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Crónicas del olvido: Orígenes de la imprenta en Venezuela y Primicias Editoriales

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Por ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

En 1958, para celebrar la Edición Conmemorativa del XV Aniversario del Diario El Nacional de Caracas —3 de Agosto de 1943-3 de Agosto de 1958— y del Sesquicentenario de la Introducción de la Imprenta en Venezuela 1808-1958, el periódico capitalino publicó Orígenes de la Imprenta en Venezuela y Primicias Editoriales de Caracas, libro que recoge con lujo de detalles todo lo relacionado con este tema que de alguna manera nos identifica con los libros del pasado, los del presente (tan incierto) y los del futuro (también incierto).

El Nacional siempre se ha caracterizado por tener conciencia de la cultura de nuestro país. El lejano 1958, comienzos de democracia, nos regala este título que contiene todo lo relacionado con este tema que poca gente conoce, y si sabe algo de él se revela confundida por las tantas opiniones encontradas que los historiadores y estudiosos del asunto dejaron en páginas y sueltos en archivos, bibliotecas, libros y periódicos.

Con prólogo de don Pedro Grases, en él destila el autor del prefacio todo lo que anda y desanda el libro. Vale la pena, entonces, integrar a esta introducción parte de ese texto que el viejo catedrático venezolano dejó escrito al comienzo de este libro de 428 páginas, en el que participan autores como Manuel Segundo Sánchez, José E. Machado, Santiago Key-Ayala, Pedro Grases, Arístides Rojas, Pedro Pablo Barnola, S.J., Marcos Falcón-Briceño, Héctor García Chuecos, Enrique Bernardo Núñez, Tulio Febres Cordero. Todos los anteriores enfrascados en las contradicciones que se batieron para aclarar u oscurecer el origen de la imprenta que llegó a Venezuela o no llegó como muchos creían.

La segunda parte del libro cuenta con las firmas del mismo Sánchez, Key-Ayala, José Eustaquio Machado, García Chuecos, Grases y  Barnola, quienes hablan acerca de las primeras editoriales de Caracas.

2.-

Estos 33 trabajos, precedidos de las palabras de don Pedro Grases, dan cuenta de dos temas que ojalá llamen la atención de los lectores, toda vez que se trata del inicio de nuestra presencia escrita en papel gracias al invento de Gutenberg, pero también nos arrima al escozor de estos tiempos cuando nuestra imprenta (hecha tecnología avanzada) ha dejado de publicar libros, periódicos, revistas, etc., gracias a las criminales políticas de un régimen que no cree en la lectura, en la academia, en las escuelas, en las universidades, en lo que les huela a conocimiento.

Algunos fragmentos de las palabras de Pedro Grases:

El Nacional ha decidido publicar esta obra como edición conmemorativa del XV aniversario del periódico, y en celebración del Sesquicentenario de la introducción de la imprenta en Venezuela en 1808, acontecimiento que habrá de conmemorarse este año en todo el país. El 24 de octubre, día de la aparición del primer impreso, la Gazeta de Caracas, es efemérides, además, que ha sido escogida desde hace años en Venezuela como Día del Periodista. Se reúnen, pues, una serie de circunstancias alrededor de este libro sobre la imprenta en Venezuela: un aniversario más del diario El Nacional; siglo y medio del primer taller de imprenta; y el recuerdo de los comienzos de un periódico venerable”.

Por lo extenso del volumen, se seleccionan  algunos párrafos que podrán ayudar a entender este asunto, el que por años ha sido parte de nuestras confusiones sobre todo en lo atinente a la llegada de la primera imprenta al país.

Don Pedro Grases continúa en el prólogo:

“Las pesquisas históricas han aclarado de modo bastante concluyente que la fecha de introducción de la imprenta en Venezuela ha de fijarse en la de la instalación y funcionamiento del taller de Mateo Gallagher y Jaime Lamb, en Caracas, en 1808. El 24 de octubre apareció el primer impreso nacional con el primer número de la Gazeta de Caracas, que se inicia precisamente con un artículo editorial en el que se elogia el arte de Gutenberg y se glosan las ventajas que habrán de derivarse de su uso en el país, después de tan larga espera. Escrito por la Redacción del periódico, confiada a la pluma del joven Andrés Bello, ha de verse en esta prosa la explicación terminante de la data de tan fausto suceso: la Capitanía General de Venezuela empezaba a gozar del arte de imprimir. A partir de ahí, la comunicación a los ciudadanos disponía de un poderoso medio de divulgación, muy superior al del pregón volandero o al de pasquín manuscrito, insuficientes a todas luces a las necesidades de una ciudad, cabeza de Capitanía General”.

Grases no deja pasar ningún detalle. Ahonda en el tema y continúa su relato:

“La historia de la crítica de este suceso nos lleva, sin embargo, a dedicar alguna atención a tres hechos cuya averiguación ha obligado a escribir con frecuencia a los historiadores nacionales. Son cuestiones que hoy pueden decidirse con aceptable seguridad: a) El libro de José Luis de Cisneros; b) Las imprentas de Camino; y c) La imprenta que trajo Miranda en su expedición de 1806”.

El primer punto, de contenido discutible, que don Pedro pone en duda, se desprende al expresar que el libro de Cisneros se publicó en Valencia de Venezuela en 1764, de manera que la fecha ya trae consigo un problema, puesto que la imprenta no había llegado a este territorio. Se presume que fue en Valencia de España donde se hizo esa edición. Se descarta también que haya sido en nuestro país por “los elementos tipográficos usados en la impresión”, sujetos a pertenencia de la empresa de los Riesgo y Montero, de San Sebastián, en Guipúzcoa.

El segundo está relacionado con los estudios de Alejandro de Humboldt, “acerca de la existencia de ´imprentas de camino´ en Caracas”, tesis no admitida porque no tiene nada que ver con la introducción de la imprenta en el país. Héctor García Chuecos descarta esta idea en su libro Orígenes de la imprenta en Venezuela.

Y el tercer punto, relacionado con la llegada de la imprenta gracias a Miranda, también ofrece dificultades al admitir que allí está el origen, puesto que ciertamente el personaje traía en Leander una imprenta, pero no logró llegar a tierra firme, sino que fue desviada a Trinidad, fracasado el intento de invasión por parte del Precursor. En tal sentido, Grases contraviene la afirmación de Arístides Rojas al afirmar que es “errónea”, toda vez que se le puede aceptar a Miranda haber sido el precursor del acontecimiento de traer la imprenta hasta el Caribe, pero no a Venezuela, donde Lamb, socio de Gallagher, traía “una imprenta viajera, fácilmente transportable en un barco de la bodega a cubierta, de lo que sería destinado a instalarse en un establecimiento en tierra firme”.

Al parecer, ese fue el origen de las primeras publicaciones, producto de esa aventura que tiene Miranda como personaje, pero no como quien introdujo por Ocumare de la Costa una imprenta, porque él no pudo acceder, toda vez que las fuerzas realistas no se lo permitieron.

3.-

El autor del prólogo de esta importante publicación, lograda por el Diario El Nacional, da cuenta también de “Los primeros talleres” en Venezuela, que se enumeran a continuación, como un reconocimiento a quienes durante décadas se dedicaron a crear el mundo que es hoy el periodismo, truncado por las nefastas políticas desde 1999 por una afrenta militar que aún destroza el país y ha borrado del mapa al periodismo impreso venezolano.

He aquí la cronología:

“1808: La imprenta de Gallagher y Lamb empieza a imprimir la Gazeta de Caracas, el 24 de octubre.

1810: La empresa de Juan Baillío y Cía —formada por Juan Baillío y Luis Delpech— aparece en el mes de octubre.

En el mismo de 1810, encontramos la imprenta en Cumaná, con un primer Manifiesto de la Junta Gubernativa Provincial de Cumaná…

1811: Simón Bolívar y José Tovar ofrecen en el mes de julio al Congreso Constituyente una imprenta. Sospecho que fue usada por Juan Baillío, al disolverse la sociedad con Delpech, pues la imprenta que utilizaba la compañía queda en disputa hasta que la adquiere el gobierno y la traslada a Valencia en los primeros meses de 1812.

1812: Se instala la referida imprenta en Valencia a cargo de Víctor Chasseriau. Después de la ocupación de Monteverde, imprime en este taller Juan Gutiérrez Díaz, a quien más tarde hallaremos en Caracas.

1813: Con el triunfo de la Campaña Admirable, es Juan Baillío quien imprime en Caracas y en Valencia.

1814: Aparece un nuevo impresor, Domingo Torres, quien debe utilizar el taller de Gallagher y Lamb. Sigue imprimiendo el taller de Juan Baillío  en Caracas y el de Víctor Chasseriau, en Valencia, hasta la aparición de Boves. El impresor realista en Caracas será Juan Gutiérrez Díaz.

1815: En aguas de Margarita se hunde la imprenta de la Expedición Pacificadora, de Morillo. En Caracas, Morillo se incauta luego de la de Gallagher y Lamb.

1816: En la expedición de los Cayos, Juan Baillío, quien acompaña a Bolívar, regresa con imprenta. Imprime en Villa del Norte, Juan Griego, Asunción y después en Carúpano y en Ocumare, donde el taller volante es aprehendido por los realistas.

Llegamos ya a la imprenta en Angostura, en Andrés Roderick, pero ese tiempo escapa a nuestro tema.

Tal es, en líneas esquemáticas, lo que puede decirse acerca de las primeras imprentas en Venezuela.

La historia de la imprenta lleva aparejada la de la evolución de las ideas y la manifestación del pensamiento político, filosófico, social y aun literario del momento más importante de pasado de Venezuela”.

Así lo dejó escrito don Pedro Grases en junio de 1958.

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