Papel Literario

Del Pinocho de Collodi al Pinocho del Teatro Universitario (UCV)

por Avatar Papel Literario

Por LUIGI SCIAMANNA

                                      A Nicolás Curiel, director proa del Teatro Universitario de la UCV                                        y a Gonzalo J. Camacho, verdadero Geppetto

Había una vez

Una maestra de primaria llamada Cristina Musacchia que daba clases en el Colegio Michelangelo Buonarroti en la urbanización El Paraíso de Caracas. Esta maestra entre sus alumnos tenía a un pequeño de nombre Luigi. Sucedió que la madre de Luigi un día no pudo buscarlo al colegio y le pidió a su cuñado, Guido, que le hiciera ese quite doméstico. Guido se acercó hasta el colegio y viendo a la maestra Cristina quedó tan prendado que, inspirado por el flechazo de Cupido, comieron confetti y en 1975, cuando Luigi tenía 8 años y cursaba el Segundo Grado “A”, recibió como regalo de Guido y Cristina el que ha considerado siempre como su primer libro: Pinocho. Se trata de una edición hecha en Valencia, España, Ediciones Gaisa, publicada en 1967, año de mi nacimiento, y con un resumen de la narración de Collodi según la versión fílmica de Disney e ilustrada con las imágenes del célebre estudio del tío Walt. Nadie podía imaginar a esa edad que en ese maravilloso regalo hacían alquimia elementos nutritivos como literatura, familia, fe, Italia, Historia, lo maravilloso y mágico en lo real, cine y teatro. Pinocho llegó y desde entonces va y viene, pero no se ha marchado…

Poniendo de pie a la marioneta

Año 2005. Continúo como director invitado del legendario Teatro Universitario de nuestra Alma Mater. La Universidad Central de Venezuela. Veníamos de un éxito emocionante. Pero era hora de mirar la programación de 2006 y considerar ya pasar el testigo. Nos tomamos dos semanas para deliberar y la carta que propuse jugar con el elenco era esta. Pinocho de Carlo Collodi.

“El Teatro Universitario había alcanzado un nuevo momento en su historia, había estrenado, y llevado a varias salas, festivales y ciudades una versión de El Proceso de Kafka y al año siguiente, Trabajos de amor perdidos de Shakespeare”. Germán Manrique.

“El montaje de Pinocho empezó en un momento de euforia para los miembros del Teatro Universitario. El montaje anterior, Trabajos de amor perdidos, había sido un éxito. Luego de varias temporadas en la Sala de Conciertos de la UCV y de giras para presentar la obra en el interior del país, el grupo estaba lleno de entusiasmo y energía para empezar el nuevo montaje”. Ana María Navas.

“(…) Confieso que tuve la inicial resistencia al cambio; con ganas de continuar explorando textos clásicos, del nivel de Shakespeare. Conocer a Collodi fue distinto, era una historia más cercana a la infancia y tuve la inevitable tendencia a pensarla como un teatro para niños; después me di cuenta de que más allá de la historia que se nos dio a conocer cuando niños, era una historia más adulta, de mucho aprendizaje”. Juan Pablo Rosales.

Pocos de los integrantes del grupo parecían convencidos. Cuando anunciamos el título, las autoridades de la Dirección de Cultura también arquearon las cejas y aún más nuestros colegas amigos y mejores vecinos del grupo El Chichón. Recuerdo una hermosa conversación con el entrañable Edgar Paredes, recordado cariñosamente como Juanacho, estupendo colaborador en nuestros trabajos con el TU, hombre fundamental de El Chichón, y que con muchísima curiosidad quería escuchar los motivos por los que se había hecho tal selección.

“No recuerdo que alguien del equipo hubiera dudado en aceptar. Sobre todo porque cada año hicimos obras muy distintas entre sí, era muy interesante esa exploración”. Germán Manrique.

Como le sucede a la mayoría del público, la inquietud del elenco se debía a que creían conocer de qué se trata Pinocho porque recordaban haber visto la versión de los estudios Disney. Hermosísima. Una joya. Sin embargo, una visión muy parcial de la historia completa. Sí, está en el género de la literatura infantil, cierto; pero hablamos de uno de los libros traducidos a la mayor cantidad de idiomas existentes; un libro con aristas religiosas, políticas, históricas, mitológicas, éticas, morales, sociales; un material perfecto para ofrecer una mirada adulta sin desestimar los elementos cándidos que contiene. No tenían por qué desaparecer el grillo, el hada, el zorro, el gato. Se trataba de leer el cuento en otra clave.

“El ambiente estaba cargado de expectativa los días antes de que Luigi anunciara el siguiente proyecto. El día del anuncio, creo recordar que pusimos caras de incrédulos ¿Pinocho? ¿En serio vamos a montar Pinocho? y Luigi enseguida nos aclaró que se trataba de una versión para adultos y no de las populares versiones infantiles (…) también tuvimos muchos retos como grupo. El montaje anterior había demostrado que podíamos trabajar de manera armónica. Sin embargo, el montaje de Pinocho tuvo algunas trabas. Algunos miembros del grupo comenzaron a faltar a algunos de los ensayos, mientras que a algunos de nosotros memorizar nuestros libretos nos estaba tomando más tiempo del esperado”. Ana María Navas.

“Al principio pensaba que iba a ser un montaje con tendencia hacia lo clásico, pero a medida que fuimos estudiando el texto original, la versión y montando las escenas, se fue revelando lo poco convencional de la estética y sus denuncias. Sin dudas mostraba rasgaduras del juego político”. Germán Manrique.

Con la necesidad de abrirle al elenco esa ventana, el primer paso debía ser y fue leer juntos y en voz alta el original de Collodi y comentarlo. Lo hicimos en cuatro sesiones fuera de la sede del Teatro Universitario. Resultó un delicioso (re) descubrimiento transitar los episodios de este universal y polémico personaje que (tristemente) ha quedado grabado en la consciencia colectiva sólo como emblema de la mentira.

“Con la mano. Qué risa. Era mi propio brazo, de perfil, y lo iba estirando. Estuvimos por varios días dándonos golpes con la idea y al final llegó Luigi un día y dijo: ‘Lo tengo. Es tu propia mano’. Resultó ser lo más sencillo y bonito. Como siempre dice Luigi”. Mauricio Gómez Amoretti.

“No pasó mucho tiempo antes de que empezáramos a comprender que en efecto no se trataba de cualquier versión de Pinocho. Recuerdo que poco a poco, cuando las piezas del rompecabezas o cada una de las escenas  empezaron a juntarse, comencé a comprender que se trataba de la vida de una persona que se enfrenta a los aspectos más crudos y violentos de la sociedad”. Ana María Navas.

Lo que deseaba en ese 2005 era estar muy cerca de Collodi porque, y esto lo sostengo aún hoy, quería servir a los adultos esa historia sin cambiar las claves narrativas porque precisamente en ellas está la gravedad para hablarle también a los más adultos. Condición que está en el centro de la gran literatura infantil. Desde el comienzo, y así lo hicimos saber estando de acuerdo nosotros los integrantes del TU, el montaje sería presentado y promocionado para mayores de 18 años.

“(…) no sólo era un cambio radical con lo que se venía haciendo el año anterior con una comedia romántica de Shakespeare; fue un trabajo arduo, con muchos ensayos, un texto con diálogos más densos, pero mucho más interesante; mi trabajo como actor lo vi mucho más nutrido por el personaje que tuve en la obra”. Rodrigo Gómez.  

“Era emocionante porque cuando uno está estudiando teatro estas son las cosas que quieres hacer: que hablen, que transgredan, que escandalicen, que sacudan a la gente”. Germán Manrique.

“Cada ensayo lo recuerdo como una oportunidad de adentrarnos en un clásico, conocido por grandes y chicos… pero con referentes más actuales que lo hacían una propuesta moderna… atrevida, al tiempo que nos invitaba a reflexionar sobre nuestra realidad en ese momento”. Geraldine Harb.

A partir de las distintas lecturas que se han identificado en la obra original de Collodi, se tomaron las decisiones para trabajar la adaptación. Como sucede en los relatos infantiles, este también es educativo y moralizador. De alguna manera el centro lo constituye la creación de una familia colocándola como eje de la vida en sociedad. Los personajes de Gepetto y el Hada, Pinocho y el Grillo son fundamentales porque cada uno de ellos puede funcionar respectivamente como representación del padre, la madre y los hijos.

“En mi caso, yo era una estudiante de antropología con algo de experiencia en teatro, pero no con la formación necesaria para emprender el complejo proceso de construcción de personaje. Viendo hacia el pasado, creo que puedo describir este trabajo con la analogía de la escultura. Nosotros nos parábamos en el centro del escenario de la sala de ensayos a demostrar como imaginábamos nuestro personaje”. Ana María Navas.

“Luigi tomó lo más oscuro y particular de la novela infantil de Carlo Collodi y los mezcló junto a una crítica social, política, y lo más nefasto de la postguerra italiana; fue una obra controversial, con escenas que te hacían cerrar los ojos, pero un increíble y hermoso mensaje”. Rodrigo Gómez.

Según algunas interpretaciones, Geppetto podría ser la metáfora de Dios creando al hombre usando madera en vez de barro y la estructura del viaje no es más que la transformación de esa criatura de madera en un hombre de carne y hueso; es decir, el nacimiento del ser humano y, detalle importante, a partir del sufrimiento. Una suerte de Pasión. Lo interesante es que leída en estas claves, el Hada madrina vendría a ser una representación de la Virgen María y el Grillo una metáfora del Espíritu Santo. Si seguimos revisando la obra bajo la óptica religiosa cristiana, encontraríamos que los personajes que ayudan a Pinocho podrían ser considerados representaciones del Alma y como el Alma es femenina, en nuestro montaje estos personajes fueron interpretados por actrices y, en cambio, los personajes que representaban el mal estuvieron a cargo de actores. Al fin y al cabo nuestro contexto era el fascismo y la Segunda Guerra Mundial. Es decir, un asunto de hombres: guerra y totalitarismo. Salvo ella, LA serpiente; no sólo por la etimología castellana, sino porque la mujer, en lo religioso, estuvo asociada a la tentación, al mal.

“Luigi nos observaba pacientemente, (…) nuestro director aprovechaba los aportes individuales a la vez que nos hacía sugerencias hasta que lograba que lo que veía en el escenario reflejara lo que esperaba de su imaginación. Así cogió forma el personaje del Grillo; entre sugerencias de Luigi sobre cómo las mantis rozan sus patas delanteras y algunos movimientos del ‘estilo mantis’ que yo había aprendido en clases de kung fu algunos años antes. Por último, el vestuario del Grillo le dio su toque final”. Ana María Navas.

Otros han leído la pieza en clave histórica observando el contexto en que la obra apareció y la situación política de Italia en el siglo XIX, en pleno movimiento independentista, il Risorgimiento, para alcanzar la unidad nacional y convertirse legal y políticamente en un solo país. Con esta mirada, Pinocho venía a ser la Italia desmembrada, hecha de partes, de pedazos, carente de unidad, pero que lucha por ser una nación y la final transformación en niño de carne y hueso, era la magnífica metáfora del logro de esa unidad. Los italianos bien pronto descubrirán que hacer a los italianos, hacerse a sí mismos, era más difícil que unificar geopolíticamente al territorio nacional.

Uniendo la fuerza moral del relato original, con su clásico enfrentamiento del Bien y el Mal, y estas posibilidades religiosas, políticas e históricas, trasladamos la acción del cuento a la Italia de la Segunda Guerra Mundial, la Italia del llamado Ventennio. Los veinte años de régimen mussoliniano. Este contexto podía ofrecer a nuestros espectadores una mayor identificación y conexión emotiva e intelectual.

La de Collodi es una historia habitada por personajes oscuros, peligrosos; necesitábamos entonces para nuestro héroe, Pinocho, una gran contrafigura representando el Mal, contrapuesta además a la gran figura que representa el Bien. Gepetto. La responsabilidad de este trabajo recayó sobre Mangiafuoco, el dueño del circo. En nuestra versión le dimos mayor protagonismo del que posee en el relato original y acentuando lo histórico político lo caracterizamos como Mussolini, logrando de esta forma un puente directo con el público en cuanto a su significación e importancia y haciendo contemporáneo el asunto de la obra.

“Yo estaba encantado de que los engranajes de la cabeza de todas estas personas estuviesen en movimiento, sacudidos. Hablando bien o mal, pero razonando sobre el tema. Como hombre de teatro y parte del proyecto, me sentía cumpliendo con el deber”. Germán Manrique.

No hicimos a un lado lo mitológico ya que Pinocho está tratado arquetipalmente como un héroe. Repasemos algunas de esas características. Muchos héroes son de origen semidivino o a veces mágico; Geppetto, recordemos, lo talla y arma a partir de un tronco de árbol que posee dones mágicos. Pinocho cuenta también con dos importantes instructores o guías iniciales, el Hada y el Grillo, que le ofrecen constantemente la que suele denominarse “Ayuda mágica”. Pinocho debe cumplir sus trabajos o tareas, los denominados “Trabajos del héroe”: eludir las tentaciones del Zorro y el Gato, salvar a su amigo Mecha, estudiar, obedecer al padre, tomarse su medicina y, como decíamos, la que más ha trascendido: no mentir.

“Luigi pretendía rescatar la crudeza y el drama de la novela original de Carlo Collodi, con su simbolismo y oscuridad e incluir referencias más cercanas a nuestra realidad venezolana, pero enmarcada en la universalidad que los clásicos otorgan. De esta manera creamos una obra de más de dos horas, completamente desprovista de escenografía, donde los actores eran el recurso principal”. Mauricio Gómez Amoretti.

Al igual que todo héroe que se respete, Pinocho debe visitar el Infierno y lo hace transitando el episodio clásico del “Vientre de la ballena”, que en el cuento de Collodi es un tiburón, pero en nuestra versión, y por motivos ya revelados, se trataba de una prisión subterránea llamada “La ballena”. Como puede sucederle a algunos héroes, Pinocho fallece intentando cumplir su obra más noble: salvar al padre. Lográndolo y como premio a su sacrificio, recupera el don de la vida ahora como niño de carne y hueso.

El otro episodio importante a rescatar era el ahorcamiento en el árbol. Episodio con el que tengo entendido Collodi pretendía finalizar la historia. Sí. Pinocho ahorcado. Fue tal la protesta de los lectores que tuvo que revivirlo con el Hada y seguir adelante hasta llegar al final que conocemos.

“Cuando me enteré, quise formar parte inmediatamente. Yo había interpretado el personaje en una versión infantil hacía muchos años atrás, en mi primera experiencia teatral, y representaba una historia muy importante para mí. Pero mi referencia más cercana era la película de Disney y no tenía ni idea de en lo que me estaba metiendo”. Mauricio Gómez Amoretti.

Una imagen de presentación

Necesitábamos una imagen muy clara, casi explícita, al momento de promocionar este Pinocho nuestro y recurrimos a un alumno de la Escuela de Artes que había formado parte del elenco en nuestro montaje de Los bandidos de Friedrich Schiller. Un día durante los ensayos del Schiller, estamos ahora en el año 2003, este ucevista me hizo ver uno de sus cuadernos de trabajo con dibujos realmente fascinantes que revelaban la presencia de un talento y una sensibilidad que han quedado confirmados por el tiempo. De inmediato le pedí que realizara la ilustración para el cartel promocional del Schiller y su ingenio fue rápidamente notado. De uno de sus dibujos ya existentes en este revelador cuaderno, surgió la imagen para el Kafka que haríamos el año siguiente. Este diseño en particular fue tan pero tan exitoso que, recorriendo los espacios de la universidad para vigilar la permanencia de los anuncios, descubrimos que la gente se llevaba los afiches a su casa o arrancaban la parte de la ilustración dejando el resto de la información. Para el momento de nuestro Pinocho, Felipe Muñoz no formaba parte ya del elenco del TU y fue un motivo de orgullo subir una vez más a conversar con la profesora Josefina Benedetti, directora de Cultura, y explicarle que en esta ocasión debíamos otorgar honorarios para Muñoz reconociendo su talento artístico, un talento artístico de nuestra comunidad ucevista, y hacerlo de manera profesional y a la par con los departamentos artísticos de vestuario, utilería o tocados. La profesora Benedetti entendió el argumento y accedió de inmediato. Para nuestro montaje, Muñoz creó una hermosa imagen titulada “Transfiguración”. Ahora radicado en Chile, tierra de origen de sus padres, Felipe Muñoz ha llevado su talento a Nueva York y Barcelona y como integrante activo del Dadá Art Collective ha participado en muestras en Zurich y Milán.

“El proceso de ensayos no fue nada sencillo. Al principio de nuestros encuentros, Luigi seguía trabajando en el texto final, y a menudo llegaba con ideas nuevas que quería poner en práctica para ver si funcionaban. Muchas horas de pruebas y exploraciones físicas que a veces había que descartar. Recuerdo que a mitad del proceso fue eliminado uno de mis monólogos favoritos, el más largo de todos. Me puse muy triste y molesto. Pero al final pude entender que a pesar de que la obra tuviera un protagonista, eran los demás personajes los que delimitaban el camino de su transformación, y que de esta manera era yo quien estaba al servicio de ellos y no de manera contraria. Una lección de humildad y de trabajo en equipo que llevo conmigo hasta el día de hoy”. Mauricio Gómez Amoretti.

Entra a escena el entrañable Gonzalo J.

“Trabajar con el maestro Camacho fue una experiencia inolvidable”. Rodrigo Gómez.

Me tocó conversar intensamente con la profesora Benedetti para lograr que alguien no perteneciente al estudiantado ucevista se sumara al elenco. Durante las audiciones en 2004 para el Kafka no se había presentado nadie con las condiciones para el personaje de Huld. No digo que no existiese en nuestra Alma Mater. Sencillamente no se presentó a audicionar. Nuestra convocatoria no tuvo ese alcance. Entendiendo las razones artísticas que me tocó plantear, la Dirección de Cultura defendió las condiciones por demás justas y que no se podían negociar: que esa persona invitada fuese joven, universitaria y que al igual que los estudiantes ucevistas que integraban el TU, no percibiera ningún pago.

Alexander Solórzano, de la Universidad Santa Rosa, era el candidato y lo puedo decir con total felicidad: no nos equivocamos. La participación de Alexander como actor invitado, apareciendo en el personaje de Huld en El Proceso Kafka y como Don Adriano de Armado en Trabajos de amor perdidos de Shakespeare, fue sencillamente estupenda. Esta experiencia previa hizo que se abriera la puerta para así tener dentro de este viaje creativo con Collodi una presencia que resultó un verdadero ejemplo de vida y ética para los integrantes del TU. La presencia de  nuestro entrañable Gonzalo J. Camacho en el papel de Geppetto.

“Mi segundo reto fue el manejo de la voz. Para trabajar este aspecto del personaje tuve la suerte de contar con la ayuda del maestro Camacho. El Grillo de este montaje es un personaje que tiene un carácter fuerte. Como la personificación de la conciencia de Pinocho un personaje que no deja de tomar las peores decisiones el Grillo pierde la paciencia y estalla en gritos de frustración (…) el maestro Camacho notó cómo mi voz se iba resintiendo desde el inicio hasta el final de la pieza mostrando mi falta de técnica (…) Entonces, Camacho no sólo me explicó sobre el proceso de respiración y proyección (…) Sus consejos y recetas me funcionaron perfectamente. Recuerdo que el maestro también me surtía de caramelitos de miel para mi garganta que yo continué comprando poco después. (…) uno de los recuerdos más vivos que tengo es cómo fue compartir escenario con él. Hacia el final de la pieza, el Grillo y Geppetto se abrazan y lloran desconsoladamente por la muerte de Pinocho. En esta escena, el maestro Camacho inundaba el escenario con su energía que me arrastraba a mí para representar la tristeza de los personajes. Mis amigos, los otros actores miembros del TU, siempre me preguntaban cómo hacía para llorar de esa manera. Yo les contestaba que sólo imaginaba o recordaba momentos tristes, pero tengo que admitir que el maestro Camacho también me ayudaba a aflorar y canalizar esas emociones”. Ana María Navas.

Por supuesto que para nuestro querido maestro Camacho logramos que su participación fuese remunerada. Se trata de un actor que en vida se definió a sí mismo siempre como un “obrero del teatro”, un trabajador; un actor que, por su edad, pertenecía a una generación de actores de teatro a la que ya le había tocado hacer una larga parte de su trayecto sobre las tablas sin percibir ningún pago; no procedía pedirle que viniera a trabajar por tantos meses sin remuneración alguna. Todo sería ganancia para nosotros. En contraprestación a esta experiencia que, hay que justamente decirlo, para Camacho también significó un período de felicidad, el maestro ofreció entrenar vocal y físicamente al elenco.

“En la producción teníamos a destacados diseñadores y realizadores del teatro caraqueño. Éramos estudiantes, pero Luigi nos trataba como profesionales. Ni hablar de lo que fue la oportunidad de compartir elenco y escenas con el maestro Camacho”. Germán Manrique.

Nuestro querido y recordado crítico Carlos Herrera argumentaba con razón cuando escribió en su crítica: “Sin embargo, y espero que no se me tome a mal, el TU es teatro de universitarios dirigido para universitarios, su elenco más allá de que sean estudiantes que optaran por estudiar Artes o Medicina, Letras o Derecho, deben integrar un elenco de jóvenes a quienes el TU estimule con el hecho maravilloso del teatro práctico a entenderlo, valorarlo y sentirlo no como algo complementario sino como un valor inestimable que rendirá frutos en el futuro de cada individualidad. La presencia de talentos profesionales que suplan papeles de alto nivel en cualquiera de las propuestas, pues restaría posibilidad a que algún buen actor de las filas de este colectivo pueda ‘embraguetarse’ en el difícil asunto de construir para cada proyecto, papeles que, en apariencia, no pueden ser asumidos sino con personal artístico invitado. ¡Ojo con esto!”. (A Rumbear.com / Bitácora crítica / Caracas 15/05/2006).

“Tenía que ver con mi personaje del Pez… recuerdo que fui con Rogers Lombano, que interpretaba a Mecha, fuimos a casa del maestro Camacho y me ayudó; creo que yo estaba pensando en el personaje como algo serio… asociaba la sabiduría con una voz gruesa, pesada, que yo no tenía… se tomó el tiempo de escuchar, de ponerme ejercicios para poder conectar… era fácil cuando él lo decía… ese don de conectar algo que uno sabe y luego poder manifestarlo en tu personaje… ese don lo tenía el maestro Camacho”. Geraldine Harb.

La otra cara a la razonable y amable advertencia de Carlos Herrera fue lo que significó la presencia de Camacho. Cada tarde, de lunes a viernes, por una hora, a su edad, con su cuerpo enjuto, magro y huesudo, descalzo, en mono, viendo a Camacho moverse y respirar, moverse y respirar teatro, resultó un ejemplo ético y de vida que superaba con creces la propia enseñanza teórica ofreciéndose así a nuestros histriones ucevistas una mirada más profesional, completa y compleja del trabajo artístico del actor. Camacho mismo era la mejor enseñanza porque no sólo fue un hermoso “obrero del teatro”; dentro de la comunidad teatral fue siempre respetado y reconocido por haber sido un gran padre de familia. ¿Quién mejor que él?

Producir Pinocho: las tareas de nuestros héroes

“Nos gustó también, por supuesto, la puesta en escena lograda por Sciamanna. Insiste en hacer un teatro sin escenografías y con el mínimo de utilería, crear atmósferas, componer situaciones, utilizar momentos lúdicos y hacer juegos escénicos y, como es lógico, dirigir a sus actores en claves farsescas, aunque estos sean modestos aficionados que lo que consiguen es ser ellos mismos. En esta ocasión contó con el apoyo del primer actor Gonzalo J. Camacho, quien encarnó al padre de Pinocho, el artista aquel que talla un muñeco y que ve asombrado cómo el muchachito se comporta como un ser humano, vive su proceso y se hace hombre, porque se trata de una hermosa metáfora sobre la vida de los seres humanos” (Edgar Moreno Uribe / El Mundo / Cultura página 17 / Caracas, martes, 23 de mayo de 2006)

No se puede hacer un recuento de este montaje sin hablar del espectacular traje realizado por Ghislaine Latorraca para el personaje de Pinocho. Bendita sea la hora, el punto, el mes y el año cuando, sentados juntos, comenté a Ghislaine que veía un traje hecho con listones que se adherían unos a otros con velcro, lo que llamamos popularmente “cierre mágico”. Lo que tenía en mi fantasía era el sonido de nuestro Pinocho arrancándose esos listones de madera para finalmente ganar y revelar su cuerpo humano. Teníamos que alcanzar dos metas muy importantes con ese traje. Una meta visual y otra acústica. Ghislaine Latorraca como resultado de su sabiduría encontró para ello una tela de tapicería de un grosor, textura y color que parecían diseñados a voluntad para nuestras necesidades escénicas. Por supuesto que la tela era la mitad del camino, pero cuando Ghislaine presentó el diseño y las piezas realizadas, no se podía creer. La algarabía en el elenco era absoluta.

“Había mucha conmoción por parte de mis compañeros porque dicho momento requería de un desnudo frontal para representar la recién ganada humanidad del muñeco. Todos me preguntaban si no me sentía nervioso o avergonzado de mostrarme desnudo frente al público, pero la verdad era que después de haber estado por más de dos horas ataviado con ese traje que sólo me dejaba descubierta la boca, ¡yo estaba más que contento de poder quitármelo! La verdad es que era un momento muy impactante. Hoy en día, muchos años después, me consigo con personas que recuerdan haber visto la obra y que me hablan de ella con emoción, sin saber que era yo el actor detrás del traje”. Mauricio Gómez Amoretti.

“Admiré profundamente el trabajo de mi amigo Mauricio Amoretti”. Geraldine Harb.

Ghislaine Latorraca creó un sensacional traje que se armaba sobre el cuerpo desnudo del actor. Cuando Mauricio Gómez Amoretti, al final de la obra, comenzaba a arrancarse los listones, esto puedo decirlo, lográbamos uno de los mejores finales que he podido poner en escena. En la medida en que el público entendía que veríamos a Pinocho desnudo de carne y hueso, el silencio y la contención de la respiración se hacían más graves y lo que ayudaba a construir esta atmósfera extraordinaria de suspenso era el sonido dramático, expresionista, del rasgado en aquel maravilloso velcro encontrado por Ghislaine.

El vestuario de este Pinocho ha sido uno de los más ricos y variados que hemos puesto en escena y tengo la alegría de haber sumado a mi madre, Rosanna Denti, como creadora y realizadora ofreciéndole la oportunidad de mitigar algo de su maravillosa sensibilidad artística que el trayecto de su hoja de vida no le ha permitido realizar.

“(…) la creación y realización del vestuario donde estuvieron involucrados desde el propio Chiamanna (sic), pasando por la súper experimentada Ghislaine Latorraca y Rosanna Denti y la confección del traje del grillo parlante por Mauricio Gómez pusieron su acento de encanto a esta propuesta” (Carlos Herrera / Bitácora crítica / A rumbear.com / Caracas 15, 05, 2006)

Aprovechando su creatividad, su habilidad para el dibujo más la capacidad imaginativa aplicada a temas de producción, se me ocurrió que él, teniendo además la responsabilidad de ser Pinocho, fuese el creador de su grillo. Así fue que diseñó el traje, creó al Grillo que lo acompañaría. Ghislaine Latorraca fue la encargada de hacer realidad el bello diseño presentado por Mauricio Gómez Amoretti para el Grillo de Ana María Nieves.

Basados en la urticaria que le produce a los totalitarismos todo contacto con las culturas provenientes de otras latitudes, al punto de considerarla un factor contaminante, el vestuario era una fantasía en la que mirábamos hasta China con el traje del halcón (Ángela Marrero) y observando también la vergonzosa invasión a abisinia, nuestra hermosa Hada Madrina era africana (Leidy Marcano).

“(…) yo tendría la responsabilidad de ser el Hada Madrina, eso creó un impacto en mí, porque la imagen de hada que yo tenía en mi cabeza desde niña no se parecía a mí  (piel morena y ojos oscuros) y mucho menos cuando Luigi me expresó su idea de vestuario tipo africano que acentuaba mis rasgos, pero que yo sentía que estaba muy alejado del personaje que tenía en mi conciencia. Debo reconocer que me costó asimilarlo y sentí temor al rechazo del personaje al no cumplir con el prototipo de Hada madrina al cual estábamos acostumbrados, sin embargo, mi emoción por hacer teatro era más fuerte que mis miedos y disfruté inmensamente el proceso. Luigi con su pasión por el teatro, nos  transmitió la confianza que necesitábamos y  nos mostró una versión de  Pinocho con una visión diferente, y aunque fue una obra compleja y retadora para todos, terminó siendo una obra espectacularmente irreverente, sobre todo para la época, porque es ahora cuando estamos viendo todos los debates por las recientes películas de Disney, al intentar romper con los estereotipos establecidos por ellos mismos durante muchos años, por lo que me  enorgullece decir que ya hace 17 años el Teatro Universitario de la UCV,  bajo la dirección y adaptación de Luigi Sciamanna, estaba rompiendo con esos paradigmas y que yo tuve el privilegio de representar al Hada Madrina negra de Pinocho”. Leidy Marcano.

Debo hacer referencia a tres momentos de este montaje. Uno de los mejores: la escena de Pinocho flotando en alta mar y teniendo su conversación con el pez (Geraldine Harb). El elenco completo vestido de azul, de espaldas al público, danzaba en movimientos ondulantes acompañados por la música de Gustav Holst. Geraldine Harb era la única que danzaba dando su rostro a la audiencia. Ahora bien, el pez. ¿Cómo era? ¿Cómo distinguíamos a la actriz del resto de las olas marinas?

Muy poco antes de nuestro estreno, asistí al Trasnocho Cultural para ver un tremendo montaje dirigido por Javier Moreno y escrito por su hermana, la dramaturga Xiomara Moreno. “El Popol Vuh”. El vestuario de gran belleza creado y realizado por nuestra admirada Raquel Ríos gozaba de un particular privilegio. Los espectaculares tocados creados y realizados por un talento y sensibilidad maravillosos de nuestro teatro y cine. Salí de ese montaje no sólo celebrando su belleza sino preguntando quién era el responsable de aquella maravilla. Así conocí a David Morales. Ni un segundo dudé en que él sería quien creara el fantástico pez, que recuerdo además tornasolado, y al que Geraldine daba vida y voz.

El segundo momento: la escena de la prisión. Si la del mar era una de las más logradas, la escena de la cárcel, que debía ser fantástica y conmovedora por significar el reencuentro entre Pinocho y Geppetto más la liberación de todos aquellos presos políticos en el relato paralelo de la caída del fascismo, el final de la guerra y la monarquía para así recuperar la República, esta escena no estaba para nada alcanzada. No sólo no había conseguido ponerla en escena como lo deseaba y esto no sólo por una limitación económica de la producción, sino porque yo no había encontrado para el momento del estreno la resolución dramatúrgica y escénica de la misma y aspiraba a resolverlo durante la temporada viendo el espectáculo una y otra vez. Este proceso de búsqueda no se nos dio.

“Si bien hay excesos que atentan contra la capacidad de un espectador avezado, la propuesta se alarga en situaciones que, desde mi óptica personal, pudieron ser sintetizadas en beneficio del propio espectáculo el cual se aproxima a las dos horas y media de representación. Reducir los tiempos coreográficos, condensar algunas escenas, ir a la médula de algunos momentos de diálogo entre ciertos personajes y quizás —y expreso ¡quizás!, porque respeto lo que se me ofrece— hubiese creado un efecto de compactación a la unidad de acción que, por momentos, se alargaba creando la sensación de que en ciertos momentos el todo se derrumba” (Carlos Herrera / Bitácora crítica / A rumbear.com / Caracas 15, 05, 2006)

El ritmo. La obra no era larga, duraba dos horas, pero su falta de ritmo inevitablemente la alargaba para el espectador. Las escenas, interpretadas siempre con gran emoción por parte del elenco, sin embargo transcurrían bajo un mismo metrónomo y el trabajo a hacer con las funciones era el de variar el ritmo interior para así enriquecer el viaje completo de los espectadores y el nuestro. Este trabajo sobre el ritmo no pudo completarse porque sólo hicimos esa primera temporada de estreno en la Sala de Conciertos y poco después, para alegría de algunos y tristeza de otros, presentaría la renuncia al Teatro Universitario al cambiar las autoridades en la Dirección de Cultura.

“Este Pinocho Sciamanna, que es como debería denominarse el espectáculo, nos satisfizo plenamente y especialmente por la versión. Ahí se muestra a un ‘niño de madera’ sorteando todas las trampas posibles que le tiende una sociedad corrupta, esa que no respeta a la infancia y abusa de ella en todas las formas. Pero donde más se muestra la inteligencia y el compromiso político de Sciamanna es en su crítica demoledora contra el fascismo, el padre de todas las tiranías contemporáneas y su trágico rol como inspirador de guerras y persecuciones contra las minorías. Y no podían faltar las alusiones a las drogas ni el sexo, trampas que también asaltan al inteligente pero impudente muñeco de madera (bien encarnado por Mauricio Gómez, estudiante de la Escuela de Artes de la UCV). (Edgar Moreno Uribe / El Mundo / Cultura página 17 / Caracas, martes, 23 de mayo de 2006)

El tercer momento es el de la escena en el País de los Placeres que en el original se llama El país de los Juguetes. Esta fue una de las más polémicas del montaje porque hacía referencia directa al film Saló de Pier Paolo Pasolini. Descripción en el texto teatral de nuestra versión: “Mangiafuoco suena un silbato para perros y comienza una ronda de placer donde las prostitutas adoptan posiciones sobre cada uno de los clientes y van rotándose de uno a otro. Los clientes van fumando. Todos, menos Pinocho. Cada cambio de pareja viene dado por el silbato de Mangiafuoco. Al final, los caballeros se ponen de pie, se bajan los pantalones y Magiafuoco, hablando como el Juez Rata, va metiendo a cada uno el dedo por detrás. Cada cliente se transforma en burro; a Pinocho sólo le crecen orejas y una cola”. Nuestro amigo, el violoncellista austríaco venezolano Florian Ebersberg, diría con las cejas en arco y su peculiar acento “Jamás pensé ver una cita de “Saló” en un montaje de Pinocchio”.

“El riesgo de los dobles sentidos, lo lúdico perverso, las insinuaciones socio políticas, el doblez de algunas imágenes, quedará a ser juzgado y asimilado por cada quien. He ahí un producto con su nivel y su potencial de seducir o fastidiar  pero de que hay un trabajo, hay un trabajo. Vaya y confróntelo, porque puede que este trabajo ¡le asombre, le perturbe, le satisfaga o en el peor de los casos que le amodorre! (Carlos Herrera / Bitácora crítica / A rumbear.com / Caracas, 15, 05, 2006)

El monstruo de mil cabezas: el público

“(…) comencé a recibir las reacciones de algunos que se tomaron la libertad de comentarlas o de los que necesitaban hacer catarsis. En todos los círculos de mis amigos y conocidos de la universidad, sobre todo en Derecho, Psicología y Artes, se dio el debate (…) Hubo gente realmente escandalizada y otras fascinadas. Por aquellos días fue el trending topic del campus. Hizo ruido”. Germán Manrique.

Desde el montaje de Los bandidos estuvimos utilizando una herramienta muy útil para saber no sólo lo que pensaba nuestro público del trabajo mostrado. Resultaba tan emocionante ver después de cada representación cuánta gente se tomaba hasta media hora para dejar sus anotaciones, sentimientos, proveniencia, fuentes de información y desarrollar una opinión. Por tres años y medio, al final de cada función, nos sentamos juntos en el suelo a leer en voz alta las opiniones que nos dejaban. En el caso de las encuestas entregadas para Pinocho las preguntas eran las siguientes: ¿a través de qué medio se enteró de las funciones? Opciones: Prensa, Publicidad interna UCV, Por recomendación, Otros (especifique). ¿Ha leído usted la obra original de Collodi? Opciones: Sí, No. ¿Vio usted algunos de estos montajes anteriores del TU? Opciones: Los bandidos, El Proceso, Trabajos de amor perdidos. ¿Pertenece usted a la comunidad ucevista? Opciones: Sí, No. ¿Qué le pareció el montaje? Opciones: Excelente, Muy bueno, Bueno, Regular, Malo, y siete líneas destinadas a los comentarios que quisieran desarrollar.

De esa invitación a expresarse se podían obtener caricias como esta: “Antes de comenzar la obra, Luigi dijo que al recibir las llaves del TU se sintió como San Pedro el guardián de las llaves del cielo. El cielo es infinito, como infinitas son las emociones humanas, el arte no se describe con palabras porque es imposible sintetizar lo abstracto de la existencia. Por eso me atrevo a decir que para describir el montaje las palabras se quedan inútiles y no bastan manos para los aplausos”. Por cada caricia, también se obtenía una raspadura. Y esto era lo interesante. En estos siete párrafos que siguen daremos la palabra al público.

“Con el mayor de los respetos, opino que si el teatro ucevista actual quiere expresar abiertamente los ‘cambios mundiales’ y la libertad de la homosexualidad no tiene que hacerlo de tal forma y puede hablar sus ideales de bandera de arcoíris de un simple cuento que no guarda relación alguna con la creciente homosexualidad. Pueden hacer una obra gay, pero no digan que es sobre el Pinocho de Carlo Collodi. No todos somos tan abiertos…”. “Muy buena la sencillez del montaje. Esto prueba que no hace falta mucho para hacer un buen montaje. Sólo buenos actores. Excelente música. Me confunde el doble contexto: la época de Mussolini por un lado y el uso de vocabulario actual como ‘Fino’ y los huele pega. Demasiado larga. Estoy cansada. Estoy aplaudiendo porque terminó”. “La puesta en escena es muy pobre. Es evidente que el público venezolano no está educado en cuanto a calidad teatral pues cualquier cosa es teatro. La ‘obra’ además de larga, no tiene un argumento consistente. Se decanta en varias propuestas sin lograr una concreta. No se evidencia el trabajo actoral. Hay escenas que sobran. La obra es realmente mala”. “El corte homosexual en la obra estuvo de más, considero ese punto de la obra de mal gusto, pero acotando la excelente actuación del grillo, Pinocho y Yepeto (sic)”.

“Como siempre el Teatro Universitario haciendo obras, haciendo teatro que vale la pena ver… Muy buenas las actuaciones de Pinocho y el Grillo. Felicidades. Procuren proyectar un poco mejor la voz». Es una obra irreverente sujetada a la relatividad de la gente de madera, la madera representa la lujuria y la carne el deseo subjetivo de Dios intrínsecamente arraigado a nuestras raíces negras. El decorado se parece a una mujer sodomizada por su obseción (sic) a los elementos cambiantes de este gobierno. En conclusión es una obra bien”. “Mejoraron mucho en el vestuario. Besos y felicitaciones a todos en especial Gepetto (sic) Pinocho Campesino Hada Grillo Mecha Olvídenlo Mejor felicitaciones a todos Pinocho Excelente”. “Muy bueno sigan así. Qué viva Frank Zappa y Pinocho”. “Muy buen trabajo. Logran distraer al público. Plantear problemas sociales. Jugar con la ironía, la risa y el doble sentido del público. Muy buena actuación. Buen aprovechamiento del espacio. Muy bueno el vestuario del Grillo y Pinocho. Felicitaciones”.

“Es la época de lo genuino humano que comienza para Venezuela”. “Estupendo. Muy buen montaje. Mauricio: es-pec-ta-cu-lar. Nunca dejaste de comportarte como un niño de madera, pero la evolución del personaje se siente y justifica la última escena. Eres un artista. El grillo genial. La obra es un poco larga. Excelente la escena del campo de los locos. Todas las referencias políticas están muy bien tratadas. Maravillosa la música y la iluminación y las máscaras”. “Me parece que la nariz parecía un pene no sé… cavernoso”. “En Florencia han nacido muchos inmortales de la humanidad. Dante, Leonardo da Vinci, Maquiavelo… Collodi. Observación: se deben hacer charlas o comentarios sobre las obras y los autores y si es posible con medios audiovisuales”. “Muy fuerte”. “Es la mejor. Me gustaría que el vestuario fuera de mejor calidad”. “Había unas partes buenas y unas que no me gustaron. Podían jugar más con las luces y los objetos escénicos como las sillas o la tela negra me molestaba cuando no los usaban. Algunas escenas fueron muy típicas como la de los locos (muy usado) siempre hay una puta (muy cliché)”. “En general el montaje me pareció bueno y bastante explicativo. Creo que tiene mucha morbosidad, pero reconozco que puede ser por mi moral, visto de esa manera. Un poco larga. Pero felicitaciones”. “Bueno 2da vez que veo la obra. Me pareció muy buena. Tiene elementos que reflejan nuestra realidad. Felicitaciones”.

“Hay momentos lentos. Un poco de agilidad marcaría mayor dinamismo. Otro factor es el tiempo-2H”. “La obra llega al espectador. Hay escenas que conmueven realmente. Algunas escenas me toman de sorpresa por su crudeza”. “Me gustó mucho la metáfora y me pareció excelente la interpretación de Pinocho y del dictador: il ‘Duce’ (no me gustaron las vulgaridades)”. “Se denota a lo largo del espectáculo el esfuerzo y talento de cada uno de los actores fue, en contraste con la ‘simplicidad’ del escenario, llenaron la sala de emoción, matices e ilusión muy propias de la realidad de la obra y de nuestra actualidad e historia. En momentos quedé deseando más de una escena y en otros me parecían injustificadamente lentas. Excelente el tono político, social y moral, fue lo que más me agradó aparte de hacerme recordar mi niñez, mi presente y mi mundo. Espero formar parte algún día de tan talentosa agrupación. Muchas gracias”. “Es una obra con una variedad de personajes y momentos que van de divertidos a serios, graciosos, tristes, locos, alegres y una mezcla de muchos estados de ánimo del ser humano. Es una versión ‘arrecha’ y diferente del clásico cuento infantil. El vestuario está súper, el grillo es el mejor. Felicitaciones. Excelente obra”. “Muy lento de la mitad al final y muy sexualizado el tema”. “En el mundo de los niños el exceso de sexualidad tiende a parecer grotesco, se pierde la inocencia del niño. La trama se hace lenta y algo pesada. Demasiada simbología”. “Escenas de alto impacto. Reflexión. Gran demostración de autoestima, artes, valor, dedicación y constancia. Tal vez un poco extensa pero excelente. Felicidades y el mayor de los éxitos”.

“Muy largo, dedíquense a la comedia, no hacía falta el desnudo, está bien la crítica político social”. “La silla 21 está rota”. “Deben hacer una de Pinocha. Estuvo sumamente genial. Felicitaciones. Gracias por cambiar mi día”. “La escena del mar me pareció fenomenal, las actuaciones del elenco fueron impecables”. “Tiene un concepto integral y humano algo histriónico y divertido”. “Me quedé sin palabras estuvo demasiado bueno, fue un gran aprendizaje”. “Muy malo. Extrañamos al Luigi Sciamanna actor”. “Percibo poca precisión, mala interpretación, y un sin número de baches que hizo que inevitablemente perdiera la concentración y automáticamente el interés por lo que estaba viendo; lo siento, sé y supongo que la del grupo es la mejor intención, pero lamentablemente el montaje no me gustó. Por otro lado considero que se debe cuidar los alcances de aquello que un grupo universitario debe mostrar”. “Me parece, por gratuito y reaccionario, el empeño en asociar por 3 veces en la versión la homosexualidad y personajes negativos”.

“Buen grupo. Bien cohesionado. Dirección y producción muy cuidados. Energía y compromiso con lo que se expone. Excelente el actor de Pinocho. (Buenos, cuidados recursos expresivos). Buena la iniciativa de incorporar profesionales como Camacho. Algo negativo = las reiteradas alusiones al placer homoerótico a lo represivo, fascista y doloroso (respetable pero poco contribuyente a una actitud tolerante e igualitaria)”. “Muy bueno el espectáculo, la parte final la mostraron de manera muy realista porque realmente ese era el fin del personaje: convertirse en niño. Felicitaciones. (Fueron excelentes pero pueden ser mejores)”. “Música y palabra una sola”. “Muy bueno todo. Impactante el desnudo de Pinocho. Muy bueno el haberse atrevido”. “Me encantó el final, muy bien montado”. “Arreglen ese final. Tapen a ese tipo, coño”.

Este valiosísimo material de las encuestas lo conservo, encuadernado y cuidado y constituye un parte trascendental de la memoria de esos años de trabajo en el Teatro Universitario. Esto que visto superficialmente puede parecer una herramienta pesca elogios, recoge, como habrán ya leído, la sinceridad de los espectadores, pero constituye también un instrumento formativo. Los actores estamos siempre preocupados por la opinión. He visto actores modificar buenos personajes trabajados por meses después de escuchar un comentario. Uno de los aspectos más importantes de la madurez como artista escénico es saber discernir, escoger, qué escuchar y qué no escuchar. Leer estas opiniones después de cada función nos aleccionaba sobre la imposibilidad de complacer a todos y de cómo cada espectador según su mundo referencial, su formación, puede leer un mismo código, un mismo símbolo, de maneras opuestas, contrastantes y contradictorias. La lectura de este material tenía como finalidad el fortificar la propuesta y defenderla y esperar con interés y seguridad la respuesta de los espectadores.

Un desnudo en el Campus

“El epílogo muestra al Pinocho convirtiéndose en ser humano y por lo tanto permite ver el streptease más oportuno del mundo, ya que los seres humanos nacen desnudos, a pesar de que algunos quisieran que vinieran con calzoncillos o pantaletas. ¿Este justificado desnudo final habrá asustado a unas personas en especial o los envió al médico plástico de inmediato? (Edgar Moreno Uribe / El Mundo / Cultura página 17 / Caracas, martes, 23 de mayo de 2006)

Un estudiante desnudándose en el campus resultó polémico por razones incluso naturales. Con respecto a esta transformación que plantea el cuento, y en vista de una polémica que corría subterráneamente, en el informe enviado a la profesora Benedetti estaba el siguiente párrafo: “(…) hacíamos referencia al final del cuento de Collodi como uno de los retos de montar este texto. Ciertamente la transformación del hombre hecho de madera al de carne y hueso es la metáfora del nacimiento del hombre y su psique. Al ser así no hay vuelta atrás: el hombre nace desnudo por lo tanto al transformarse en escena nuestro Pinocho debía perder su traje leñoso para mostrarse con su cuerpo tal cual es. Haberlo presentado en ropa interior habría sido un fracaso, una pacatería. Hacer este desnudo dentro de la comunidad universitaria fue emocionante y veíamos, ingenuos de nosotros, en la transformación de Pinocho el resurgimiento del Teatro Universitario de la UCV. Lástima que en la realidad, a diferencia de la ficción, nos ganaron, eso sí, temporalmente, Mangiafuoco, el Zorro y el Gato”.

“Paralelamente, los ánimos de los miembros del TU estaban caldeados porque la falta de apoyo institucional había provocado que Luigi anunciara su retiro luego de la temporada de Pinocho. Sin darnos cuenta, la fecha del estreno de Pinocho estaba a la vuelta de la esquina y muchos de nosotros no nos sentíamos preparados. A pesar de todos los obstáculos, Pinocho se estrenó el 28 de abril de 2006. La noche del estreno dimos una función llena de energía, con momentos de risa y de llanto, así como escenas que podían perturbar al espectador”. Ana María Navas.

“La respuesta histriónica me resultó satisfactoria en cuanto a que el grupo conformado por quince estudiantes de diferentes escuelas y facultades de la UCV y con la participación especial del maestro Gonzalo J. Camacho (como Gepetto) estuvieron acorde a lo que se expectaba en la platea. Contadas las personas que se retiraron a pesar de lo largo del espectáculo. La actitud interpretativa, el empeño artístico de todos, la energía de conjunto fue estupenda.  Un montaje distinto a lo antes exhibido por el TU y que supone  más retos tanto a Chiamanna (sic) como a los jóvenes histriones que habrán de seguir en la senda de Thespis. Quiero dar especial aplauso a las caracterizaciones de Mauricio Gómez, Ana María Navas, Carlos Maza, Rogers Lombano, por la efectividad de sus trabajos. Y a Camacho por su entrega y ánimo en su papel. Todos merecen un reconocimiento por lo arduo y exigente de esta entrega escénica no apta para menores de dieciséis años. (…) (Carlos Herrera / Bitácora crítica / A rumbear.com / Caracas, 15, 05, 2006)

Madera y Transfiguración

“El tránsito por la universidad es de alguna manera una gran transformación, son años claves en el desarrollo del intelecto y de la experiencia humana. La llegada de esta historia a nuestras vidas no fue sino un gran símbolo y un gran regalo. Sí, Pinocho podría verse como un cuento de hadas, con la moraleja clásica de que los deseos más fervientes se hacen realidad. Pero también, y más apropiadamente, podría enseñarnos que el discernimiento sólo se logra venciendo tentaciones, que la valentía se gana atravesando calamidades, que el dolor nos hace más humanos, y que en fin, solo se vive viviendo”. Mauricio Gómez Amoretti.

Estar al frente del Teatro Universitario de nuestra amada y dolida Universidad Central de Venezuela significó para mí una de los períodos más especiales y felices. El hecho de ir a la universidad de nuevo, recorrer el campus, disfrutar su paisaje natural, artístico y humano, ver crecer la capacidad creativa de los estudiantes que participaban, los viajes que hicimos, las risas, el llanto, las discusiones, el reconocimiento público que tuvimos, el trabajo hecho siempre con tanta disciplina y rigor constituyó para mí un crecimiento artístico, espiritual, intelectual que no puede sino conmoverme al recordarlo. No es algo que concluyo viéndolo hoy en perspectiva. No. Era una sensación de haber vuelto a esa casa, a ese hogar que es nuestra Universidad Central y hacer una segunda carrera. Así me sentí en ese momento y lo declaré abiertamente.

“(…) extraño mi tiempo con el grupo, los ensayos y post ensayos, los textos, las puestas en escena, la audiencia, todo cuanto he recordado y revivido aquí en Londres donde resido y donde vine motivado también por esta experiencia buscando rodearme de más teatro y combinarlo con mis metas personales y profesionales”. Juan Pablo Rosales.

“Es mi montaje más querido y según mi opinión el mejor de los que he preparado para el TU durante estos cuatro años. Es el más rico en su contenido; el que tiene la producción que ha sido más difícil de levantar; las escenas más complicadas y los cambios dramáticos internos más exigentes. Pienso seguir mejorándolo… El proceso no se puede detener por que se haya estrenado. El trabajo que realicé con Pinocho es un asunto de contenido, no de forma. El boca a boca fue magnífico y el resultado de las encuestas que se repartieron al público reflejaron  la aceptación de la obra. Para mí fue una gran lección levantar este montaje. Con esta obra me gradué de Director… Y en la UCV!!!” (Entrevista concedida a Laura Barroso para el diario Últimas Noticias; domingo 28 de mayo de 2006)

La temporada de Pinocho pasó muy rápido. Luego de haber pasado un año presentando ‘Trabajos de Amor Perdidos’, fue muy doloroso ver cómo Pinocho no logró ver la luz fuera de la Sala de Conciertos de la UCV”. Ana María Navas.

Por supuesto que con Pinocchio se puede también hacer una parábola del artista con su obra. Geppetto es un artesano. Pinocho es la obra de arte a la que nos dedicamos. Esa obra que comienza naciendo rústica, imperfecta, pero a la que con empeño vamos poniendo de pie, comienza a hablar, a desplazarse, a vivir con nosotros. La obra que se mete en nuestra casa, nuestra vida y con la que podemos convivir por años con la única ilusión de que se haga viva, de carne y hueso y camine, se defienda sola.

17 años después

De mayo de 2006 a mayo 2023. Inesperadamente suena el teléfono. Elisabetta Balasso, profesora de Lengua y Cultura italiana en la Universidad Metropolitana, cual Hada madrina, investigó y se encontró con que se había hecho un trabajo… Quizás ahora, 17 años después, cuando menos lo esperábamos, nuestra obra se ha hecho de carne y hueso.

Elenco: Mauricio Gómez Amoretti (Escuela de Artes) / Pinocho; Leidy Marcano (Escuela de Ciencias Políticas) / El Hada; Ana María Nieves (Escuela de Antropología) / El grillo parlante; Ángela Marrero (Egresada de la Facultad de Medicina, Enfermería) / el Halcón, la Mariposa y el Pájaro; Geraldine Harb (Escuela de Artes) el Pez; Germán Manrique (Facultad de Derecho) Mangiafuoco; Carlos Maza (Facultad de Ingeniería) el Gato; Rodrigo Gómez (Escuela de Artes) el Zorro; Rogers Lombano (Facultad de Derecho) Mecha; Luisa Maymó (Escuela de Artes) la Serpiente; Alana Zuloaga (Escuela de Artes) Monja y prostituta punk; Antonieta Mendoza (Facultad de Economía) Giovinezza y Asistente del Juez Rata; Eduardo Campos (Escuela de Artes) Labrador; Juan Pablo Rosales (Facultad de Medicina) la Muerte; y la participación especial de Gonzalo J. Camacho como Geppetto.

Equipo de realización artística: Concepto Imagen Gráfica: Luigi Sciamanna; Ilustración: “Transfiguración” de Felipe Muñóz (Escuela de Artes); Selección musical: Rolfe Kent, Giuseppe Verdi, Jean Sibelius, Richard Wagner, Nino Rota, Charles Chaplin, Leo Delibes, Sergei Prokofiev y David Fanshawe; Diseño de vestuario: Luigi Sciamanna, Ghislaine Latorraca y Rosanna Denti;  Realización de vestuario: Ghislaine Latorraca y Rosanna Denti; Diseño y realización del traje del grillo parlante: Mauricio Gómez Amoretti (Escuela de Artes);  Diseño y realización de máscaras: Edgar “Juanacho” Paredes y María Dolores Cruz Rodríguez; Diseño y realización de tocados: David Morales; Producción Ejecutiva: Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela. Producción, versión, dirección y Puesta en Escena: Luigi Sciamanna. Agradecimientos: Lolita Sánchez de Conkright, Antonio Costante, Gonzalo J. Camacho, Eliécer Paredes y muy especialmente a Douglas Palumbo y Maybi Palacios de Queiroz Publicidad.