Papel Literario

Diario de la peste

por Avatar Papel Literario

Por EDNODIO QUINTERO

Sábado, 25 de enero, 2020.

Dar inicio a un diario en un día tan señalado pudiera tener algún significado «esotérico», en el cual, por supuesto, no creo pero que me servirá de excusa para intentar registrar lo que suceda en el día a día a lo largo de un año. ¿Por qué escogí el inicio del año de la Rata para esta nueva aventura que a primera vista pareciera una descarada exhibición del yo? Pues no lo sé. La rata es un animal rastrero que tiene mala prensa en el mundo occidental. Sin embargo, es muy apreciada por los chinos que la sirven en algunos restaurantes como un exquisito manjar. Quién sabe cuántas habremos comido en los pequeños trozos de carne del chop suey. Desde el punto de vista simbólico se asocia a la rata con la inteligencia y la astucia, pero también con la agresividad y la pestilencia.

Leo Vamos, venimos, la última novela de mi admirada Victoria de Stefano. En la página 122 escribe: «La cifra pura y simple de la estéril, por inútil, espera de potencias ajenas a nuestro dominio, aquellas potencias de las que sólo somos fantoches». Acaso somos juguetes del destino, me pregunto yo.

El filósofo francés Pascal Quignard (cuyo signo se corresponde con el año chino de la Rata, nace el 23 de abril de 1948, al igual que mi hermana Leyte, 5 de julio de 1948, y mi amigo Enrique Vila-Matas, 31 de marzo de 1948), con quien comparto su admiración por las Confesiones de San Agustín, escribe en alguna parte: «Sólo existen tres mundos: verdugos, víctimas y muertos». Cito de memoria.

Breve crónica de una desgracia: Once chicos, entre ocho y dieciocho años, mueren calcinados en un cañaveral de Aragua. Por esa zona se acostumbra prender fuego a los cañaverales para cazar conejos.

Domingo, 26 de enero, 2020.

Conmoción en el mundo del deporte por la muerte de Kobe Bryant. ¿Quién recordará a los chicos calcinados en Aragua?

En un almuerzo con Alicia y su amiga Marbella me entero de algunas anécdotas acerca de la increíble, azarosa y milagrosa vida del doctor Andrés Zavrosky, matemático ruso de fama mundial, que huyó de la URSS del cruel Stalin atravesando Siberia y llegando hasta las costas de Japón. Vivió varios años en el país del Sol Naciente y luego de una estancia en Brasil recaló en Mérida, mi herida. Tuve la suerte de ser alumno suyo en Estadística II, curso que dictaba en la Escuela de Ingeniería Forestal. El profesor Zavrosky era un personaje fascinante, genio del cálculo, poseía una memoria prodigiosa y además sabía catorce idiomas. Desde su llegada a Mérida vivió con la familia de Marbella. Todas sus hermanas le decían abuelo, y a la hermana menor, Analydis, cuando era apenas una niña le enseñó inglés y japonés. Creo que el profesor Zavrosky merece un amplio perfil, incluso una biografía. ¿Me atreveré?

Martes, 28 de enero, 2020.

Consulta con el doctor Hernán González, el oftalmólogo que me atiende desde hace años. El año pasado, una infección hospitalaria afectó seriamente mi ojo izquierdo, el doctor Hernán ha intentado salvarlo. Dice que lo mejor será un trasplante de córnea. Vamos a ver, dijo un ciego y no vio un coño.

Trabajé tres horas en mi novela Moza tan fermosa.

Kobe Bryant, la Muguruza, España muestra su espalda ibérica.

Margo Glantz cumple noventa años.

Miércoles, 29 de enero, 2020.

Curso de literatura japonesa. Ihara Saikaku. Tentación de concertar un mikkai. Creo que por los vientos que soplan será mejor proponerle un shinju.

Domingo, 2 de febrero, 2020.

¡Capicúa!

En la madrugada, Rosbelis y yo vimos la película Parásitos del director coreano Bong Joon-ho. Rosbelis la definió como un filme sobre la pobreza. A mí me pareció una puesta en escena acerca de la familia. Creo que ambos tenemos razón.

Martes, 4 de febrero, 2020.

Muerte de George Steiner. Todo el mundo comenta su entrevista «póstuma» publicada en El País de España. Leí a Steiner hace mil años en su magnífico y esclarecedor ensayo La muerte de la tragedia publicado por Monte Ávila en su época dorada. Recuerdo también esa maravilla que es Lenguaje y silencio. Tuve la suerte de haber asistido en el Palacio de Bellas Artes de México DF durante mi estancia sabática en la UNAM a una conferencia de Steiner, traducida y moderada por mi amigo Adolfo Castañón. Dos días después, en el auditorio de la Escuela de Filosofía y Letras de la UNAM, Susan Sontag, con su característico mechón blanco a lo Miguel Aceves Mejía, dictó la suya (su conferencia), que al final derivó hacia una charla con estudiantes, y ante una pregunta acerca de la presencia de Steiner en México dijo sin que le temblara la voz: «Ah, ese judío pedante».

Miércoles, 5 de febrero, 2020.

Curso de Literatura japonesa. Leemos fragmentos escogidos de Yo, el gato de Natsume Soseki. Referencias a las guerras de Japón con China (1895) y Rusia (1905). Le muestro a los estudiantes —diez, incluyendo a Rosbelis, Jesús Duque (Chucho) y tres oyentes más— un precioso libro con ilustraciones de shunga (arte erótico japonés), un par de libros de manga actual, incluyendo El detective basura, el preferido de mi amigo Ryukichi Terao. Y el primer tomo, también en manga, del Gengi monogatari de Murasaki Shikibu (la genial novelista de la primera década del siglo XI): la colección completa en doce tomos me la regaló en 2007 Yoshinori Ogawa, un estudiante japonés de Literatura hispanoamericana. Recién llegado a Tokio, en septiembre de 2006, Yoshinori fue mi guía por esa inmensa metrópoli hasta que regresó Ryukichi, que andaba de gira veraniega por España con un grupo de estudiantes de la universidad femenina de Yokohama. Con Yoshinori he mantenido el contacto durante todos estos años.

Ambiente muy relajado en el curso de hoy. Nos divertimos de lo lindo con alusiones a Jesucristo, Balzac, Esquilo y la tortuga que le destrozó el cráneo, Haruki Murakami y su supuesta obsesión por el premio Nobel, el harakiri de Yukio Mishima, la muerte por «sobre barriga» de Köbò Abe y con algunos chistes freudianos. Un estudiante distraído preguntó si Kobo Abe se había intoxicado en algún restaurante colombiano de Tokio donde servían el plato típico llamado «sobre barriga». Risas y más risas. Roxana aclaró que el genial autor de La mujer de la arena la había palmado como San Lucas: muerto de hambre y harto de cucas.

Muerte del centenario Kirk Douglas. Recuerdo Espartaco y Senderos de gloria, ambos filmes de Stanley Kubrick protagonizados por el padre de Michael Douglas. A propósito de los entretelones de la filmación de Espartaco, Kubrick cuenta en sus memorias que a Kirk Douglas mientras lo maquillaban y aguardaba entre dos o tres horas para salir a escena, un ayudante le llevaba una chica, de las muchas que aguardaban afuera, para que se la almorzara. Dos por sesión para envidia de Kubrick que era monógamo y fiel.

Viernes, 7 de febrero, 2020.

Día muy productivo. Siete páginas de la revisión de «El silbato y el espejo’, un cuento de Köbo Abe traducido por Ryukichi. Más tres nuevas páginas de Moza tan fermosa.

En El País de España aparece una entrevista con mi amigo Héctor Abad Faciolince a propósito de la aparición de su diario Lo que fue presente.

La edición colombiana salió en diciembre, y aprovechando el viaje de María Magdalena a Bogotá se la encargué. Es un libro muy extenso que he estado ojeando con interés. Aprecio mucho a Héctor, es un tipo muy franco y generoso. Lo conocí en la Feria del libro de Medellín en enero de 1995 y desde entonces hemos mantenido una bonita amistad. Sin duda alguna, el mejor y más notable de los libros de Héctor es El olvido que seremos, extraordinario testimonio sobre el asesinato de su padre por parte de unos paramilitares.

Sábado, 8 de febrero, 2020.

Por la noche recomienzo la lectura de la novela de Samuel Beckett, traducida al español ibérico con un título arbitrario: Sueño con mujeres que ni fu ni fa. En el original: Dream of Fair to Midding Women. Fue su primera novela, Beckett la escribió a sus veintiséis años y fue publicada póstumamente por decisión expresa del autor. La he venido leyendo muy lentamente, capítulo a capítulo, rumiando cada frase. Al retomarla encuentro unos párrafos subrayados que no resisto la tentación de citar aquí:

«Leer a Balzac es como obtener la impresión de un universo cloroformizado. Es dueño y señor de su materia, puede hacer lo que le venga en gana, puede predecir y calcular hasta las mínimas incidencias, puede escribir el final del libro antes de haber terminado el primer párrafo porque ha convertido a todos sus personajes en repollos mecánicos y puede dar por hecho que se queden quietos donde sea necesario o que se pongan en marcha a la velocidad que sea y en la dirección que él mismo decida».

Menuda cachetada al realismo balzaciano. Lo de «repollos mecánicos» me parece sencillamente genial.


*Diario de la peste. Ednodio Quintero. Pórtico: Héctor Abad Faciolince.  Kálathos ediciones. España, 2023.