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Abril 24, 2025


Duque Corredor (1941-2023): jurista, ensayista y poeta

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Uno de sus aportes más significativos es haber demostrado que son la filosofía del derecho y la interpretación jurídica el eje del derecho constitucional. Sea como fuere, para saber o sentir el grado de transparencia de una decisión judicial, la comunidad jurídica debe guiarse por el peso y la fuerza de la argumentación utilizada por el juez. Esto permite conocer si la decisión obedece o no a intereses ajenos a lo jurídico”

Por RAMÓN ESCOVAR LEÓN

1 Introducción

Por sus escritos se guarda su memoria”, decía Pomponio a sus seguidores. Con esta cita cierra Luís Loreto el prólogo a la obra de José Román Duque Sánchez Manual de Casación Civil para significar la importancia de dejar una obra escrita relevante y trascendente. Así lo hizo Duque Sánchez y así lo hizo también su hijo Román José Duque Corredor, quien heredó de su padre la pasión por el derecho y por la literatura. Tuve la fortuna de haber sido alumno de ambos y beneficiario de la generosidad intelectual y de la amistad de estos sabios merideños.

Duque Corredor fue un jurista erudito que escribió libros imprescindibles sobre distintas materias jurídicas, pero fue el derecho agrario lo que constituyó el eje de su vigorosa actividad intelectual. Su obra no solo demuestra su pensamiento, sino que fue un autor original; no un recolector de opiniones ajenas. Esta es una conducta que le viene por su vocación cervantina. En efecto, Miguel de Cervantes, en el prólogo de la primera parte del Quijote, critica los libros cargados de citas y de sentencias de Aristóteles y de Platón, porque él era “por naturaleza poltrón y perezoso para andar buscando autores que digan lo que yo sé decir sin ellos”.

Tuve el honor de escribir el prólogo a uno de sus trabajos más relevantes, Temario de Derecho Constitucional y de Derecho Público (2008), en el cual aborda temas de filosofía del derecho, interpretación jurídica, derecho constitucional, derecho civil, procesal civil, constitucional y el sistema de justicia, entre otros. Todas estas materias las examina Duque Corredor con su reconocida claridad, sentido común y precisión. En cada capítulo deja constancia de su originalidad.

2 Originalidad de pensamiento

Uno de sus aportes más significativos es haber demostrado que son la filosofía del derecho y la interpretación jurídica el eje del derecho constitucional. Sea como fuere, para saber o sentir el grado de transparencia de una decisión judicial, la comunidad jurídica debe guiarse por el peso y la fuerza de la argumentación utilizada por el juez. Esto permite conocer si la decisión obedece o no a intereses ajenos a lo jurídico. Si el juez no es imparcial, o fue sobornado, será fácil advertirlo por medio de la coherencia y consistencia tanto por la argumentación como por el lenguaje utilizado.

En conexión con el concepto de transparencia, Duque Corredor dedica serenas reflexiones al concepto de arbitrio judicial, el cual se relaciona con la motivación y la fundamentación de las decisiones. Y por eso “el control de la argumentación o del discurso justificativo de las sentencias es fundamental para evitar la arbitrariedad judicial o el abuso del arbitrio judicial”, lo cual aplica al juez y al funcionario administrativo.

Ante el cuadro señalado, cabe otra pregunta: ¿está la jurisprudencia venezolana viviendo un proceso de ideologización? ¿Es posible para un particular litigar en igualdad de oportunidades jurídicas contra un ente de la Administración? ¿Hay imparcialidad judicial en Venezuela? ¿Cómo queda la tutela judicial efectiva si hay jueces que pretenden imponer una ideología o un criterio político determinado al momento de sentenciar? Pienso que una de las bondades de las reflexiones de Duque Corredor sobre el arbitrio judicial es que permite calibrar el grado de independencia del sentenciador de intereses políticos o visiones burocráticas. En la sentencia el juez no puede privilegiar dogmas positivistas, o de cualquier especie, sobre las razones jurídicas.

Desde luego que los valores personales del juez pueden influir en cierta medida en su decisión, pero no pueden sobreponerse a las razones del derecho. Si se imponen los criterios religiosos, estaríamos ante una teocracia judicial. Y si se imponen criterios de una ideología determinada, estaríamos ante un Estado totalitario. Así, por ejemplo, es un rasgo del autoritarismo judicial utilizar el concepto del precedente constitucional para imponer criterios políticos a los ciudadanos. Por eso hay temas que son objeto de debate permanente. Tomemos el ejemplo del aborto. En el sistema norteamericano, la jurisprudencia Roe vs Wade ocupó —y sigue ocupando— un lugar preponderante en el debate jurídico y político de los Estados Unidos. Cuando se discute ese tema se hace, las más de las veces, con argumentos y prejuicios religiosos. Se trata de un caso difícil. Algunos dicen que ello debe ser regulado por el legislador y otros piensan que debe dejarse en manos de los jueces. Lo que no se discute es que se trata de lo que Dworkin denomina casos difíciles. En este asunto el tema del arbitrio judicial, de la manera en que lo plantea Duque, adquiere toda su fuerza y esplendor. Ello porque no se justifica ampararse en la noción de arbitrio judicial para imponer criterios políticos o religiosos.

Por último, es de destacar las serenas y profundas reflexiones en relación con los denominados “doctorados express”. Duque Corredor propone “cierta antigüedad para el título de postgrado” para evitar este tipo de doctorados. Ocurre que quien desee escapar a las rigurosas exigencias académicas que requiere un acreditado y reconocido doctorado universitario, apelan al método del doctorado express que es una modalidad que cumple con la forma, obtener el doctorado, pero no con el fondo, acreditar conocimientos científicos reconocidos, y el cual se ha popularizado en los años recientes. Se trata de la llamada “viveza criolla” usada para burlar la excelencia académica.

Quien acude al mecanismo express obtiene el título, pero no la auctoritas que emerge de él, entendiendo auctoritas en el sentido pensado por García Pelayo. “La auctoritas se basa en el crédito que ofrece una persona o una institución por sus pasados logros, y por tanto, tiene como supuesto la confianza; el poder, en cambio, tiene como supuesto la desconfianza, la fiscalización, el control y la disposición de medios capaces de allanar la contraria disposición ajena. El poder puede, por un azar histórico, caer en manos de cualquiera: de una persona inescrupulosa, de un inmoral, de un adulador, incluso de un tonto o de un ignorante. La autoridad, en cambio, se posee como un don natural o adquirido, pero, en todo caso, actualizado en una conducta ejemplar, como una superioridad mostrada en la res gestae o cosas realizadas, o como la encarnación en grado de excelencia de unos valores aceptados por la gente; en resumen, por la posesión reconocida de una cualidad estimable en el portador de la auctoritas unida a la actitud, por parte de los demás, a reconocerle una función directiva” (Manuel García Pelayo: Auctoritas. Caracas, Fundación Manuel García Pelayo, 1998, pp. 7-8). Toda la doctrina jurídica de Duque Corredor está respaldada por el concepto auctoritas de la manera definida por García Pelayo.

3 El poeta

Pero Duque Corredor también fue poeta. No en balde la Asociación Venezolana fe Derecho Administrativo (Aveda) publicó un hermoso libro, Nómadas de la palabra. Entre la poesía y el derecho (2022), que recoge, además de Duque, poemas de Flavia Pesci Feltri y Carlos Reverón. (Esta obra contiene dos prólogos: uno de la profesora Cosimina Pellegrino y el otro mío).

El poemario de Duque Corredor lleva por título Poesía y versos entre códigos y leyes, en el cual conecta asuntos de amor, de derecho, sociología y reflexiones políticas. Su poema “Como duele la patria” evoca con metáforas lapidarias aspectos de la tragedia venezolana del momento. En sus poemas se encuentra presente el elemento autobiográfico. Aquí encontramos recuerdos remotos y experiencias recientes del poeta, pero también reflexiones sobre la fuente de inspiración de su escritura: Mérida, Zea, los códigos, la norma jurídica, la crisis política, los valores de la democracia y la libertad. Todo esto constituye su espacio poético. Veamos lo que expresa en La libertad de nuestro pueblo: “Cielo, mar y llano/ horizontes sin límites, paisajes infinitos/ insondables, profundos/ espacios de libertad”.

También encontramos en la poesía de Duque Corredor a un intelectual que, al igual que en su prosa, se expresa con sinceridad y se plantea a sí mismo inquietudes de orden psicológico. Se trata de un creador con alto nivel de reflexión y sensibilidad humana. Su pasión por Venezuela y por el derecho son partes relevantes de esas inquietudes, lo que se ve reflejado en su calidad humana, su coraje, su intuición y su humildad (“Recuerde que la humildad es sabiduría”, le escribió su padre Duque Sánchez en una carta del 2.12.1961).

4 El ensayista

En sus trabajos más recientes, se afincó en el género ensayo para plantear sus reflexiones jurídicas. En este método ensayístico es la reflexión propia la que predomina. En este sentido, Miguel de Montaigne decía: “Yo mismo soy la materia de mi libro” (Je suis moi-même la matière de mon livre), para demostrar que es el ensayista quien habla, sin necesidad de apoyos. Sus ensayos no pretenden agotar las materias examinadas, sino exponer sus puntos de vista sobre asuntos políticos, literarios, históricos y jurídicos, que atañen a la Venezuela autoritaria del presente. En sus trabajos siempre está presente la perspectiva de Román José sobre estos aspectos de la vida y del destino nacional.

Esta manera de escribir asuntos jurídicos debe ser destacada. En efecto, el ensayo jurídico permite conocer con facilidad lo que piensa y propone el autor. Se diferencia del trabajo académico tradicional, caracterizado por la abundancia de extensas citas de doctrina y jurisprudencia, que las más de las veces se aleja del sentido de claridad que deben tener los textos jurídicos.

Estos ensayos de Duque Corredor son modelos de claridad y precisión del lenguaje, lo que constituye una valiosa referencia para el foro venezolano. En efecto, el lenguaje claro está ligado al derecho a comprender, lo que es expresión de libertad y de espíritu democrático, porque los ciudadanos tienen derecho a entender el lenguaje de la vida cotidiana en todas sus expresiones. Desde la información que viene dentro de las cajas de los medicamentos, así como los manuales los equipos electrónicos de consumo, pero sobre todo el lenguaje de la administración pública, de la doctrina jurídica y de las decisiones judiciales. Ir al tema elegido con la precisión del dardo es la característica de la obra jurídica de Duque Corredor.

Esta claridad lingüística le venía de su padre José Roman Duque Sánchez, quien se ocupaba de que sus alumnos pudieran pensar y escribir con claridad. Solía decirnos en sus inolvidables clases de Casación Civil: “Sea breve, claro y preciso. Los escritos breves, claros y precisos son el manjar predilecto de los jueces. Escriban para que todos puedan entenderlos”.

5 Conclusión

Román José Duque Corredor fue un republicano comprometido con su país. Era un venezolano a carta cabal: aquí se formó y aquí escribió su inmensa obra. Viajaba por tierra constantemente por toda Venezuela para promover los estudios jurídicos con el desprendimiento y generosidad que le reconocíamos sus amigos. El deterioro institucional con el sobresaliente elemento de la corrupción y la ideologización definen, ante todo, un hecho político y cultural. Todo esto lo comprendió con lucidez y sus valientes críticas y propuestas son de las más agudas de los últimos veinticinco años.

Fue un pensador que exponía con coraje lo que pensaba sin compromisos con el tiempo.

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