La integración de lo racional y lo emocional es necesaria en toda apreciación artística. Requiere atención, cuido y sobre todo sensibilidad e información. Esto es indiscutible cuando se trata de la obra del artista venezolano Pedro Morales (Maracaibo, 1958). Estar frente a una de sus piezas, implica verla y pensarla con conciencia. Estas acciones, ver y pensar, son importantes aquí porque gracias a esta mirada activa e informada, es como podemos apreciar en ella situaciones insospechadas. En efecto, se trata de una obra que atañe a la razón y a los sentidos, dejándonos llevar, por una parte, por el placer ante la relación ilimitada entre el arte y la tecnología, y, por otro lado, por el éxtasis ante la presencia de lo bello.
Una relación armónica y necesaria
Tal vez la presencia de un conjunto de “veladuras”, “mallas” o “encajes” instalados en un espacio expositivo, sea suficiente para contemplar y asimilar su belleza. En la exposición Signs & Symbols, Mobile Tagging Art sucede eso porque sin duda las piezas son bellas. Desplegadas a modo de tapices, destacan por su “dibujo” como si fuesen un tejido de filamentos, conformados por pequeños recuadros cuyas formas invariables se repiten siguiendo las pautas de una determinada geometría. Algunas de estas “mallas” varían según el tipo de tramado, cambios de color, o bien por el contraste de blancos y negros. Cada una, vista en conjunto, presenta a su vez una composición geométrica particular. Todo ello forma parte de los valores formales de cada obra que ópticamente percibimos. Pero, sabemos que estos no son sus únicos valores existentes. Hay algo más…
En efecto, cada pieza fue concebida como un compendio de signos que requiere del espectador para ser develado. Cada recuadro está cargado de un sentido o referente oculto. Y ello se debe a la naturaleza de estos signos. Se trata de códigos utilizados en la tecnología digital para comunicar toda clase de mensajes escogidos, en este caso, por el mismo artista utilizando enlaces del internet. Cada uno de estos códigos concebidos gráficamente en 2D (es decir, en dos dimensiones), son conocidos, según su tipo y uso, como códigos QR, códigos azteca (aztec codes), los ultracódigos a color (ultracodes) y los PDF417. Todos ellos se escanean y decodifican por medio del teléfono celular utilizando una aplicación particular para ello. Cada código ha sido impreso, sin embargo, en 3D con una impresora ensamblada por el artista para producir estas piezas según características por él determinadas. La reunión de cada recuadro impreso conforma una “malla” y el conjunto de ellas lo apreciamos como una instalación en la sala expositiva creándose así una ambientación.
Para crear este compendio geométrico y a la vez comunicacional, el artista utiliza la tecnología digital para llevar a la práctica principios esenciales establecidos en la geometría fractal. Esta consiste en el estudio de los aspectos geométricos de un objeto o de una imagen que son constantes e invariables, incluso ante cualquier cambio de tamaño o escala. Dicho de otra manera, en la geometría fractal se analiza la regularidad que hay entre un objeto y sus partes constitutivas, regularidad que se repite a diferentes escalas. Pedro Morales lo llama autosimilaridad porque: …mientras más penetras en la obra, más de lo mismo encuentras. Entonces, el artista apela a los elementos geométricos que son regulares e invariables en los códigos utilizados, elementos que se repiten sin modificarse independientemente de la escala, color o espacio donde se utilicen. Su obra es, en definitiva, una analogía con la geometría fractal. Y en ello, su objetivo principal, es develar la belleza inmanente en la geometría de los códigos. En resumen, se trata de la relación armoniosa, necesaria y a la vez estética entre las formas artísticas derivadas del lenguaje digital en recurrente reiteración y similitud según los principios de la estructura fractal.
Significaciones múltiples
El espectador, con su celular, indaga más allá de la apariencia formal de la obra pues descubre de esta manera los mensajes (o enlaces) que estos códigos contienen. Con el teléfono y el decodificador de la imagen, inmediatamente se abre una página web que refiere a algún tema en particular. De esta forma, Morales busca la participación del espectador, una interacción que comienza como un acto individual pero que deviene en un gesto colectivo. La curiosidad, el asombro, la expectativa ante lo sorpresivo genera una complicidad en el público que hace que una composición geométrica, abstracta, tenga múltiples e ilimitadas lecturas. El artista puede cambiar los enlaces de estos códigos según el contexto y las circunstancias. Por ejemplo, en Dallas, puede ser interesante una página para buscar allí empleo. Pero asimismo, el espectador puede escanear otros códigos donde aparecen enlaces sobre asuntos más globales como aspectos polémicos de la política norteamericana o la internacional; temas complejos como el poder y el sexo; el sexo en los adolescentes, o bien, la incidencia de las redes sociales en la conducta de las personas, entre muchos otros temas más.
Estereogramas
Si bien el uso de los medios digitales es frecuente en el arte contemporáneo, debe decirse que Pedro Morales es el único artista en Venezuela que hace de la geometría de los códigos digitales el motivo de su obra. Este es precisamente el fundamento de su serie Mobile Tagging Art, con el que nuestra mirada es extendida a través de la ventana del teléfono. Otro caso es su serie de estereografías. En estas el elemento preponderante es la visión con el apoyo de lentes anaglifos (o lentes 3D) que presentan un filtro de diferente color (rojo y azul) para cada ojo. Morales, entonces, realiza obras en las que una imagen bidimensional puede ser vista tridimensionalmente a través de estos lentes. Ha hecho estereogramas de dos maneras: adicionando elementos (ojos de plástico, flores de seda, etc.), buscando así, de manera casi artesanal, generar volúmenes virtuales con la ayuda de algunas aplicaciones (3DMax, Maya y Truespace) o bien, como lo vemos ahora, desplazando la posición de las imágenes. De este modo parecen estar en dos posiciones desfasadas, teñidas a su vez de rojo o de azul, lo que facilita la ilusión de volumen mediante su superposición óptica con la ayuda de los lentes 3D. Para esta ocasión, realiza piezas aún más híbridas al concebir estereogramas anaglifos utilizando los códigos aztecas o de QR, en piezas materializadas mediante la impresión tridimensional. El resultado: una suerte de tejidos que posibilitan, una vez más, la trascendencia de la mirada hacia ámbitos en apariencia no visibles pero que tienen lugar a través de la ilusión óptica en consonancia con la tecnología.
La mirada extendida
La obra de Pedro Morales tiene como eje esencial la búsqueda de la trascendencia. Su geometría propicia la entrada al mundo virtual, que no vemos pero que existe y signa de muchas maneras nuestra vida cotidiana. De allí los códigos, su reiteración en la lógica fractal y por supuesto la estimulación extrema de nuestros sentidos. Se trata de una forma inusitada de percibir lo bello, lo que implica mayor apertura y profundidad en nuestra capacidad perceptiva. Lograr esto es adentrarse en la fibra más profunda de nuestra visión y entendimiento, y hacer de la comunicación una obra de arte. O, a la inversa: crear a partir de la geometría de los códigos un espacio comunicacional que, por su belleza, se convierte en ámbito de contemplación.
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Susana Benko Curadora e Investigadora de arte. Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Coordinadora Editorial en Venezuela de la revista Art Nexus.