La obra de Belinda Celta tiene mucho de su historia personal y a la vez es resultado de una minuciosa elaboración plástica. Ha sabido conjugar el placer que le produce trabajar con diversos materiales y soportes con una profunda reflexión en torno a la imagen. Ello se da en su pintura, en el dibujo, en su obra gráfica y en la intervención de libros. Lo cierto es que parte de la esencia de su trabajo está en la integración de todos estos medios.
La posibilidad de trabajar con libertad plena es la que le permite transformar imágenes prestablecidas –como en el caso de sus libros intervenidos–, crear nuevos escenarios a partir del dibujo, la impronta de los sellos, recortes de sus planos arquitectónicos –pues Belinda es arquitecto–, collages de manuscritos encontrados en las historias clínicas de su madre, así como de su propia caligrafía. La escritura, más que portadora de sentidos, es el recurso que le permite, a través de la línea, deconstruir las imágenes. Así, las transforma y reformula, como una manera de luchar contra la desmemoria y el olvido.
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