Por NELSON BOCARANDA SARDI
La afortunada insistencia del autor, que me invitaba a escribir este prólogo en lo que podría llamarse una “mini-enciclopedia del doblaje universal”, me llenó de recuerdos vividos en el cine y la televisión, con esas voces que doblan a los artistas sin robarles su originalidad, sus acentos y sus expresiones. Sin ser impostores pues reflejan lo que el artista original quiso transmitir a sus espectadores. Arduo trabajo que en nuestra parte del globo ha venido creciendo desde finales de los años setenta y que cada día tiene más profesionales dedicados a esa labor.
Sorprende al lector nuestro enjundioso escritor amigo con múltiples reseñas, variados guiones, acertadas anécdotas, oportunos ejemplos y sugerencias, desde la sinceridad de su alma, para entender el trabajo arduo de quienes asumen voces de otros con la más alta calidad que se exhibe en todo el mundo. Revelaciones increíbles emocionan como la de que en Venezuela la variedad idiomática del material doblado al español cubre cinco lenguas asiáticas, una afroasiática y 18 europeas. Este dedicado investigador del acontecer audiovisual –quien ha aportado ejemplares trabajos y libros del desarrollo del medio entre nosotros y más allá de nuestras fronteras– corona hoy con un profundo análisis de este oficio –al mejor estilo de una pesquisa del Inspector Hercule Poirot de Agatha Christie– sin dejar de escrudiñar una sola arista de la profesión.
Su vasto conocimiento del Séptimo Arte nos recrea pasajes de la filmografía mundial al igual que su relación con la cultura, la poesía, la música, la escritura y la historia nos lleva a disfrutar su 18 prosa aquí vertida. Cualquier mortal disfrutará sus páginas así sea la primera vez que se tope con el tema. De fandubbing a Borges, Chaplin, Fellini, van Gogh, Nazoa, Montejo, Onetti, Rubens, Tolstoi, Toscanini y Verdi pasando por lipsync y los nombres más reconocidos en el doblaje mundial. Un trabajo acucioso y estimulante.
He tenido la suerte de que Dios me ha puesto en distintos momentos de mi vida en el sitio de los acontecimientos –por darle un término más periodístico– y contaré tres que avalan lo que Alí nos cuenta en estas páginas. Fue así que participé, como amigo de ambos, en las primeras reuniones de Mario Abate y Mario Robles cuando apenas daban las iniciales pinceladas a lo que luego fuera Etcétera , la exitosa casa de doblaje fundada en Caracas. Igualmente cuando en referencia a la miniserie de History Channel: Los Kennedy, Rondón relaciona la influencia de esos años –y el propio asesinato del Presidente John Kennedy– en “los predios de la música, la literatura y el cine de los Estados Unidos”. Una noche en New York, 1976, me tocó sentarme en la comida de gala de un evento benéfico, al lado de Jaqueline Kennedy y quise recordarle la anécdota de que en 1961 –siendo estudiante de periodismo y “asomado” aprendiz de reportero de la UCAB– le había entregado una flores en la visita presidencial con su esposo a Caracas a las puerta de la entonces casa presidencial Los Núñez. Le pedí permiso para saber si podíamos hablar de la Época Camelot y me respondió que con gusto pues “ese fue un período especial de América donde la creación aumentó y su legado perdura”. Aquí Rondón confirma esa expresión.
La tercera anécdota está directamente ligada a la profesión que este libro analiza. En 1991, Venevisión me envió a Londres para entrevistar a Barbra Streissand en ocasión de estrenarse allá su película El Príncipe de las Mareas (Prince of Tides). Indagando sobre ella encontré la acuciosidad y perfeccionismo en su obra. Le conté que había visto la cinta en la sala de Blancica en Caracas y 19 que había encontrado un error en la traducción con títulos pues en una escena con Nick Nolte ella le decía “llora, llora” pero en el titulaje colocaron “no llores”. Paró la entrevista y llamó a varios de sus colaboradores pues dos días después iban a presentarla en Madrid y quería saber si en el doblaje al español tenían la misma falla. Tras una hora de llamadas, gritos y reclamos reanudamos el diálogo y ella me dio 10 minutos más de entrevista en señal de agradecimiento. En efecto el doblaje idiomático tenía el error pues lo habían copiado de los títulos en español.
El último fue en Los Ángeles en una entrevista a Arnold Schwarzenegger en la ocasión de su presentación de Terminator 2: El día del juicio. Tras nuestro diálogo me preguntó si su frase final “hasta la vista baby” la dejaban en su voz o la doblaban. Le expliqué que en Venezuela no se doblaban las películas de Hollywood sino que se titulaban. Me contó que siempre quiere saber si esa “marca de fábrica suya” se respeta en otros idiomas. Otra prueba del interés de algunas luminarias en conocer la visión que en otros lugares tienen de su trabajo. Por todo ello, disfruten esta nueva obra de un venezolano dedicado de lleno a elevar el nivel del doblaje, con la más alta dedicación y calidad en su investigación. Gracias por esta segunda oportunidad de prologar tu obra. ¡Éxito, Alí!
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