Por HELENA ARELLANO MAYZ
«La salvación de este mundo humano no recae en ningún otro lugar sino el corazón humano,
el poder humano para reflexionar, en la humildad humana y la responsabilidad humana»
Václav Havel
«Pero entonces, dice Alicia, si el mundo no tiene ningún sentido,
¿quién nos impide inventarnos uno?»
Alice et autres Merveilles
Fabrice Melquiot/Emmanuel Demarcy-Mota
Me gusta conversar. Escuchar a mis amigos. El diálogo enriquece el espacio compartido. ¡Me hace tanta falta! A veces, delirante como Alicia, llego a inventar a algún amigo imaginario, él pasea conmigo, soñamos juntos un mundo mejor.
Hace ya algunos años una amiga griega, real y concreta, de las que «hacen», se sentó a contarme sobre una idea para un proyecto que tenía en mente. Mi aporte consistió en escucharla con atención, animarla a continuar, y ofrecerle algunas citas de un poeta, humanista, activista, un político checo, Václav Havel: «Políticos en foros internacionales pueden reiterar mil veces que las bases de un nuevo orden mundial debe ser el respeto universal de los derechos humanos, pero no significará nada mientras este imperativo no derive del respeto al milagro del Ser, el milagro del universo, el milagro de la naturaleza, el milagro de nuestra existencia. Sólo quien se somete a la autoridad de un orden universal y de creación, aquel que valora ser una parte de éste y participante en él, puede genuinamente valorarse a sí mismo y a sus vecinos, y así honrar sus derechos también»
Mi amiga, junto a dos otros co-fundadores, lograron hacer realidad el proyecto: crear un foro para discutir, intercambiar, pensar, presentar y hacer resonar propuestas de cómo mejorar el mundo de hoy: desde lo humano. El World Human Forum pone el acento en la humanidad, en las iniciativas de mujeres y hombres en colectivo, nacidas de abajo hacia arriba, bottom-up/grassroots, como la hierba. Ellos apuestan a la aproximación ascendente, donde cada individuo se sienta por sí mismo responsable en la creación de un mundo mejor y contribuya directamente al surgimiento de nuevas soluciones.
El encuentro inicial para sentar las bases organizativas de este foro tuvo lugar en Delfos el 1 y 2 de abril 2017. Desde entonces se ha repetido en Grecia, y este pasado 22, 23, 24 de mayo 2020 se llevó a cabo —en línea— The Echo of Delphi in Ludwigsburg desde Alemania. El propósito fue hacer coincidir el foro con un famoso festival de música, el Ludwigsburg Scholossfestpiele, en su 88va edición.
En el año del 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, el grandioso compositor marcó las pautas para el encuentro: el «lienzo para una narrativa humana». El programa de cuatro temas centrales fue elaborado —bajo un creativo y asertivo juego de palabras— utilizando la tonalidad de
la 5ta Sinfonía de Beethoven en cuatro movimientos.
C to «For-C» to forsee the future. Transition from C minor to C mayor :
I Consciousness/Consciencia “Γνῶθι σαὐτόν” | «Conócete a ti mismo» Máxima délfica
II Change/Cambio “Τὰ πάντα ῥεῖ” | «Lo único constante es el cambio» Heraclitus
III Connection/Conexión «Todos los hombres serán hermanos» Friedrich Schiller
IV Creation/Creación «El arte requiere que no nos quedemos quietos» Ludwig van Beethoven
Los temas que el foro abordó —en mi lúdica traducción— de la transición de la tonalidad de la 5ta sinfonía, del Do menor a Do mayor, se leen:
D de Ding-dong al futuro:
I movimiento : ¿Duele?, ¿dónde?
II movimiento: Devenir
III movimiento: Diálogo diáfano
IV movimiento: Divino misterio el acto creativo.
La elección de Grecia, y en concreto de Delfos, como base geográfica para este foro tiene una fuerte carga simbólica. Delfos fue conocida como el «ombligo» del mundo antiguo durante más de 1000 años. A través de su lema «conócete a ti mismo», Delfos instó a gran parte de la sociedad mediterránea de la Antigüedad a cuestionar sus convicciones, interpretaciones e identidades. Las consultas al oráculo se hacían en forma de preguntas que contemplaban dos opciones. Las respuestas de la Pitía, sacerdotisa del templo de Apolo, a éstas preguntas nunca eran claras y precisas, más bien, el consejo proponía una indicación que invitaba a reflexionar, debatir, y hallar las propias respuestas del consultante. Quizás, por eso es tan importante el comenzar por lograr formular la pregunta dentro de nosotros mismos: ¿Dónde nos duele?, a fin de acercarnos al «conocer-nos» mejor.
Cuando tuve el programa del evento online y el enlace, se lo pasé a una buena amiga en Caracas, profesora de USB. Durante el primer intercambio, el I movimiento, invitaron a cualquiera de los más de 140 participantes por Zoom ubicados en diferentes partes del mundo, a hacer una pregunta al Oráculo en el chat. Cuando apareció el nombre de mi amiga, venezolana, me dio alegría en el corazón. Me sentí acompañada. Traduzco su pregunta:
Vivo ahora en Caracas, Venezuela. Un país que ha experimentado la destrucción de su República, su Estado, Constitución, y sociedad civil, aquello que conocemos como nuestra herencia judeo-cristiana, de civilización y cultura clásica. Su destrucción ha ocasionado un resquebrajamiento de valores y virtudes y un Narco-Régimen se ha establecido con opresión totalitaria. Cuando un grupo reducido de la sociedad civil intenta enfocarse en las debilitadas instituciones educativas, quisiera preguntarle al Oráculo qué consejo daría a nosotros educadores, profesores, en estos tiempos de vacíos, cuando se sienten desvanecer los sueños y el sentido de la vida para las jóvenes generaciones. Ahora con esta pandemia ellos sofocan en un país plagado de hambre y muerte en todas partes. ¿Qué podemos hacer nosotros para hacerles estos tiempos más llevaderos?
Al acabar de leer su pregunta, —su grito desesperado— de educadora comprometida, la realidad de mi país petrolero sin agua, sin luz, ahora sin gasolina, me aplastó. Me pregunté qué sentido tendría emplear mi tiempo escuchando ponencias sobre la convergencia de la Sostenibilidad/Regeneración – la Democracia – la Educación – la Transformación interior – la Tecnología y las Artes como pilares para la reinvención de una nueva narrativa humana. Toda la agenda sonaba, quizás, grandilocuente para compartir en un país oprimido, pisoteado, sin servicios básicos, arruinado, agonizante. Sin embargo, no hacerlo sería ignorar, menospreciar, el tesón, el temple, del venezolano; además de obviar, el meollo de esta iniciativa: colocar el acento, el corazón de su visión, en «ser humano» como agente de transformación.
Este luminoso foro que busca servir de ventana, de tarima, exponer, ponerle el reflector, dar a conocer a otros, ser lugar de encuentro e intercambio de pensamiento, de iniciativas humanas no está en las antípodas de la oscuridad venezolana. Todo lo contrario, muchos venezolanos dentro y fuera del país son ejemplo de Conciencia: «Responsabilidad» como una capacidad de responder de cada quien; de Cambio: al reconocer que uno se puede mover rápido solo, pero para ir lejos, recorrer distancia, se necesita de otros; de Conexión: que neuronas interconectadas tejen la mente, en comunidad se adquiere fortaleza, que el todo es más grande que la suma de las partes, y cuánto más diversas son las partes más aumenta la capacidad de resiliencia, del latín resiliens, -entis, participio presente activo de resilīre ‘saltar hacia atrás, rebotar’, ‘replegarse’. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos; de Creación: basta ver a uno solo de los tantos niños y jóvenes con un instrumento en la mano al entrar al Centro Nacional de Acción Social de El Sistema.
Algunas de las ponencias de este foro estarán pronto disponibles por internet. Me detendré en mencionar algunos nombres de ponentes que me impactaron, algunas frases que resonaron a fin de compartir e invitar a algún lector curioso a hacer su propia búsqueda, a indagar sobre estos encuentros, a contactarlos las iniciativas venezolanas que conozco y comparten esta visión de semillero de consciencia individual para generar impacto en una circunferencia más amplia de sociedad. Entre muchas otras iniciativas que seguramente desconozco, pienso en El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles; la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho; Labo Ciudadanos, un colectivo de activistas que genera acción, tejido y contenido en torno a resistencia no-violenta, derechos humanos e innovación política; la Finca Dos Aguas con su visión de armonía entre agricultura y ambiente; la labor de KAKAO con sus diversos proyectos y programas en los que el cacao y el chocolate son vehículo de cambio social; AmbLeMa como herramienta socio-educativa en su búsqueda del mejoramiento de docentes y estudiantes; el Programa de Proyecto de Habilitación Física de Barrios, en el que trabajaron numerosos profesionales de la mano de la gente local para elaborar un plan maestro de incorporación al tejido de la ciudad; CCScity450 quienes fomentan encuentros en las comunidades entre los diferentes sectores, tanto con sus habitantes como sus líderes locales, para conocer el lugar y sus dinámicas sociales; la Fundación Trazando Espacios y el grupo de Enlace Arquitectura, quienes trabajan en el mejoramiento de espacios públicos en la ciudad con la participación de la colectividad.
Durante el movimiento dirigido al tema de la Consciencia hubo primero una magnífica introducción a la historia de la ciudad de Delfos y al funcionamiento del oráculo en la antigüedad a cargo de Michael Scott profesor de Clásicos e Historia Antigua. Siguieron intervenciones de un panel integrado por Nora Bateson, Roger Nelson, Khalil Osiris. Bateson habló sobre un cambio fundamental que está teniendo lugar alejándonos de un pensamiento mecanicista hacia un pensamiento en sistemas. Basado en la observación del funcionamiento de la naturaleza sabemos que los sistemas son en realidad orgánicos, complejos y se encuentran en constante estado de flujo, por lo que no caben en modelos lineares de pensamiento. Citó a su padre Gregory Bateson al decir: «Cuando nos referimos al mundo, no estamos del todo claros si es el mundo tal cual es o como nosotros lo vemos». Si nosotros hemos pasado mucho tiempo marinando en una forma de pensar, imbuidos en mecanismos, intentado reemplazar una parte para resolver un problema, hemos dejado de observar la interrelación de los sistemas. Por ejemplo, ¿cómo pensar en la educación sin contemplar los sistemas del mercado de trabajo?
Roger Nelson, director del Global Consciousness Project, un laboratorio cuyo propósito es estudiar la consciencia colectiva; y, Khalil Osiris, autor, educador, activista social, quien pasó veinte años en prisión, ambos, desde diferentes perspectivas —la primera un ejercicio de investigación y la segunda, a partir de una profunda experiencia personal de transformación— hablaron sobre el desarrollo de la consciencia. Cómo la observación, nuestra percepción, afecta la realidad que reconocemos. Subrayaron la importancia de rescatar la humildad del hombre interconectado con la tierra. El hombre hecho de tierra, de humus, en la raíz de lo humano, está vinculado, interconectado, los unos con los otros y con el planeta. Sin fronteras como lo demuestra el actual virus. Somos cuidadores de la Tierra. Mencionaron el lenguaje que hablamos todos los seres humanos, la capacidad de «creación artística». Si en estos tiempos de pandemia se subraya lo universal del posible contagio, también se han escuchado en todos los rincones del globo la muestra de un lenguaje universal : la música.
Si la Naturaleza como creación ha hablado, nosotros también podemos responderle de forma creativa. Hubo una participante que intervino al mencionar un proyecto en el que 500 personas exploran juntos «la voz de la compasión y la empatía» como un campo interconectado de sonido.
Durante el III movimiento dedicado a la Conexión, o a lo que yo traduje como «Diálogo diáfano», abordaron los temas de Democracia y Educación. Bajo el segmento de Democracia tuve la oportunidad de escuchar ponencias muy iluminadoras de Lex Paulson director ejecutivo de UM6P School of Collective Intelligence, de Paul Cartledge profesor de Cultura Griega en Cambridge y Gina Belafonte, activista política.
Paulson, al hablar de la «Inteligencia Colectiva», se refirió a un campo de conocimiento con raíces antiguas. En su esencia se trata de una simple constatación sobre la naturaleza humana: hemos evolucionado para colaborar, y solo tenemos éxito cuando colaboramos efectivamente. Se refirió a los sistemas complejos como las colonias de hormigas o de abejas, las cuales tras muchas generaciones aprenden a trabajar a gran escala de individuos pero poseen poca flexibilidad. Los mamíferos colaboran con mayor flexibilidad pero a menor escala, en relaciones de uno a uno. En cambio, el ser humano posee la habilidad de colaborar a gran escala y de manera muy flexible. Esa capacidad nos hace únicos como especie natural. La capacidad de resolver problemas complejos de forma colectiva, en grupo, es un fenómeno natural, así como lo es también la estupidez colectiva. Habló sobre la democracia en la Grecia antigua como uno de los primeros ejemplos de inteligencia colectiva que aún no hemos llegado a desarrollar en su verdadero potencial. Aludió a la importancia de la reunión de individuos con diversidad cognitiva, variedad de talentos, quienes agrupados pueden lograr mayores impactos colectivos. Ello busca alcanzar sociedades más inclusivas, más coherentes y justas. Repensar la democracia más allá de votar, convencidos de que el diálogo, como herramienta imprescindible para compartir ideas y observaciones, genera una inteligencia colectiva mucho más efectiva y creativa en la consecución de soluciones a problemas ciudadanos. Mencionó el rol preponderante de la mujer como agente participativo de cambios, tomando como ejemplo el exitoso manejo de la pandemia por gobernantes mujeres en Nueva Zelanda y Finlandia. Los otros ponentes sobre todo hablaron sobre los aspectos negativos de la democracia digital en su capacidad siniestra de intervenir en los procesos políticos con el uso de la tecnología.
El siguiente tópico, y el que más me emocionó escuchar, trató sobre la Educación. En este hablaron Stavro Yiannouka, el presidente de World Innovation Summit for Education (WISE) un think tank del Qatar Foundation; Kiran Bir Sethi, fundadora del Riverside School y Design for Change en Ahmedabad, India; y Burcin Becerik-Gerber & Autumn Gupta, profesora & alumna, del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de University of Southern California.
Yiannouka expuso como la Educación trasciende y conecta todos los temas de este foro, la consciencia, el cambio, la conexión y la creatividad. Subrayó los procesos de des-aprender y re-aprender lo que significa ser: humano, al comprender lo que implica la consciencia, la civilización, la ecología y la cosmología. Para él, estas nociones forman círculos concéntricos en cuyo centro se encuentra el individuo, su consciencia. Como se refiere en la sabiduría ancestral de Buda, Lao Tse, o Zenon de la escuela filosófica de los estoicos, es en el campo de la consciencia interior —pensamientos y emociones— el dominio en el cual el ser humano puede desarrollar su mayor maestría. Como confirma la psicología moderna, ello puede tener consecuencias profundas en el
bienestar del individuo y de aquellos a su alrededor. Sin embargo, la maestría solo se adquiere con práctica y perseverancia y por ello la educación debe excavar más adentro en la consciencia de aquello que motiva al individuo: «lo que lo mueve», desde una muy temprana edad. En el siguiente círculo, civilización, sabemos por la historia y conocimiento de la evolución que el individuo no se desarrolla en aislamiento sino en comunidad. Sociedades exitosas se caracterizan, entre otros, por la capacidad tener y cultivar la identidad individual, el amor a la familia, la amistad, las redes de conexiones cooperativas, el aprendizaje y la enseñanza social. Nada de esto, dijo, es predeterminado y la educación es central para ello, para el florecimiento individual y el florecimiento colectivo. Mencionó la educación superior, vista en las últimas décadas, desde el prisma del desarrollo económico; olvidando que el desarrollo económico no es una meta en sí misma sino un medio para un propósito: el florecimiento humano. Y, para lograrlo debemos conocer mejor qué nos mueve como sociedades para cultivar caminos de expresión individual y colectiva que permitan ese potencial florecimiento. No me extenderé en comentar los siguientes círculos de la Ecología y Cosmología donde presentó la primera fotografía de la Tierra tomada en 1968, la cual apuntó quizás sea el momento inicial del movimiento ecológico actual; y la fotografía tomada en 1990 The Pale Blue Dot, al mencionar las palabras de Carl Sagan que nos invitan a reflexionar humildemente acerca de la arrogancia humana frente a la visión de ese minúsculo punto azul que es nuestro mundo.
La siguiente ponente, Kiran Bir Sethi, desde la India, contó su historia de cómo pasó de ser una mamá, diseñadora gráfica, a una educadora. El cambio se suscitó al visitar a la maestra de su hijo de siete años para conocer cuáles eran sus intereses, sus amigos; y la maestra le preguntó por su número. Ella se dio cuenta que para el colegio su hijo no tenía nombre, historia ni un propósito. Desencantada con el sistema, este momento le brindó la oportunidad de preguntarse: ¿cuál es el propósito de la educación? ¿No será el crear identidad, desbloquear y abrirse a un propósito y desatar la empatía hacia los demás? Si nacemos «seres humanos», por azar, ¿acaso la educación no podrá jugar un rol importante en hacernos humanos por elección? Fundó un colegio y desde hace veinte años ha desarrollado procesos y prácticas para un «curriculum humano». Su meta es la de implantar en los corazones y las mentes de niños, a lo largo de su escolaridad, las nociones de cinco «E»:
Empatía (quién y porqué antes de qué y cómo), Ética (hacer lo correcto antes que lo fácil), Excelencia (persecución de calidad y no cantidad), Elevación (no competir sino complementar al otro), Evolución (trabajo en proceso). Todo esto para graduar a jóvenes ciudadanos imbuidos en un sentimiento de empoderamiento, conscientes de su capacidad de actuar para un bien mayor, para el bien común. Una vez probado este sistema en su colegio, y bajo su creencia en generar abundancia, quiso compartir su metodología, su herramienta para proporcionar a cada niño un marco mental que llamó: I Can (Yo Puedo). En el 2009, sintetizó su filosofía y desarrolló un programa llamado:
Design for Change. Se basa en cuatro sencillos pasos: Siente – Imagina – Haz – Comparte. Los niños aprenden a observar su entorno inmediato, preguntarse ¿qué les molesta?, ¿qué desean cambiar?; de allí pasan a imaginar, intercambiar ideas sobre posibles soluciones; luego trabajan en la forma concreta para implementar la solución o cambio; y por último comparten lo hecho ya sea en fotos o videos con la finalidad de inspirar a otros niños. «Una vez que un niño ha experimentado ser actor en el cambio, él ha cambiado para siempre». La importancia del mensaje radica en que desde una temprana edad el niño aprenda a creer en su poder, no ser un simple espectador, saber que él puede ser iniciador, un participante, un agente de transformación. Esta metodología ha sido implementada en más de 70 países en el mundo. A quien le interese la educación, le invito vivamente a indagar sobre este movimiento. En mi búsqueda, encontré que ha sido utilizado como herramienta de enseñanza en múltiples países en América Latina.
Las dos últimas ponencias en Educación trataron sobre un curso diseñado por un equipo de cuatro profesores en la Universidad del Sur de California, bajo la idea de innovación en ingeniería y diseño en crisis globales. Elaboraron un curso interdisciplinario, con estudiantes de áreas diversas, desde diseño, tecnología, ingeniería civil, ciencias sociales, negocio. El programa del curso consistía en que 26 estudiantes de 14 disciplinas diferentes identificaran y diseñaran productos concretos que podían ser utilizados en los campos de refugiados en la isla de Lesbos. Comentaron sobre la experiencia que comenzó con una indagación, observación directa, con trabajo de campo en la isla, en relación directa con los refugiados a fin de identificar las necesidades concretas del usuario final del producto. La profesora de origen turco, Burcin Becerik-Gerber, después de comentar sobre la experiencia con sus estudiantes, confesó que si bien al principio su propósito era el desarrollo concreto de «productos», sus estudiantes, la transformación suscitada en ellos resultó ser el mejor «producto» de su clase. La joven Autumn Gupta, ingeniero, que participó después de cinco años de estudios en este curso comentó sobre esta vivencia que cambió su vida, y resumiré en una frase: «Nunca pensé que mi pasión podría solapar con mi propósito». Al escucharla resultaba evidente su emoción de haber encontrado que sus destrezas como ingeniero podía utilizarlas para un propósito enriquecedor como ser humano.
El cuarto movimiento de este encuentro lo dedicaron al desligue de ejercicios en Creatividad. Hablaron John Hagel, John Fullerton, sobre maneras regenerativas de pensar la economía; Tomas Björkman habló sobre el proceso del modelo nórdico en su paso de la edad pre-moderna a finales del siglo XIX, siendo éstos los países más pobres de Europa, a la era moderna, convirtiéndose en los países europeos más prósperos antes de la Segunda Guerra Mundial. Ello fue posible gracias a las ideas de pensadores profundamente democráticos que imaginaron la creación de centros de retiros para que los jóvenes pasaran tiempo en una búsqueda personal. Seres más conscientes de sí mismos serían mejores ciudadanos. También, James Ehrlich, profesor de Stanford University expuso una interesante propuesta sobre el desarrollo de un modelo de aldeas regenerativas ReGenVillages.
Todos subrayaron la importancia del diálogo con uno mismo y con los demás como elemento necesario para un posterior encuentro entre inconsciente y consciente como fuente de creatividad.
La importancia de la escucha, en el sentido amplio de prestar atención plena, comprehender antes de hacer juicios. El valor del desarrollo individual personal como ciudadanos para lograr el establecimiento de democracias fuertes. Mencionaron como el mundo se está moviendo de un paradigma de acumulación de conocimientos a uno de flujos y entrelazamiento de ideas diversas como sistemas vivos interconectados. Ello resuena y rescata las visiones ancestrales de relacionarnos con el mundo como en las culturas indígenas. Y, esta concepción más holística, de tejido, deberá acompañar a la humanidad en el camino del desarrollo tecnológico ya en curso hacia la inteligencia artificial, para así establecer un diálogo fluido y fructífero entre la sabiduría ancestral y la inteligencia artificial.
A todo lo largo de este foro, se mencionó, entrelazado con todos los demás temas de Cambio, Conexión, Regeneración y Creatividad el valor preponderante de las Artes como catalizador del sentir del ser humano, como agente de transformación de consciencia, y el rol crítico de la cultura en la vida democrática desde los tiempos de las tragedias de Esquilo. Para todo ello se requiere libertad de expresión individual y colectiva. Espacios abiertos al pensamiento plural, a la convergencia y la disidencia.
«Encinta esta la noche, ¿qué dará a luz el alba?», leí del poeta persa Hafez. Quizás, bajo esta terrible oscuridad que oprime a Venezuela, debemos comenzar como Alicia, a imaginar
un nuevo mundo de maravillas. Al escribir esta noche, recuerdo un trozo de un artículo que extraje de un artículo de Siddhartha Mukherjee: «La palabra moni significa gema en Bengalí, pero su uso común también refiere a algo inefablemente hermoso: la puntilla de brillo en cada ojo. […] El ojo humano nace inquieto. Conexiones neuronales entre los ojos y el cerebro se forman mucho antes de que nazca un niño, estableciendo el cableado y los circuitos que le permiten comenzar a visualizar el mundo al minuto de emerger del vientre. Mucho antes de que abran los párpados, durante el temprano desarrollo del sistema visual, olas de actividad espontánea ondean desde la retina hasta el cerebro, como bailarines practicando sus movimientos antes de una representación. Las ondas configuran los circuitos futuros, fortaleciendo y aflojando las conexiones entre las neuronas. El calentamiento fetal es crucial para el desempeño del sistema visual: el mundo debe ser soñado antes de ser visto.» (1)
Entiendo cuánto más cómodo es soñar desde afuera mientras no se padece la pesadilla dentro. Sin embargo, ya muchos venezolanos con su coraje, su temple y tesón, desde lo humano, crean futuro a partir del cultivo de la semilla ciudadana. Imaginar ese mundo mejor conllevará solapar la pasión con un propósito a fin de desencadenar todo nuestro potencial. Sé que algunos hoy lo hacen. Fraguados en el dolor y las dificultades serán capaces de mostrarles a otros el camino con desenfado y humor. Compartir alimenta y enriquece. El riego ayudará el árbol a florecer: verde que te quiero —ver— verde.
El World Human Forum es una ventana —amplia y generosa— para indagar, aprender, conocer de iniciativas y experiencias innovadoras de otros, pero también para dar a conocer las nuestras.
Invito a todos esos «hacedores» venezolanos, forjadores de futuro, a contactarlos.
- Siddhartha Mukherjee, Runs in the Family, The New Yorker, 21 de marzo 2016.