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50 años en la escena artística de Venezuela

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Por BÉLGICA RODRÍGUEZ

Un día del año 1972, por iniciativa e invitación de Rafael Pineda, reconocido historiador, investigador  y crítico de arte, un grupo de  destacadas personalidades en el ámbito de la escena cultural de Venezuela y amigos todos se reúne para ordenar la práctica de la escritura sobre arte y su crítica. Fundan así el capítulo local afiliado a la Asociación Internacional de Críticos de Arte, una ONG con sede en París creada  por iniciativa de la Unesco. Para entonces se define como “Section Vénézuelienne”, actualmente AICA Venezuela. Los orígenes e intereses  intelectuales de este grupo son muchos y variados, pero profundamente   comprometidos con el desarrollo de la cultura, de las artes visuales y la historiografía del arte del país como el mismo Rafael Pineda (su primer presidente), Alfredo Boulton, Juan Calzadilla, Clara Diament de Sujo, Graziano Gasparini, Juan Rohl, Miguel Arroyo, Sergio Antillano, Alfredo Schael, José Ratto Ciarlo, Lorenzo Batallán, Roberto Guevara, Inocente Palacios, Fernando Paz Castillo, Lucila Velásquez, Miyó Vestrini, otros dedicados a la creación literaria y el periodismo cultural como Miguel Otero Silva, Arturo Uslar Pietri, Ida Gramcko, Oscar Rojas Jiménez, Mauro Páez Pumar, Inocente Palacios. La mayoría de ellos mantenían un trabajo, siempre en instituciones culturales y universidades, de manera que hacían crítica o escribían sobre arte sin obtener alguna remuneración, incluso aquellos que tenían columnas fijas en periódicos locales.

A partir de esta década de los años setenta, la crítica de arte como parte de las ciencias sociales y humanistas, poco a poco comienza  su ascenso hacia la profesionalización, y en este proceso la actuación de la Sección Venezuela de AICA Internacional será de mucha importancia. Profesionales dedicados específicamente a la investigación y la crítica de arte serán egresados de las escuelas de arte, de comunicación visual, de historia, de Letras, de universidades reconocidas como la Central de Venezuela (UCV),  de los Andes (ULA), del Zulia (LUZ) y otros institutos dedicados a impartir conocimientos en esta disciplina. La sólida democracia de Venezuela que se mantuvo entre 1958 y 1999, con un sostenido  ascenso en el progreso social, económico, cultural y artístico, permitió que hombres y mujeres ya enrumbados en estas áreas hicieran estudios de especialización en prestigiosos institutos y universidades fuera del país, desarrollándose así diferentes enfoques y tipos de crítica siempre siguiendo métodos académico-científicos. Otro factor que coadyuvó en el desarrollo sostenido de la crítica, la investigación y la curaduría fue la creación de importantes y sólidos museos en Caracas, en muchas capitales y pequeñas ciudades del país, hasta encontrarse un bellísimo y conmovedor museo histórico en Humocaro alto. Sin embargo, y a pesar de esta necesidad de profesionalización, ha sido imposible evitar la práctica de una crítica empírica que solo puede tener un valor poético-literario, en general resultado de talleres literarios, pero no científicamente analistas de la obra de arte y los valores que le confiere el hecho creacional auténtico y honesto que implica el análisis de la complejidad de las obras de arte como tampoco científicamente ligados a características estético-plástico-formales, que a juicio del crítico e investigador mexicano Carlos Blas Galindo “cuyas características son el desvalorizar la teoría y negar la comprensión teórica”, para afirmar que en los países latinoamericanos “hasta ahora, es suficiente que alguien diga que es crítico de arte para que se acepte que lo es”. Es necesario no olvidar que la crítica de arte, como ciencia social, es una concepción del mundo que implica conocimiento profundo de sus reglas teórico-prácticas, de conocimientos plurales y que una auténtica obra de arte contiene toda la historia el arte dentro, de allí que el crítico debe manejar plenamente y con conciencia esa historia.

Hacia finales de la década de los ochenta el tratar metodológicamente la investigación y la crítica de arte como  profesión definida en el escalafón académico y salarial se hizo perentoria la necesidad de asumir que debía ser tarea de la AICA Venezuela iniciar la cruzada de elevar la actividad no solo  en el ámbito académico sino también en la defensa, digamos sindicalista, pues la “profesión” demandaba dedicarle tiempo un completo y por ende ser remunerada; pero aun así, mucho ha sido el trabajo “por amor al arte”. Al mismo tiempo que se analiza cuál sería, y aún lo es hoy día, el impacto de una asociación que debe ser considerada de gran importancia en Venezuela como lo son las secciones regionales de AICA Internacional en 52 países alrededor del mundo, por su trabajo en el desarrollo del conocimiento analítico de la obra de arte, la visibilidad de los artistas plásticos y también en el despertar la sensibilidad de un público interesado en estos afectos y menesteres cercanos al espíritu del Ser.

En consecuencia, y considerando la presencia de AICA Venezuela en la escena artística de Venezuela con sus variadas y múltiples actividades relacionadas con las artes plásticas, teóricas y prácticas, con artistas de todos los niveles, galerías de arte, instituciones y fundaciones culturales, universidades, puede perfectamente resumirse en sus impactos en el desarrollo del pensamiento, de la crítica del arte emergente y los jóvenes interesados y en la sensibilidad de un público leal que colma las salas donde se realizaban los eventos y ahora vía Zoom. Estos impactos han sido analizados a propósito del homenaje a los 50 Años de AICA Venezuela, resumidos en los muchos encuentros teóricos de la crítica de arte, con artistas nacionales y críticos internacionales, en la creación de las Cátedras Rafael Pineda, Arte Venezolano y la Cátedra Juan Acha, Arte Latinoamericano, en el impacto en la escena artística el país con la realización de seminarios, conferencias y tertulias con los artistas en sus exposiciones individuales en diferentes galerías y centros culturales, en los  Premios y Reconocimiento que anualmente se otorgan, y también podría mencionarse el impacto humano-creador en el contacto con jóvenes artistas, colegas y un público que gusta y anhela ampliar los horizontes de su educación y sensibilidad espiritual.

Actualmente AICA Venezuela cuenta con 27 miembros, todos entregados a tiempo completo a la crítica de arte, la curaduría, la docencia, la investigación, con una severa disciplina dedicados al análisis e historiografía de la producción artística en las diferentes épocas históricas del pasado y del presente de las artes visuales del país con textos teóricos para libros, catálogos, revistas, periódicos, así como en la  lectura curatorial de exposiciones colectivas e individuales, que también es hacer crítica analítica que aporte la información necesaria como testimonio documental de un presente cultural útil y necesario para escribir la historia del arte de un país, de allí la gran responsabilidad constructiva que tienen los profesionales de esta disciplina de ejercerla con claridad y honestidad.

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