En la página cuarenta y cinco de Nuestra Señora de Caracas, de Julieta Omaña Andueza, aparece una descripción muy sucinta de los topos desnudos o ratopines, el Heterocephalus Glaber, unos roedores cuyas costumbres y estructura social resultan sorprendentes –se comportan como hormigas o abejas–. Lo más interesante de su inclusión en esta novela es que estos bichos no sienten dolor o lo suprimen secretando una sustancia, se trata de una metáfora de algunos de los temas que recorren con fuerza a varios de los personajes que discurren por el relato.
Pero no se trata, como pudiera pensarse, de un relato íntimo, aunque en muchos aspectos la intimidad lo impregna, sino también de una novela que recorre la historia de Venezuela desde principios de los años sesenta hasta nuestros días, sobre todo del entorno artístico de la bohemia caraqueña, conformada por artistas y poetas de toda estirpe. Por la novela transcurren pintores, artistas conceptuales y poetas.
Nuestra Señora de Caracas contiene también una estupenda reflexión acerca de la modernidad como concepto: ¿es la modernidad un proyecto definitorio o es acaso una etapa más del desarrollo artístico? Finalidad o parteaguas, la modernidad define a esta novela que, pese a su brevedad esconde, como hemos visto, reflexiones profundas sobre la historia reciente no solo de Venezuela sino de nuestro continente latinoamericano y más allá.
Pero vamos por partes. Hablé al principio del dolor. El personaje principal de la novela, Carlota, vive los cambios dramáticos de los años sesenta, y, como mujer, le toca vivir ese proceso de parto de una concepción de la familia, la sociedad y la nación totalmente nuevos para las sociedades tradicionales. Se trata de un personaje que se rebela, acaso sin quererlo, contra los supuestos sociales para acceder a una vida plena. Encuentro en Carlota algunas similitudes, por ejemplo, con Ana Karenina, la magnífica novela de León Tolstoi. Como Ana Karenina, Carlota enfrenta un mundo hostil enfrentado a su deseo y su amor. Como la aristócrata rusa, la venezolana Carlota sufre el alejamiento de sus hijas por enamorarse de un hombre fuera de matrimonio. Las transgresiones al orden social parecen muy simples en nuestros días, pero el desgarramiento que sufre Carlota es terrible y al mismo tiempo muy actual.
La novela está escrita por medio de saltos de tiempo, arranca con un obsceno asesinato a un hombre indefenso en 2014 y de ahí se va hacia los años sesenta, los setenta hasta regresar a nuestros días; esto le permite a Julieta Omaña establecer vasos comunicantes y juegos temporales muy originales. En su fragmentariedad fractal se encuentra su logro narrativo.
No podía faltar en esta novela, por supuesto, la reflexión política: desde los atentados perpetrados por El Chacal, el famoso terrorista venezolano, en el Café Bonaparte de París, hasta el primer intento de golpe de estado de Hugo Chávez en 1992 y su llegada al poder en 1999. Las reflexiones de Julieta Omaña en torno a nuestra modernidad resultan muy reveladoras y acaso significativas para el proceso que hoy nos toca vivir. Julieta Omaña, como Walter Benjamin –y como lo intuyó Baudelaire en pleno siglo XIX– ve la modernidad como las ruinas de un proyecto eternamente inacabado.
“Las ruinas que tenemos hoy en día son fruto de estructuras fundadas con una base falsa, donde las imágenes prevalecieron sobre la esencia de lo que era moderno […] Ahora estamos parados sobre esas ruinas y no sabemos qué hacer con ellas, nos sobrepasan sus dimensiones y su magnitud. Van más allá de nosotros. Estamos condenados a tener por siempre una nostalgia por un futuro que se desvanece”.
En ciertos momentos Nuestra señora de Caracas, al hablar sobre la modernidad como ruinas, recuerda la perspectiva de otro escritor alemán entrañable: W.G. Sebald, sobre todo su irremediablemente nostálgico Austerlitz.
Nostalgia y dolor. Como los topos desnudos que deambulan en laberintos subterráneos, vacunados contra el dolor, o haciendo del dolor una costumbre, anestesiados, los personajes de Julieta sufren sin darse cuenta de la magnitud del sufrimiento.
Nuestra Señora de Caracas es ante todo una novela logradísima sobre las ilusiones perdidas, que espera a sus lectores y nos muestra la magnitud de nuestra cárcel y al mismo tiempo, gracias al amor por los hijos, los padres, las parejas, la creación, algunos atisbos de nuestra posible liberación.
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Nuestra Señora de Caracas
Julieta Omaña Andueza
Ápeiron Editores
España, 2018
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