Merodeo por los libros que anteceden la solidez tempranamente madura de los Poemas (1947-1952) de la joven Ida Gramcko (1924-1994). Leo y paladeo algunos poemas de Umbral, su primer libro, de 1942, y algunos otros de Cámara de cristal (1943) y de Contra el desnudo corazón del cielo (1944). En todos estos libros domina una temática de pesadumbre metafísica y desamparo vital, de duda y escepticismo, que cristaliza en diversas formas de la queja torturada y torturante donde la palabra llanto y sus derivaciones llega a convertirse en monotemático emblema de una pena infusa. Como quiera que sea, en estos primeros libros están comprimidos, por así decirlo, muchos de los rasgos distintivos de la poesía más plena y acabada de Gramcko, aquella que se reúne en los Poemas (1947-1952) que hoy reeditamos.
Los primeros poemas recogidos en Poemas (1947-1952) son hermanos de los que constituyen esos tres libros iniciales: es como el rebase de esa obra de juventud, ya redonda y acabada, en los umbrales del libro que sintetiza, de manera espléndida, a los 28 años de la autora, la contundente y poderosa capacidad de orquestación que caracteriza a su poesía, apegada con inesperada fidelidad a las formas rítmicas que basan su regularidad en el uso matemático de la rima asonantada. Si en los tres libros juveniles, por no llamarlos adolescentes aunque ya maduros en su precocidad prometedora, Gramcko pone en evidencia la plasticidad sonora de su prosodia –jugando con las velocidades y las longitudes, las aceleraciones y las retenciones, las variaciones y permutaciones de los pares vocálicos alternos– en los Poemas (1947-1952) alcanza, sin duda alguna, el que quizás sea el momento más perfecto de su vasta y prolongada deriva lírica. Apoyada en ese zócalo perfecto que configuran sus primeros libros, el muro que se levanta a partir de ellos es prodigioso: el verso alcanza por fin su equilibrio, los juegos extremos de contrastes polimétricos se atemperan y Gramcko logra un verso largo y sosegado, alejandrino extenso, con el que sigue cantando, acendrando la complejidad y la profundidad de sus temas de siempre: el desamparo metafísico, la duda, el anhelo místico de elevación, la soledad, la precariedad física, el laberinto arrebatado del amor con sus cimas y sus simas, el misterio interpelante de las cosas mudas, la infancia con sus paisajes de certidumbres implacables. Este muro se ha levantado con generosas columnatas de versos que configuran poemas de complicada longitud donde Gramcko pone a prueba su capacidad para sostener el ritmo y respetar el reto constante de la asonancia variada y permutada, invertida y complicada en reverberaciones anamórficas y enigmáticas, a lo largo de muchas, plenas, acumuladas estrofas donde, como siempre, desarrolla un argumento de claro tinte filosófico, sin perder el hilo de su lógica, sin enredarse en el torbellino creciente de su propia danza.
A lo largo de todas estas repujadas y minuciosas construcciones, Gramcko introduce a menudo el tema de la poesía como problema: poeta atenta al devenir del poema, en su factura involucra constantemente la consciencia atenta del lenguaje mientras desarrolla el cuento que el canto conduce. Quizás en el último apartado, encontremos la síntesis perfecta de una poética que cifra en el caracol el paradigma de su geométrica unidad, su ideal de concreción y concisión en la pletórica expansión de sus volutas. No en balde Mariano Picón Salas escogió precisamente este poema para abordar el libro en su prólogo de 1952. Los poemas de este apartado tienen, ciertamente, el carácter cerrado y concreto del caracol, cuya perfecta repartición proporcional se define en un breve organismo acorazado. Así cierra su compendio Gramcko, volviendo al poema corto y polimórfico, siempre exacto, de sus primeros libros. En este redondo recorrido Poemas (1947-1952) arraiga y condensa una poética que, a partir de entonces, no hará sino desarrollarse, manteniendo siempre su unidad, en cada vez más arriesgadas y conmovedoras apuestas y propuestas.
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Estas palabras fueron leídas por Rafael Castillo Zapata el 4 de septiembre de 2016 en los espacios de Abra Caracas, Centro de Arte Los Galpones, como parte de la prestentación del libro, que contó también con la participación de Gabriela Kizer, y que inauguró la muestra gráfica que, durante el mes de septiembre, enmarcó el ciclo de encuentros organizado por la editorial en homenaje y en torno a la figura de Ida Gramcko.
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Poemas (1947-1952)
Ida Gramcko
Ediciones «Letra Muerta»
II tomos (poemas y manuscritos)
Caracas, 2016
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Créditos
Textos: Ida Gramcko. Prólogo: Rafael Castillo Zapata. Fotografías: Alfredo Cortina, Carlos Puche, archivo personal de la autora y archivo de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Curaduría de fotos e imágenes: Vasco Szinetar. Curaduría y corrección del libro: Flor Gallego, Carlos Alfredo Marín, Néstor Mendoza y Graciela Yáñez Vicentini.
Edición y diseño: Faride Mereb. Asesoría editorial: Javier Aizpurua. Impresión: Exlibris.