Papel Literario

Cuatro poemas: Ivonne Gordon y Edda Armas

por El Nacional El Nacional

DANZA INOPORTUNA | Ivonne Gordon

Somos el nombre más allá de la arcilla

Bajo el mediodía de cuerpos nómadas

los rostros de los nombres reposan despiertos.

En la vasija yace un torrente intangible.

Somos nómadas en ciudades que se anulan.

Somos mandalas de un ojo emergente.

Somos el nombre más allá de la arcilla.

Somos el gesto más allá del mutismo.

Somos el puente entre la veracidad

y el camino. Somos la aparición despierta.

Divagamos en el movimiento

del círculo para volver a ser tierra

de vástagos inmortales en la transparencia.

(Inédito)

**

Un halcón entra

Un halcón entra en el cuarto:

te pones en pose de águila.

De pie cruzas la pierna alrededor

de la otra, pones el codo en la cavidad del otro

y haces de las manos una batalla.

Tratas de mantener el equilibrio.

Agradeces la paz y la simetría, donde la tierra

no está ni fría ni caliente, donde

el milagro está presente. El cielo y la tierra se mueven

a lo largo de tus caderas, que se abren

como mariposas ardientes.

Respiras la mirada del halcón

bajas la pierna

y te cambias de lado.

(De Barro blasfemo, 2010)

**

El atrevimiento

El atrevimiento

me hizo mirar

a la luna preñada.

Entró el cielo

por un ojo

entró un aire tibio

por el iris

y así sucesivamente

fue entrando la noche

en mi cuerpo

que parecía

río de meridiano.

Comprendí que la luna

no iba a ninguna parte

y alargué la pierna.

(De Barro blasfemo, 2010)

**

Geranio

El lenguaje brota en el orgasmo de la primavera,

da vida al polen vespertino, se despierta

en su propio canto. El misterio del tacto se disipa.

La quietud de las hojas nombra.

Nombra el lenguaje que se descapulla a solas.

Surtidor de vida dentro de otra vida.

Nombra todo sin nombrar nada. La quietud avanza.

Da nombre al silencio oportuno de los árboles.

Como molusco de geranio brota de una corteza a otra.

Es un orgasmo de una danza inoportuna.

(Inédito)

***

Ivonne Gordon (Quito, 1953). Poeta, ensayista y traductora. Doctora en Filosofía y Letras especializada en poesía latinoamericana y teoría literaria. Desde 1991, profesora titular de literatura latinoamericana en la Universidad de Redlands en California, Estados Unidos. Premio de Poesía José Carrera Andrade. Autora de los títulos: Nuestrario (1987), Colibríes en el exilio (1997), Manzanilla del insomnio (2002), Barro blasfemo (2010), Meditar de sirenas (2014).

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A LA HORA DEL GRILLO | Edda Armas

Sala de grillos

Llegar hasta lo mínimo, y abrirse paso

ser lo pasajero, lo que se va

en el atajo boca de aire

el rumor bajo que se escucha entre la gente

la otra realidad que también oirás

en la sala de grillos

apenas cruzas la línea imaginaria

entre el pensar y el decir

(De Toma lo simple por el tallo, 2009)

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Inesperada visita

¿Qué anuncia el grillo que cercano se queda?

Ocasionalmente uno aparecía, y su presencia

era apenas instante fugaz de la extrañeza.

En este mayo, en la puerta de casa,

uno enorme permanece como centinela

apostado en la frágil palma del pasillo de afuera.

Se aferra a lo más extremo de la rama y veo

a su ojo móvil sequir nuestro leve movimiento

al aproximarnos a él.

Pero, ¿qué puede develarnos su presencia

de visita inesperada?

¿Perdió su ruta, huye de la sequía,

o nos anuncia algo?

A la intemperie pertenece, rotando un lugar.

La rama seca, en lo precario, casa le da.

En él taso lo huérfano; al fuera de manada.

En él se pulsa la textura de las intuiciones,

dándole vueltas y vueltas a las ideas-látigo.

En su desarraigo veo el dolor de otros.

Incisión de despedidas. Presagio de algo.

Su ojo diminuto es presencia ancestral.

Brinca. Asciende las columnas blancas

la cúspide alcanza, bate sus alas y se va.

Siete días de cercanía: logaritmo secreto.

Algo suyo queda en mí. Sin saber aún, qué.

(Inédito)

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Nueve grillos

     1

Morder la corteza de manzana:

escuchas la rugosa herida

de toda la piel

     2

Lo que amamos se deja en libertad

     3

La plegaria poda el dolor en solitario

     4

Estamos justo a la mitad de estas

palabras para intentar negarlas

     5

Lo que con intensidad vives no te

abandona. Dedal se hace

     6

Disimular la cicatriz no nos salva

     7

Tomar fe de todo ese penar  y

padecer hasta la última astilla

     8

Porque el ojo lejano del huracán acerca

o aleja sin otro infinito más audaz

     9

El puente es uno mismo y es la

dirección de nuestra vida

(Variaciones inéditas)

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Celaje

Pertenezco a la raza de los que escuchan

llaves del misterio en el celaje

resonancias entre el objeto y la palabra

atadas con el lazo simple de lo que espuma

en el espacio blanco de la página.

Desuelas fragmentos en algo que vuela.

Auscultas sonoridades en la grieta más sorda.

La concavidad del cielo cede ante el dolor

y la arena se vuelve rugosidad del césped

cuando rebuscas en tu efímera memoria

rastros de rostros

foco en el ojo

oír la voz del padre

a la hora del grillo.

(Inédito)

***

Edda Armas (Caracas, 1955). Poeta, editora y nuberóloga. Psicóloga Social y gerente cultural. Desde 2015 dirige Dcir ediciones, que publica poesía venezolana. Premio de Poesía J. A. Ramos Sucre y Premio Municipal de Poesía de la Alcaldía de Caracas. Autora de 15 poemarios publicados entre 1975 y 2002, entre los que se encuentran: Roto todo silencio (1975), En bicicleta (2003), Sable (2004), Toma lo simple por el tallo (2009), Corona mar (2009), Sin negativo ni estaciones (2012). Su poesía fue reunida anteriormente en la antología Dagas y otras flores (2007), realizada por Monte Ávila Editores.