de presentar el esquema de la comunicación oral, sostiene que en el territorio nacional pueden distinguirse dos grandes zonas dialectales, cada una con un patrón fónico propio: la zona caribeña, que caracteriza a la mayor parte del país, y la andina, región en la que predomina el patrón de las tierras altas colombianas.

El trabajo presenta los rasgos de pronunciación de cada una de las zonas mencionadas además de señalar las variantes fónicas estilísticas. El autor se limita a la presentación de los elementos segmentales (o sonidos individuales) del sistema, sin abordar los aspectos entonativos que distinguen las diversas hablas del país.

Obediente termina la descripción del sistema fonológico del español hablado en Venezuela reseñando un hecho que por aquellos años comenzaba a generalizarse: la llamada esdrujulización, fenómeno  suprasegmental que consiste en el desplazamiento hacia la izquierda del acento de la palabra realzando, por consiguiente, una sílaba distinta a la que normalmente porta el acento. Es el caso, por ejemplo, de pronunciar [ú]niversidad por universid[á]d, s[é]nsacional por sensación[á]l, etc.

Las autoras del capítulo sobre Morfosintaxis, Paola Bentivoglio y Mercedes Sedano,  señalan los usos gramaticales que se apartan del modelo estándar. Son usos no solo venezolanos y  pueden indicar cambios generales del español, sobre todo en Hispanoamérica. Otros son de una región del país o de un determinado dialecto.

Describen  los  prefijos y sufijos que presentan variación en Venezuela ya sea por nuevos significados, como -ero, que denotan ‘gran cantidad’ como en mujer-ero, polv-ero, real-ero, etc.  Además, se usan formas que ya no se emplean en el español general, como el sufijo -dera para designar  acción repetida regañadera, lloradera, cantadera, o  con el sufijo –era ‘acción propia de’ como en  loquera. Otro uso característico es el de  -menta y su variante venezolana menta-zón,  para denotar ‘conjunto de’ tiramentazón, ladramentazón. Además, se prefiere -ito para designar algo pequeño, como en pobrecito. Las autoras destacan el uso casi exclusivo del pronombre ustedes para la segunda persona del plural.

Señalan que, en los usos verbales, es más frecuente el futuro perifrástico voy a cantar, que el futuro de indicativo ya voy a salir que se percibe como cercano, mientras que  yo no sé cómo haré está alejado en el tiempo o es de dudosa realización. El pretérito perfecto simple se usa para referir a una acción terminada, hace mucho o poco tiempo: ella lo vio nacer, llegó hace cinco minutos. Asimismo, señalan el uso en el modo condicional de la apódosis en -ra comiera, que se prefiere a la terminación en -se, comiese.

Característico es el uso del verbo estar en vez del estándar ser: cuando yo estaba chiquita. Asimismo, el uso de una forma conjugada del verbo ser cuya función es focalizar,  como en Varios de mis hermanos llegaron hasta sexto grado y se dedicaron fue a trabajar.

María Josefina Tejera resalta, en El léxico como elemento diferenciador, que los cambios que ocurren en el léxico se cuentan por miles y, como prueba, menciona los casi cinco mil términos del Diccionario de venezolanismos.

Hay venezolanismos resultado de las voces indígenas incorporadas al español, como coroto, manare, casabe, arepa, mapire, budare, onoto, achiote. Destacan las voces africanas, como bululú, chimbo y bemba. Señala Tejera el origen de ciertos americanismos a través del uso de un término castizo para referirse a un objeto nuevo, extendiendo su significado, como llamar tigre al león, o almadía a las canoas. Hay cambios semánticos de voces castizas  como el uso de botado como ‘perfecto, extraordinario” o de empañetar, esfiestado  y empate. También se encuentran onomatopeyas, como cristofué, soisola, guacharaca, güirirí, cotúa.. Marca el uso de términos despectivos como carapacho o musiú. 

Anota que las palabras coloquiales tienen un matiz despectivo o jocoso que no tienen los términos estándares: bojote es así sinónimo de paquete; chucuto de recortado; asomado es igual a entrometido; rascado lo es de borracho.  Observa la imprecisión en el lenguaje en palabras como vaina y molleja. En la expresión  formal  tanto en la escritura como en la oralidad, hay palabras que  se hacen prestigiosas entre los hablantes de determinados grupos sociales o generacionales, como egresar por graduarse, occiso por difunto, cancelar por pagar, ubicar por colocar. Otros términos informales pasan al nivel formal como adeco, o maracucho, despectivos en sus orígenes.

Merecen también su atención los préstamos de lenguas extranjeras, especialmente en términos de la técnica o los deportes, como sócate, teipe, guáter, bisté, paltó, tobo, blúmer, guachimán, carro, ful, rin y cli (clip). Otros como clóset, pantry, suéter y también grapefruit, greifú, graifrú, pai, ponqué,  papel toalé. Otros términos han sido productivos como show, en locuciones como robarse el show, montar un show. 

Palabras finales

Como se sabe, las lenguas cambian y la variedad venezolana  no es una excepción. Ello es patente, sobre todo, en las formas de tratamiento en la interacción. Las formas de cortesía han experimentado un acercamiento, de modo que no solamente se trata al otro con menos distancia, sino también  de modo más informal y, en muchos casos, de forma que en el pasado habría sido insultante, cuando lo que se expresa es camaradería. El uso del pronombre de distancia ha quedado para pocas situaciones y posiblemente para  la diferencia jerárquica o en la gente mayor.

Hoy  hay nuevas formas de comunicación, propiciadas por  su difusión masiva, que evidentemente han modificado también los usos del lenguaje. Además, el contacto del  español venezolano es cambiante, pues depende de  razones geopolíticas,  migratorias y  de intercambios comerciales. También, ha influido a la migración de casi ocho millones de compatriotas por la crisis que sufre el país.

Este Cuaderno, tres décadas después, merece seguramente una actualización. El volumen tiene la ventaja para el público no especializado de ser un conjunto coherente y organizado en los distintos niveles de la lengua. Podría pensarse también en añadir un capítulo sobre los usos de la lengua.

Desde la publicación del Cuaderno se han hecho nuevos análisis sobre nuestra variedad y sobre  las regiones particulares del país. Se han hecho estudios en los diferentes planos de la lengua y desde perspectivas distintas (sincrónicas, diacrónicas, sociolingüísticas y dialectales). En este sentido esperamos con mucho interés el libro, en prensa,  Estudios sobre el Español de Venezuela, editado por Enrique Pato, desde Montreal y publicado por Iberoamericana, que mostrará mucho de lo anterior y que será una evidencia de que lamentablemente también la investigación en Venezuela ha migrado, como sus habitantes.

No es un secreto que la investigación en el país ha sufrido las vicisitudes que padecen sus universidades y otros centros de estudio, por el desinterés gubernamental, la negación de  un presupuesto justo para la educación y la investigación y el acoso de diversa índole a estas instituciones educativas. A duras penas, se mantienen las revistas en forma electrónica, gracias al esfuerzo de sus editores y de  los Consejos de Desarrollo de las universidades nacionales.

Tendremos que  trabajar en  investigación y  en preservar el saber, la memoria y la educación de calidad. No habrá calidad de vida, ni desarrollo sin democracia, un país en el que las universidades retomen el lugar que les corresponde, para que sus profesores y alumnos vuelvan a ocupar dignamente sus funciones. En esa Venezuela que nos merecemos, las empresas y  los entes públicos y privados volverán a colaborar y a aportar para colaborar con la educación y la cultura, como fue el caso de Lagoven con los Cuadernos. Esperamos ese día.


*Alexandra Álvarez-Muro es profesora titular jubilada de la Universidad de Los Andes, en Mérida. Licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela,   MSc. en Lingüística y Ph.D. en Sociolingüística de la Universidad de  Georgetown, USA.  Se interesa por análisis del discurso, el estudio de la cortesía, la identidad y el discurso político venezolano, temas sobre los que ha publicado más de un centenar de trabajos.


Referencias

1 La empresa petrolera Lagoven estuvo vinculada al desarrollo social y cultural del país desde su fundación en 1976 y fue la sucesora principal de la Creole Petroleum Corporation cuyas concesiones habían cesado en el año anterior.