Por MARÍA GABRIELA LOVERA
I
Cada vez mi cara es más mía y menos de nadie.
Quizás sea eso la soledad:
Pertenecerse a uno mismo hasta cansarse.
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III
Hay un poema que a mitad de la noche tiene miedo.
Despierta con la sed nocturna del poeta: incapaz
de recorrer los oscuros pasillos de su infancia,
para buscar el agua que lo sacie.
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V
Hablo tanto de la noche
que la desgasto,
le lavo la cara con las manos
y le borro la boca:
Esa boca,
tan esencial para el silencio.
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VI
No existen ángeles en mis poemas,
porque en ellos no existe un cielo.
No he podido volar, es eso.
Recorro la tierra ajena a todo,
con la vaga sensación de haber caído.
**
VII
Mi corazón no tiene forma,
es un gran blanco que palpita.
Mi oscuridad lo envuelve,
cierra su puño en él
y me golpea.
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Por debajo del viento
María Gabriela Lovera
Taller Editorial El Pez Soluble
Caracas, 2000
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