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Adam Smith y la economía para niños y jóvenes

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Por THOMAS CHACÓN

Desde el año 2005, en el Cedice Libertad llevamos adelante el Programa de Economía para Niños, Niñas y Jóvenes con el fin de formar, explicar y transmitir nociones básicas de economía de mercado para desarrollar, desde temprana edad, virtudes cardinales a través de la formación de facilitadores universitarios.

Para alcanzar este objetivo, tenemos un taller inicial de seis temas con aportes de grandes liberales compartidos por medio de cuentos infantiles, juegos, dramatizaciones, musicales, etc. Indiscutiblemente Adam Smith (1723-1790) es protagónico en este programa como lo mencionamos a continuación.

De acuerdo con nuestro libro base La economía explicada a mis hijos del doctor Martín Krause, parte de la relevancia de nuestro primer tema: “Ética y economía” lo aporta la Teoría de los sentimientos morales escrito por Adam Smith, porque ayuda a descubrir que “la ética y la economía estudian los mismos «hechos»: las acciones de los individuos. Sólo que la ética busca establecer si una acción es buena o mala y la economía analiza las opciones a las que las personas se enfrentan, sus preferencias y las acciones conscientes que realizan para alcanzar sus objetivos”.

En este primer tema, y en los tres siguientes titulados “Teoría del valor”, “Acción humana” y “Cooperación social”, la prudencia es la virtud cardinal a desarrollar. Entre las herramientas que usamos de la economía para ser prudente, ejercitamos el aporte del “espectador imparcial” dado por Smith, para despertar una actitud serena con capacidad de identificar opciones al momento de tomar decisiones, convencidos de que siempre hay oportunidades, incluso donde solo hay problemas.

En cuanto al tema de la “Cooperación social”, es estelar compartir a la “división del trabajo” como una de las causas de la riqueza de las naciones, en todo tiempo y cultura, demostrada por Adam Smith, por permitir encontrar la bondad de la desigualdad que nos hace libres y la innovación que nos hace prósperos, en donde el célebre ejemplo “smithiano” de la producción de alfileres ha sido del agrado de cientos de niños.

Para el tema del “Ahorro y la inversión”, el mayor aporte tomado de Adam Smith está en el Capítulo I de la primera parte de la Teoría de los sentimientos morales: “el control sobre las pasiones corporales”; por ser un requisito básico para desarrollar la virtud de la templanza, por medio de la cual se obtiene el control de la voluntad para ahorrar e invertir con esperanzas fiables y con sacrificios en el presente dirigidos a un futuro con una mejora constante de la calidad de vida.

Para desarrollar la virtud de la justicia, tomamos en cuenta el aporte de la economía al derecho de propiedad, o como lo llamó Adam Smith en su texto Lecciones de jurisprudencia: “El sagrado derecho de propiedad”. Su pertinencia la observamos en cualquier persona, como en un niño de la primera infancia o en empresarios de las más grandes trasnacionales. Tal como dice Adam Smith: “El principal designio de todo sistema de gobierno es preservar la justicia, la cual consiste en evitar violar la propiedad de otro, o apoderarse de lo que no es suyo. Aquí el designio es dar a cada uno la posesión segura y pacífica de su propiedad”. Es así como se genera paz social hasta en lo sencillo y cotidiano cuando los responsables de familias y/o maestros enseñan a los niños que para obtener algo deben tener el consentimiento del otro por medio del respeto al derecho de propiedad.

Esto conduce a identificar que, por ejemplo, hay paz en el “preescolar” cuando los niños asumen el derecho de propiedad, porque identifican lo gustoso de obtener algo de otro niño, como un juguete, cuando el dueño del juguete lo presta o da de manera voluntaria, de lo contrario habría violencia y/o antipatía. Desde allí buscamos demostrar a niños y maestros que la base del intercambio y la división del trabajo, generadora de prosperidad, forma parte de la naturaleza de la riqueza de las naciones cuando se basa en el derecho de propiedad, porque ejercita la libertad de transferir lo deseado y respetar lo que pertenece a los demás.

Este ejercicio de la libertad para el intercambio nos lleva a nuestro último contenido, “el emprendimiento”. Aquí se hace crucial seguir perfeccionando el hábito del “espectador imparcial”, porque lleva a la simpatía y a la empatía para ofrecer a los demás bienes que conducen a otra causa señalada por Adam Smith para la riqueza de las naciones: “La extensión de los mercados”, dado que mientras a más personas les guste lo ofrecido por alguien (empresario), éste obtendrá mayor riqueza en recompensa a generar bienestar a un gran número de gente. De esta manera se genera la verdadera y sana riqueza contraria a beneficios gubernamentales o políticas de control al comercio, que  disminuyen el potencial de la división del trabajo y la “renta nacional

Por ello, en nuestro programa damos ejemplos de hombres que buscaban dar vida a la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones, los cuales consideramos virtuosos a nivel empresarial, como seis de los fundadores del Cedice Libertad: Ricardo Zuloaga Tovar con la Electricidad de Caracas, Enrique Auvert con los bancos y suministros de agua, Santiago Alfonzo Rivas con la producción de alimentos, Eugenio Mendoza con la construcción, Enrique Sánchez con ganadería, agricultura, empresas del sector financiero seguros y empresas de venta materiales, y Henrique Pérez Dupuy con el sistema financiero. Con ellos demostramos también los “sentimientos morales” necesarios para la producción de riqueza, por ofrecer un lugar al intercambio voluntario y la innovación, con una lógica de eficiencia satisfaciendo la mayor cantidad posible de necesidades de propietarios, trabajadores y consumidores, generando oportunidades de encuentro entre desarrollar talentos por medio de la división del trabajo y satisfacer necesidades.