Por MARÍA GABRIELA LOVERA
Padre
No estoy ahí.
Y ese no estar atropella la noche,
sacude sueños en mi cama,
arroja los ojos contra el cabecero,
hace estallar de culpas la mirada.
Temo no estar cuando tu luz se apague,
cuando arranquen de cuajo los impulsos.
Quisiera cubrir de párpados hasta el último brillo,
dejar dormir aquello que se agota.
Pero no estoy ahí.
No puedo estarlo.
He cortado el tallo del lado de la flor,
he obviado las raíces.
(Tomado de Extraño vértigo, LP5 Editora, Santiago de Chile, 2020)
20 de octubre
Bebo de las luces y sombras de mi padre.
En él me completo,
nazco al mundo.
Mi padre es tierra y ahora viento entre mis manos (se me escapa).
Mi padre que está en mí desde la sangre
y atraviesa cada uno de mis gestos:
los que amo,
los que niego o escondo.
Mi padre que ya no habrá de llamarme con ese tono de voz
que hoy se arremolina en mi pecho:
Huracán,
vórtice,
hundimiento.
(Inédito, 2021)
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