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Chas Chas

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Por JACQUELINE GOLDBERG

En Parque Chas, en la ciudad de Buenos Aires, ocurren eventos insólitos. Lo sabe el artista venezolano Luis Cobelo desde hace más de treinta años,

cuando por casualidad encontró en un kiosco de la ciudad de Caracas un cómic que lleva el nombre de este singular barrio, comenzando así su fascinación por la historieta que cuenta las aventuras de un escritor a quien dijeron que en ese lugar suceden cosas extraordinarias y se muda allí para presenciar en vivo la fantasía que puebla la cotidianidad de sus estrafalarios habitantes.

El urbanismo central del casi centenario recodo porteño fue diseñado a manera de telaraña o laberinto. Aún se desconoce la razón de tan particular y vanguardista toponimia arquitectónica.

Cuentan que esa forma concéntrica es la razón de extravíos y reapariciones, de sucesos poéticos inexplicables. Se trata de una dimensión en la cual todo es factible, una realidad aparte en la que existe la posibilidad de no encontrar vías de escape.

Cobelo, como el personaje del cómic, muchos años después de descubrirlo,

se sumergió en el barrio para convivir con lo inesperado, transitar lo inverosímil, ser otro y comprobar aquello de que «todo lo que perdiste en la vida existe en Parque Chas».

De ahí «Chas Chas», palabra mágica, chasquido de dedos, viaje fantástico, personalísimo homenaje a una ciudad y un conjunto de míticas manzanas surcadas por veredas que a veces no empiezan ni terminan.

Proyecto lúdico y alucinado que se lee y experimenta como novela gráfica o de misterio.

Sus imágenes, pobladas por múltiples capas visuales y de significado, evocan una lógica onírica que induce la sonrisa y la reflexión y propone aguardar lo imposible.

La realidad alternativa / innombrable / inatrapable de Parque Chas se traslada a Caracas, reconfigurada (acaso manipulada) por Luis para recordarnos que la magia existe y cuán inútil es toda pretensión de indagar en sus trucos.

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