Ciberbullyng, sexting, sextortion
La revista Comunicar de España es una publicación científica en el ámbito iberoamericano, dedicada a reflexionar sobre el campo de la educación y la comunicación desde 1993. Por cierto, este año esta prestigiosa revista cumple 25 años de fundada. Su reciente edición, N°56, del tercer trimestre del año 2018, se titula Ciberacoso: la amenaza sin rostro, asunto que dispara las alarmas en la sociedad globalizada sobre los efectos negativos de Internet. Se examina el acoso escolar online en niñas, niños y adolescentes desde perspectivas psico-pedagógicas.
Unicef alerta en su informe Child Safety Online: Global Challenges and Strategies, del año 2011, que el ciberacoso o ciberbullyng es uno de los principales riesgos de los niños cuando se exponen a las redes sociales. Otros resultados: los niños no pueden imaginar la vida sin las redes sociales. Los niños acosados buscan protección en otros niños (los llamados protectores online) y, por lo regular, no buscan el apoyo de sus padres. Los más proclives al ciberacoso son las minorías étnicas, LGTB, obesos y discapacitados.
Ciberacoso es usar la Internet y los celulares para hostigar a la víctima mediante un amplio registro de conductas perversas: envío de mensajes ofensivos y de rumores infundados; publicar información sin consentimiento expreso; llamadas permanentes al celular; usurpar la identidad digital del otro; propagar imágenes y videos íntimos, cotidianos y sexuales de la víctima. Sexting es el acto de enviar contenidos sexuales en las redes sociales. El exhibicionista digital corre el riesgo de ser extorsionado. De hecho, la sextortion o sextorsión (adaptación en español) es aquella practicada por el individuo que se apropia de una imagen o de un video de una persona desnuda con la intención de chantajearla.
La escuela ciberacosada
Ana María Giménez-Gualdo (Universidad Católica San Antonio de Murcia), Pilar Arnaiz-Sánchez, Fuensanta Cerezo-Ramírez (Universidad de Murcia) y Elaine Prodócimo (Universidad Estatal de Campinas, Brasil) analizan la percepción de docentes y estudiantes sobre el ciberacoso en etapas educativas de 11 a 16 años. Las causas atribuidas por el profesorado al ciberacoso son, a saber: “culpabilizar al agresor (44,1%), desequilibrio de poder entre agresores y víctimas (33,7%) y la diversión que le propicia al agresor ejercer el acoso (22,6%)”. Por su parte, el alumnado opina que los ciberacosadores se divierten intimidando y humillando a sus víctimas. El acosador justifica su conducta agresiva responsabilizando también al objeto del acoso. Los escolares no suelen confiar en los docentes para resolver el problema del ciberacoso.
Programa Asegúrate
Rosario del Rey, Joaquín A. Mora-Merchan (Universidad de Sevilla), José-A Casas, Rosario Ortega-Ruiz y Paz Elipe (Universidad de Córdoba) desarrollan un programa de intervención psico-educativa contra los riesgos del ciberacoso escolar denominado Asegúrate. Dicho programa logró reducir las conductas de agresión y de ciberagresión en un 17 por ciento. También previno situaciones de exposición virtual al desnudo, sexting.
Hablan los ciberagresores
La novedad del estudio de Elisa Larrañaga, Raúl Navarro y Santiago Yubero, de la Universidad de Castilla-La Mancha, radica en que aborda el ciberacoso desde la perspectiva de los ciberagresores. Son relevantes las variables socio-cognitivas y emocionales de los adolescentes para comprender la participación en el ciberacoso. La agresión online se asocia con la cibervictimización, la agresión presencial, la desconexión moral hacia el ciberacoso, el apoyo social y la satisfacción por su comportamiento.
Inteligencia emocional y cibervictimización
Lourdes del Rey, Cirenia Quintana-Orts, Sergio Mérida-López y Natalio Extremera, de la Universidad de Málaga, demostraron que los déficits en Inteligencia Emocional se relacionan con la cibervictimización en estudiantes de educación secundaria. Las chicas en la adolescencia son más vulnerables de sufrir episodios de acoso. Se indica que los programas de regulación emocional son un recurso valioso para la prevención de cibervictimización. Los jóvenes que se enfrentan al ciberacoso informan que padecen de problemas psicosomáticos, niveles altos de ansiedad, baja autoestima, mayores intentos e ideaciones suicidas; también manifiestan sentimientos negativos como la ira, el miedo, la culpa y profunda soledad interior.
Ciberacoso en Hispanoamérica
Carolina Yudes-Gómez, Daniela Baridon-Chauvie y Joaquín-Manuel González Cabrera, de la Universidad Internacional de la Rioja, llevaron a cabo un estudio transcultural en el que se comparan las variables de cibervictimización y ciberagresión en adolescentes de España, Colombia y Uruguay. En los tres países, destacan dos roles de ciberobservador, el que defiende a la víctima y el no comprometido ante la agresión. Según este estudio, la sociedad digital entraña los mismos conflictos universales que históricamente definen a la llamada sociedad offline, antes del surgimiento de Internet. Diría Manuel Castells: “Internet es un instrumento que desarrolla pero no cambia los comportamientos, sino que los comportamientos se apropian de Internet y, por tanto, se amplifican y se potencian a partir de lo que son”. Por lo tanto, el lado luminoso y opaco del ser humano se propaga en este medio digital.
Ciberacoso y salud mental
En conclusión, el ciberacoso es un problema de salud pública que los Estados nacionales deben encarar junto con la familia, las comunidades y el mismo sistema educativo. El acoso digital proporciona nuevos retos educativos ante estos asuntos: el anonimato, la rapidización del acoso en las redes, el fácil acceso a las víctimas. Es necesario aprender que en todo proceso de comunicación es imprescindible conocer los valores de las personas desde su propio contexto social. Idealizar a la persona y no humanizarla con sus fortalezas y debilidades, conlleva, tarde o temprano, a un quiebre decepcionante de la relación. Un aspecto ineludible es que profesores y estudiantes tienen que desarrollar competencias sobre el uso de Internet y las tecnologías de punta.
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