Por BRIAN BOOM
Mi héroe es el Hombre, el Descubridor.
El mundo que ahora contemplamos desde la literatura occidental —el panorama del tiempo, los continentes y los mares, los cuerpos celestiales y hasta nuestro propio cuerpo, las plantas y los animales, la historia y las sociedades humanas del pasado y del presente— fueron abiertos por innumerables Colones.
Daniel J. Boorstin, The Discoverers
En los anales de la historia han quedado registrados los nombres de algunos de los más conocidos héroes de la exploración y de sus legendarios descubrimientos: en Asia, Roy Chapman Andrews, en África, David Livingstone y en Suramérica, Alexander von Humboldt, solo por nombrar algunos. Pero desde mi punto de vista, la historia va a juzgar que desde mediados del siglo XX y a principios del XXI existió un explorador cuyo nombre pertenece a la misma categoría de los exploradores y descubridores más importantes de todos los tiempos. Los lectores de Plantas de los tepuyes van a entender por qué, a mi parecer, el autor de este libro es uno de esos exploradores de la categoría de los mencionados.
Yo conocí a Charles Brewer-Carías hace cuatro décadas, cuando yo era un joven curador asociado al New York Botanical Garden y fui invitado a participar en una expedición que Charles había organizado para ir al Cerro de la Neblina, un sitio remoto y selvático al sur de Venezuela y en la frontera con Brasil, considerada la montaña más alta de las tierras altas de Guayana y una región conocida como “el mundo perdido” para las lectores familiarizados con los escritos de Sir Arthur Conan Doyle. Desde el momento en que empezó la expedición, me di cuenta de inmediato de que estaba formando parte de un evento científico extraordinario. Solo participé en dos de las exploraciones, pero en general la expedición del área del Neblina se desarrolló durante cuatro años, 1983-1987. Yo considero que, sin duda, este ha sido el esfuerzo para colectar especies nuevas más notable de expedición alguna en la historia de las ciencias naturales de todo el mundo. Al tomar en consideración que en esta empresa participaron 145 investigadores de 24 organizaciones científicas y académicas de 6 países, encargados de 10 disciplinas científicas, los recursos humanos e institucionales dedicados a este esfuerzo no tienen paralelo. También tomando en consideración las decenas de miles de especímenes colectados, las miles de fotografías y los centenares de libretas de campo donde se registró la información en condiciones de gran riesgo físico, dando como resultado que se hayan descrito hasta el momento centenares de especies nuevas, esto representa un caudal de información científica sin precedente y que no ha sido superado desde entonces.
Si solamente se tomara en consideración como logro su liderazgo en las espectacularmente exitosas expediciones al Cerro de la Neblina, él se habría merecido un lugar de honor en la historia de las expediciones científicas. Pero, a lo largo de los últimos sesenta años, él (Charles Brewer-Carías) ha dirigido más de 200 expediciones a este mundo perdido, durante las cuales se ha hecho acompañar por más de 250 especialistas representando diversas disciplinas científicas. Y, aunque no es un zoólogo, botánico, geólogo, geógrafo, espeleólogo o antropólogo, él ha hecho descubrimientos importantes en todos esos campos y ha publicado el resultado de sus descubrimientos en distinguidas publicaciones científicas, como el American Journal of Physical Anthropology, Economic Botany, Memoirs of The New York Botanical Garden. Además de ser el autor de más de quince libros, donde ha expuesto tópicos que van desde la geografía, hasta la vegetación de las Tierras Altas de Guayana, incluidos sus descubrimientos de las simas de hundimiento más voluminosas del mundo en el tepuy Sarisariñama y la caverna más extensa del mundo en roca cuarcita que ahora lleva su nombre, situada a 2.300 msnm en la cumbre de otro tepuy de cumbre plana llamado “Chimantá”.
La tremenda resistencia física y su prodigiosa facilidad lingüística sin dudas ha sido una combinación que le ha ayudado para ser un líder y descubridor tan exitoso; ya que habla siete lenguas, incluida la lengua indígena Ye’kwana del tronco Caribe. Estas cualidades físicas y mentales son las que le han permitido convivir y aprender de los hombres de la selva los principios de supervivencia y subsistencia, que ha combinado con su propia investigación y experimentación sobre tecnología aborigen para generar el material y la idea general que encontramos en sus libros Desnudo en la Selva y Simbología de la cestería Ye´kwana.
Aunque su reciente libro Plantas de los tepuyes pudiera haber sido el magnum opus, la obra cumbre de Charles Brewer-Carías, de entrada sabemos que este no será su último libro; ya que el menos tenemos pendiente un libro que debemos publicar juntos y que dará a conocer lo que descubrimos durante una expedición que Charles dirigió para investigar el uso de las plantas de los indígenas Yanomamö del poblado de Ashidowa-teri en 1991, el cual obviamente también irá ilustrado con sus excepcionales fotografías.
A pesar de haber pasado seis décadas explorando, las expediciones no son para Charles cosa del pasado, porque su naturaleza es la de ir explorando y descubriendo cosas nuevas por la selva. Centenares de especies nuevas para la ciencia han sido descubiertas en las expediciones que él ha dirigido, incluidas entre estas 29 especies epónimas que han sido nombradas en su honor por los biólogos. Hay muchísimas más especies nuevas que serán descubiertas en las Tierras Altas de la Guayana e igualmente Charles Brewer-Carías continuará su rumbo para ser considerado como uno de los “Colón” más prolíficos, creativos y apasionados de el mundo perdido.