Por PEDRO FRANCISCO LIZARDO
De «Los días de la vida»
1.
Caído
entre urgencias
y designios,
voy al horóscopo
y al canto.
El agua
me rodea
y evade
a un tiempo
mismo.
El aire
es mi elemento
natural.
En él
naufrago
y me levanto
cada día.
3.
El color
de la madrugada
le da sentido
a la hora,
la marca
con sus
matices
impacientes
definidos.
Es el instante
para recordar
que somos
los herederos
de la noche
y su destino.
6.
Todo es igual
a lo de ayer
el hoy se repite
y el mañana
viene rodando
sobre la noche
limpia y alta
como una torre
o una campana
ardiendo
y sonando.
Todo se parece,
menos esta necesidad
absurda y maravillosa
de reinventar
las cosas.
9.
Todo es adivinación.
Hasta la vida diaria
y el hombre
detenido en su magia
como en un cruce
de puras circunstancias
11.
Regresar del sueño
con los pies en la tierra:
he aquí el gran secreto vital.
13.
Las palabras
son pura hechicería.
nos manejan ávidamente.
Nos manipulan
entre la magia de los días.
Están ahí,
vigilia y resonancia,
eco del ser,
reflejo
y máscara,
puro azar
evidente.
Con ellas construímos
la casa y la esperanza,
el mundo nos envuelve,
la luz
en que agonizamos
gloriosamente
irremediables.
Somos sus alegres cautivos,
sus íngrimos
y confiados
habitantes.
14.
Los días de la vida
están contados
pulso a pulso.
Y medidos
en un golpe de dados.
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