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Diálogo con las Anotaciones de Rafael Cadenas

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Por GUSTAVO HERNÁNDEZ DÍAZ

I

Diálogo con las Anotaciones de Rafael Cadenas (1) es una ponencia que presenté en julio de 2023, en el marco del 14° Salón Nacional de la Coexistencia desde la diversidad: Miradas desde la comunicación, la cultura, la filosofía, la tecnología y la educación. Agradezco la gentil invitación que me hicieran los organizadores del Espacio Ana Frank, a quienes considero parte de mi coexistencia.

II

El poeta Rafael Cadenas decía en su discurso al recibir el premio Cervantes en abril de este año:

“Soy muy amigo de las citas porque refuerzan cuanto pienso, y casi siempre vienen de alguien con autoridad”.

En cuanto a lo expresado por Cadenas, debo señalar que su libro Anotaciones de 1983 me asiste como un compañero de viaje y con él dialogaré mis impresiones sobre lo que significa la coexistencia y sus aspectos morales, que incluyen tolerancia, respeto, comprensión, equidad y justicia.

Comienza mi diálogo con las Anotaciones del Cervantes Cadenas:

1 Cadenas: “¿Qué se espera de la poesía, sino que haga más vivo el vivir?”

Respondo con otra pregunta:

¿Qué se espera de la coexistencia, sino que haga más vivo el vivir?

2 Cadenas: “La fragmentación del mundo tal vez conduce al fragmento, o a todo lo contrario, a la obra ordenadora. En este momento me inclino hacia esa forma de expresión. La que brota sin pretensiones al hilo de los días”.

Anoto: La coexistencia no es forzosa ni obligante. No debería pensarse que es un pacto forever. Quizás muchos fragmentos de coexistencia cultural sean necesarios para dar cabida a formas de expresión y de contenido, y para alcanzar de manera integral el mutuo entendimiento.

3 Cadenas: “La sociedad moderna condenó hace tiempo al hombre de letras, al hombre de la pasión por las palabras, a  un destierro creciente,  pero al mismo tiempo ha perdido la voz. No puede  expresarse. Carece de lenguaje. Cuenta con clichés, estereotipos, ruidos”.

A mi juicio, la esencia moral de la coexistencia es la libertad de comunicar. Para el filósofo venezolano Antonio Pasquali, la relación entre libertad y comunicar es un momento vital y hasta crucial porque supone externalizar, “sacar de adentro hacia afuera” impresiones y sentires, trascender los signos de “newspeak”, barbarie y banalidad.

Nos cuenta el filósofo Fernando Savater: “La libertad  expresión es maravillosa, pero si en un teatro lleno alguien se levanta y por broma grita:  ‘fuego, fuego’ y causa una estampida en la que mueren cuatro o cinco, pues le pediremos responsabilidades, a pesar de que cuando gritó hizo pleno uso de la libertad de expresión. Todo tiene límites, todas las libertades y los valores para ser reales en una sociedad real deben tener límites determinados y sobre eso precisamente debe reflexionar la ética aliada con la ciudadanía” (2).

4 Aforismo de Cadenas: “Vivo desde la ignorancia radical”.

Esta ignorancia radical que nos confiesa tajante Cadenas no supone que no sabemos nada, sino que queremos saber del otro para luego honrar el espacio de compartir el consaber. Vivir en la ignorancia radical es asumir la expresión socrática “Solo sé que no sé nada”, que no significa que somos una suerte de recipiente vacío a la espera de información.

La frase socrática nos enseña el valor de la humildad, que no lo sabemos todo y que siempre estamos prestos a aprender de las perplejidades de la vida.

Apreciemos este diálogo de la serie española Merlí entre Joan (hijo del profesor Merlí) y su mamá, Carmina. Ella termina aceptando el principio socrático “Solo sé que no sé cómo entender esta era digital”:

—Cómo te fue en la escuela.

—Bien.

—¿Qué hiciste?

—Jugar con mis amigos.

—¿Y qué aprendiste?

—Nada

—¿Nada? ¿Y para qué te mando a la escuela entonces si no aprendes nada?

—Mamá, ¿tú te acuerdas de todo lo que aprendiste cuando eras chiquita?

—No —respondo temiendo una de sus salidas desconcertantes—.

—¿Entonces por qué tengo que aprender algo que se me va a olvidar?

Sí, esas son las preguntas infantiles, cargadas de sabiduría e ingenuidad, que tanto desconciertan a los adultos.

—Bueno —le dije— porque así tendrás cultura general y la usarás cuando la necesites.

—Cuando necesite saber algo, lo buscaré en Internet.

5 Regresemos a Cadenas: “Un pueblo sin conciencia de la lengua termina repitiendo slogans de los embaucadores; es decir muere como pueblo”.

Esta idea despierta mi atención particular: ¿acaso la coexistencia en la era digital no está infoxicada de narcisismo, atiborrada de selfies, en la que sobra la primera persona y en la que urge la presencia de un nosotros racional que gestione las emociones y que desmitifique dogmas y prejuicios globalizados en las redes?

Hoy, no solo la publicidad y la propaganda tradicionales seducen y controlan. En las redes devenimos embaucadores, jueces que condenan sin evidencias; nos imaginamos influencers con la pretensión de que nos reconozcan famosos en el ciberespacio.

Testimonio de un joven cibernauta:

“Me preocupa mucho qué pueda pensar la gente de mí por tener ciertas opiniones, pero en las redes eso suele aumentar, principalmente por el temor a ‘ser cancelado’, o a que me ‘caigan encima’ por expresar lo que opino…”.

Por cierto, el miedo a la libertad en el ciberespacio es un sentir generalizado.

6 Cadenas: “Los lectores de poesía buscan, en el fondo, revelaciones”.

La genuina coexistencia se revela urgida y demandante ante nuestra zona de confort. Nos exige nuevas coordenadas para la imaginación, pensar con los pies en la tierra y buscar alternativas.

Pienso en la película El Náufrago, protagonizada por Tom Hanks. Es  la historia de Chuck Noland, un empleado de una aerolínea de carga que queda atrapado en una isla desierta después de haber sufrido un accidente aéreo. Durante los cuatro años que pasa en la isla, Noland aprende a coexistir consigo mismo y con la naturaleza. El náufrago aprende a darle significado edificante a la soledad, a la paciencia y a las mismas adversidades. Tiene el valor de presentar alternativas ante situaciones extremas.  Zarpa en una suerte de bote construido por él mismo y logra vencer el oleaje agresivo que se levantaba como un muro insalvable. Noland no pierde la comunicación con su consciencia y hasta antropomorfiza un balón de voleibol. Wilson es el rostro simbólico de su revelación, con quien dialoga en su fantasía para no perder la cordura.

La coexistencia es una revelación cuando la ejercitamos con nuestros semejantes y, por supuesto, en primer lugar, con nosotros mismos. Es ver lo que no habíamos advertido pese a que siempre estuvo frente a nuestros ojos.

7 Cadenas advierte sobre lo que es el ser poético: “No hago diferencia entre vida, realidad, misterio, religión, ser, alma, poesía. Son palabras para designar lo indesignable. Lo poético es la vivencia de todo eso, el sentir lo que esas palabras tratan de decir”.

He escuchado alguna vez decir: “Esa persona es como la poesía”. Y quizás esta expresión esté muy cerca de lo que afirma Cadenas en el entendido de que el ser humano es capaz de experimentar la vida en su plena integralidad. Sin dicotomías, sin divisiones. La poesía entonces es vivencia y revelación y la vivencia es, en suma, coexistencia.

Me viene a la memoria La sociedad de los poetas muertos, protagonizada por Robin Williams. Un carismático profesor de literatura, John Keating, motiva a  sus alumnos a pensar por sí mismos y experimentar el llamado “toque del ser” a través de la poesía, que es la misma vida.

Recalca el profesor Keating:

«Carpe diem. Aprovechen el día, muchachos. Hagan sus vidas extraordinarias. No leemos y escribimos poesía porque es lindo. Leemos y escribimos poesía porque somos miembros de la raza humana”.

Y Cadenas probablemente le diría al profesor Keating: “¿Por qué tenemos que escribir poemas? Nos expresamos siempre. Son tantas las formas. Viviendo, al soñar, reír, enmudecer, en una conversación, una clase, un gesto, una frase”.

8 Cadenas afirma: “La ciencia no puede decirnos qué es la realidad; sólo alcanza a ponerle nombres. Su terreno es el cómo. Cómo es, cómo funciona, cómo opera; pero una parte, no el todo. El universo se nos escapa. De ahí que el conocimiento sea siempre de la parte. Esto lo saben los científicos mejor que yo. Así volvemos al asombro”.

En la coexistencia no debemos perder nunca la capacidad de asombro. De lo contrario, estaríamos reeditando cánones que nos imposibilitan examinar la realidad con detenimiento. El filósofo de la ciencia Gastón Bacherlard precisará, al respecto, lo siguiente: “Frecuentemente me ha chocado el hecho de que los profesores de ciencias (…) no comprendan que no se comprenda. Son poco numerosos los que han sondeado la psicología del error, de la ignorancia y de la irreflexión”.

La película No mires arriba de Adam Mckay es un caso extremo de banalización de la ciencia.  Ni el gobierno ni los medios toman en serio a dos astrónomos que advierten que un meteorito destruirá el planeta Tierra. El gobierno, los medios y la opinión mundial se contradicen. Unos exigen que el cometa se destruya; otros creen que el meteorito creará puestos de trabajo y otros niegan que el cometa exista. Vale decir: todo es una invención de los medios para alarmar al mundo. Las frases de No mires arriba que siguen son un ejemplo emblemático de un manual orientado a cómo evadir la realidad con mucha dosis de sarcasmo:

Presidente de la Casa Blanca Janie Orlean: «No podemos ir por ahí diciéndole a la gente que hay una posibilidad del 100% de que va a morir”.

Piloto de la misión para destruir el meteorito: “Dicen que esto es una misión suicida. Bueno, pues yo solo pido que si acabo machacado, disfruten de la vida extra que les concederá mi sacrificio”.

Astrónomo Dr. Randall Mindy: “No todo tiene que sonar ingenioso, bonito o agradable continuamente. A veces tenemos que ser capaces de poder decirnos cosas unos a otros, de oír las cosas”.

No mires arriba nos enseña que coexistir es aceptar con entereza que la realidad se manifiesta en diferentes caras.  Es mejor: Look up.  Y “así volvemos del asombro”.

9 Cadenas: “Lo oral le gana la vida a lo escrito, pero se lo lleva el instante. Se trata de fuerzas diferentes que actúan a su manera cada una. Vivacidad, inmediatez, espontaneidad, distinguen lo oral, que se apoya en el poderío de lo no verbal —gestos, pausas, tonos— la magia de la presencia. Lo escrito sólo cuenta con las palabras para alcanzar o exceder la fuerza de lo oral”.

A tono con esta reflexión, lo oral cobra otras dimensiones en la comunicación digital. Ésta, aun cuando es también inmediata, vivaz y espontánea, nunca igualará a la comunicación interpersonal, cara a cara, que es necesaria para ejercitar la solidaridad y la participación ciudadana en el ámbito de las políticas públicas, aún en tiempos de crisis y de violencia.

En las redes sociales, las palabras están acompañadas de brevedad, emulan la clave Morse de puntos y rayas, pululan los errores ortográficos y gramaticales.  Esto se explica por la rapidez y la digitalización nerviosa de la comunicación en línea o por el analfabetismo funcional. Hoy participamos en una suerte de ciber-gramática contenida de hibridez cultural: stickers, emoticonos, memes, selfies.

Enviamos y recibimos stickers y emoticonos sin que medie el tiempo y el espacio. Una foto en el mundo líquido de las redes (Facebook, YouTube, WhatsApp, Instagram) se recrea un sinfín de veces, tal como lo hacen las audiencias televisivas cuando ven una telenovela o una serie policial.

Vale decir que la coexistencia offline (lo oral-presencial) debe aprender a dialogar con la sociedad-red (lo oral-online), pero sin sobredimensionarla.

10 Cadenas: “Tengo que ser fiel a mí, no a una modalidad. Yo insisto: tal vez sea necesario ir hoy hacia una expresión que fluya desde nuestro vivir”.

En la coexistencia tenemos que ser fieles a nosotros mismos.  No podemos parafrasear la condición humana sobre la base de estereotipos o ideas simplificadas de la realidad, que traen consigo prejuicios, dogmas y exclusiones. No creo en manuales para ser fiel a uno mismo.

Uno mismo es el que, si así lo desea, debería examinarse y ponderar sin condenarse al infierno. Hablo por mí. No debo engañarme a mí mismo; tener un proceder centrífugo me lleva a la trampa de repetir slogans y modas teóricas sin cuestionarlas.

Las Anotaciones de Cadenas me han servido para dialogar con sus pensamientos y confrontarlos con los míos. Cada uno de nosotros tiene que tener fe en su propia coexistencia para poder convivir con los semejantes.

Por lo tanto, sigo conservando y conversando con esta idea: “Lo más afortunado de la coexistencia es que no sabemos cómo va a terminar”. La genuina coexistencia se convirtió en una revelación colmada de necesarias incertidumbres. Porque si me brindan certidumbre de que hay coexistencia, entonces algo anda mal: o tú me estás prescribiendo a mí, o yo te estoy prescribiendo a ti. La incertidumbre es una palabra que evitamos o solemos esquivar porque nos enfrenta con nosotros mismos. He dicho y sigo sosteniendo que la coexistencia es una realidad, no un teatro de la vida, ni ninguna representación digital en Instagram o en TikTok.

La película Invictus, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Morgan Freeman y Matt Damon, versa acerca de cómo el presidente Nelson Mandela luchó por unir a un país dividido por el apartheid a través del deporte y el liderazgo.

Me viene a la memoria una expresión fehaciente de coexistencia pacífica que fortalece mi tesis de que la comunicación debe tratar de alcanzar la armonía de los contrarios:

“Cuando Mandela llega a la oficina en su primer día como presidente, los funcionarios blancos están recogiendo sus cosas ante un despido que prevén inminente. Mandela reúne a la plantilla para transmitirles sus expectativas sobre ellos. Todos pensaban que echaría a todos los afrikáners (los blancos) para sustituirlos por los suyos (los negros). Sin embargo les saluda a todos con entusiasmo y exquisitos modales, deja a sus guardaespaldas fuera de la reunión para ser más cercano y mostrar respeto, les habla con humildad y le transmite a los blancos que hasta entonces trabajaban para el anterior presidente que son bienvenidos si deciden quedarse durante su mandato. El lenguaje no verbal de Freeman es realmente brillante en esta escena. Sus palabras no lo son menos” (3).

Por lo tanto, la coexistencia no se decreta, no se prescribe; debe nacer de la experiencia y de las revelaciones que nos brinda la vida a través de nuestro principal referente vivencial: los seres humanos, la cultura y la naturaleza. La coexistencia, estimados presentes, se ejercita con muchos gerundios, forma no-finita de experimentar la cotidianidad:  amando, padeciéndose, recuperándose, corrigiéndose, compadeciendo, perdonando, entregándose y coexistiendo para valorar la libertad.

La coexistencia es tratar de que cristalice la armonía de los contrarios. “O el respeto del otro como atributo esencial de reciprocidad convivencial” (4). Pregúntate: cómo nos comunicamos para saber cómo coexistimos.  Witgenstein dirá: “Que lo que existe exista es lo asombroso”. Y yo agregaría a Witgenstein: Que lo que existe exista es asombroso y revelador para la misma coexistencia.

Notas

1  Cadenas, Rafael (1983): Anotaciones, Fundarte.

2   Fernando Savater, Los caminos para la libertad, ética y educación (FCE, 2003), 36.

3   Véase:  https://revistasenlinea.saber.ucab.edu.ve/index.php/analogias/article/view/5431/4631

4   Véase: https://es.linkedin.com/pulse/20141128074547-2025750-el-liderazgo-de-nelson-mandela-en-invictus

5   Antonio Pasquali, Comprender la comunicación (Editorial Gedisa, 2007), 161.

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