
“Entre mis recuerdos que permanecen al día de hoy están sus constantes alusiones al resentimiento, y lo refería tal y como fue tratado por Max Scheller, donde rasgos no racionales del ser humano han sido dejados relativamente en segundo plano. Se refería al rescate del texto para indagar en el resentimiento como actitud ‘psico política’, lo cual parece devolvernos a diversos tiempos y obligarnos a pensar en este que vivimos en términos de Scheler para referirse al ‘resentido”
Por ELISA ESCOVAR LEÓN
El testimonio de mi relación con Graciela Soriano de García Pelayo lo voy recorrer a partir de unas pocas ideas que se inician en la comprensión de la Paideia griega, la Edad Media, hasta el saber en la cultura de Max Scheler. Así saldré al encuentro de algunas nociones que marcaron mi crecimiento personal e intelectual caminando a su lado desde que comencé el seminario Civilidad y Ciudadanía, que ella dictaba en el doctorado de Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela, por expresa recomendación de mi muy querido profesor Humberto Njaim.
Al comenzar los cursos, elegí entre los temas a trabajar el análisis de la antigua Paideia, la cual no se proponía formar especialistas sino solo buenos ciudadanos en general. El término humanitas es la traducción de lo que para los griegos representaba la Paideia.
Fueron muchas las ideas que entrelacé a partir de la enseñanza de Chelita: Grecia, la Edad Media, lo público y lo privado, el resentimiento, el desarrollo discrónico, todo ello en perspectiva histórica y actual.
Vivimos en una época signada por la confusión y el caos por las incertidumbres, por millones de potencialidades aún desconocidas y quizás incontrolables para una nueva civilidad, para instalar y entender los nuevos comportamientos posibles dentro de una nueva “police” (1), en los patrones de una ética que pueda comprender las nuevas o usadas ediciones de aquellas conductas o pautas de comportamiento en el nuevo ámbito público y en el privado que puedan sernos menester en un mundo “global” (2).
No se apartaba Graciela Soriano de la necesaria comprensión del desarrollo discrónico dentro de la historia política. Se refería así a la América española, un mundo con sus peculiaridades, pero con evidentes semejanzas y con igual dependencia de la monarquía católica hasta comienzos del siglo XIX (3).
Al producirse la quiebra del Imperio español aquel mundo se dividió en múltiples unidades independientes que han permanecido relativamente aisladas unas de otras. Cada una con sus propios problemas internos y de convivencia internacional pero con semejanzas, paralelismos y discronismos evidentes en su desarrollo político que conducen naturalmente a la búsqueda de esquemas y patrones de interpretación que puedan explicarlos en lo esencial (4).
Es así como el descubrimiento se produce en un momento del desarrollo histórico europeo en el cual ya las formas esenciales de la cultura europea occidental estaban maduras para su despliegue, al tiempo que eran capaces de incorporar, a su vez, los nuevos elementos del Nuevo Mundo. En lo sucesivo se perfila una indisoluble relación de destino que vincula a ambos hemisferios desde el siglo XV hasta hoy (5).
Todo esto nos conduce a que el proceso de transculturización da como resultado unas realidades inéditas en la historia. Sociedades mestizas, llenas de conflictos, contradicciones internas, en las que coexisten diferentes niveles históricos y desiguales ritmos temporales. Este es el desarrollo discrónico entre las sociedades de ambos mundos.
Entre mis recuerdos que permanecen al día de hoy están sus constantes alusiones al Resentimiento, y lo refería a tal y como fue tratado por Max Scheller (6), donde rasgos no racionales del ser humano han sido dejados relativamente en segundo plano. Se refería al rescate del texto para indagar en el resentimiento como actitud “psico política”, lo cual parece devolvernos a diversos tiempos y obligarnos a pensar en este que vivimos en términos de Scheler para referirse al “resentido” (7).
Se refería también al tema de las “Actitudes políticas”, el cual fue coordinado con notas por Manuel García Pelayo. Contemplaba allí el abordaje del “resentido”, “snob”, “revolucionario”, “ideólogo”, “anarquista”, “terrorista” y otros en distintos órdenes de acción e ideas (8). Nos resulta muy clara la importancia del estudio de dicha actitud en los tiempos en que vivimos.
Lo determinante en mi relación con Chelita, y la influencia definitiva que ella ejerció en mí, fue cuando, gracias a ella, entré en contacto con otro texto también de Scheler El saber y la cultura (9), ante el cual, luego de haberlo fotocopiado, ella me recomendó que esa debía ser mi guía en la vida. Me dijo “tú no puedes quedarte con todo eso. Tienes que trasmitirlo”, sí —me dijo—, “ese saber culto”.
Desde ese momento esa obra se convirtió en mi catecismo. En ese mismo texto el autor interroga ¿qué especies y formas de saber y del conocer condicionan y determinan el proceso mediante el cual el hombre se convierte en un ser “culto? (10). Apunta Scheler, que los modelos no son objeto de imitación y de sumisión ciega sino que preparan el camino para que podamos oír la voz de nuestra propia persona y de nuestra ley individual (11).
Y he aquí el concepto del “saber culto” y su diferencia con el saber que nada tiene que ver con la cultura. Ese saber culto “que se ha convertido en cultura es un saber que se halla perfectamente digerido; es un saber del que no se sabe ya en absoluto cómo fue adquirido, de dónde fue tomado”. “Es un saber plenamente digerido y asimilado, hecho vida y función, no “saber” de “experiencia” sino “saber experiencia” (Meinong) (12). Saber cuya procedencia y origen es ya indeclarable, solo ese es el “saber culto”, dice Scheler.
Y, citando a William James, dice el autor, “es un saber del que no hace falta acordarse”. Yo añadiría, dice, “es un saber completamente preparado, alerta y pronto al salto en cada situación concreta de la vida; un saber convertido en segunda naturaleza y plenamente adaptado al problema concreto y el requerimiento de la hora ceñido como una piel natural. Por eso es tan propio del saber culto el no ser inoportuno, sino sencillo, modesto; el huir del sensacionalismo, del estruendo y de la extravagancia, el ofrecerse con evidente claridad y consciencia de sus límites (13).
Porque la cultura soberbia, el saber orgulloso es incultura como lo es la presunción. “Culto —me dijo cierta vez un hombre ingenioso— es a quien no se le nota que ha estudiado, o que no ha estudiado si no ha estudiado” (14). Es aquella vieja y noble docta ignorantia. Es aquel socrático saber del no saber hasta que el hombre sepa los “límites de su saber”, como lo llamó Kant en su Crítica a la razón pura (15).
Y, he aquí en pocas palabras, el origen de mi cercanía, afecto y agradecimiento con Chelita. Ella me transfirió la conciencia del saber, la necesidad de trasmitirlo, consejo que ella olvidó que me dio, pero que para mí es una constante del espíritu humano, por eso de que la Filosofía comienza según la frase de Aristóteles con la Admiración.
Bibliografía
1 Soriano de Garcia Pelayo, Humberto Njaim. Lo público y lo privado.Redefinición de los ambitos del Estado y de la Sociead. Tomo I. Fundación Manuel García Pelayo. Caracas, enero 1996.
2 Soriano de García-Pelayo, Graciela. Hispanoamérica, Historia, desarrollo discrónico e historia política. Fundación Manuel García Pelayo. Caracas, 2004.
3 Sobre el resentimiento. Max Scheler ( con notas sobre el resentimiento como actitud psico política de Manuel García Pelayo). Fundación Manuel García Pelayo. Caracas, 2004.
4 Scheler, Max. El saber y la cultura. Conferencia dada en la fiesta por el X aniversario de la Academia Lessing en Berlín. Revista de Occidente. Madrid, 1934. Imprenta de Gala Sáez. Mesón de Paños, 6. Teléfono 11944.
5 Jaeger, Werner. Paideia: los ideales de la cultura griega. Fondo de cultura económica. Mexico. 1974.
Notas
1 Graciela Soriano de Garcia Pelayo, Humberto Njaim. Lo público y lo privado. Redefinición de los ámbitos del Estado y de la Sociedad. Tomo I. Fundación Manuel García Pelayo. Caracas, enero 1996. Soriano refiriéndose a una nueva “civilidad”, de unas formas adecuadas de “police” (Claude Seyssel, citado de la Grande Monarchie de France, Paris, 1950 Cfr. P. 1550) que garantice el orden social en la dimensión colectiva y pública. Exigiría también la búsqueda de una nueva “urbanidad” o “politesse”, entendida en un sentido multicultural, para el trato interpersonal en la dimensión privada. Pág. 55 y ss
2 Ibid.Cfr. Pág. 56
3 Graciela Soriano de García-Pelayo. Hispanoamérica, Historia, desarrollo discrónico e historia política. Fundación Manuel García Pelayo. Caracas, 2004. Cfr. P. 10 y ss
4 Ibid. Cfr. Pág. 18
5 Ibid. Pág 19 citanto a J.H Elliot. The old world and the New (1492-1650). Cambridge University Press, 1970
6 Sobre el resentimiento. Max Scheler ( con notas sobre el resentimiento como actitud psico política de Manuel García Pelayo). Fundación Manuel García Pelayo. Caracas, 2004.
7 En la versión francesa, curiosamente “El resentimiento en la moral” se intitula “L´homme du resentiment”. Paris, 1954.
8 Ibid. Cfr. P. 8
9 Max Scheler. El saber y la cultura. Conferencia dada en la fiesta por el X aniversario de la Academia Lessing en Berlín. Revista de Occidente. Madrid, 1934. Imprenta de Gala Sáez. Mesón de Paños, 6. Teléfono 11944.
10 Ibíd. Cfr.17
11 Ibíd. Cfr. P.42
12 Ibíd. PP. 45, 46. Scheler siguiendo a Goethe
13 Ibíd. Cfr. Págs, 46, 47
14 Ibíd. Cfr. Págs, 46, 47
15 Ibíd. Cfr. Pág. 47
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