Por ANDREA RONDÓN GARCÍA
“De las infinitas formas del comercio ninguna como la del libro… comerciar nos ha hecho humanos, hacerlo con libros, mejores humanos”.
Javier Marichal, librero
Este es el tercer año en el que escribo sobre las librerías en Venezuela. Aunque este año seguiré escribiendo desde mi experiencia (no pretendo ser exhaustiva), 2020 me impone darle un tono completamente distinto. En el 2018 hice un recorrido por las librerías que me permitieron reconstruir mi biblioteca perdida en el año 2014 (1). Inicié este recorrido porque muchos sentimos que el 2018 fue uno de los años más duros para las librerías en el país. Continué este recorrido personal en el año 2019 (2) que repitió con igual dureza para las librerías (3).
Si 2018 y 2019 fueron los años del desahogo por el cierre de librerías emblemáticas, el 2020 es el año del #apoyoaAtuslibrerías #libreríasdeCaracas y otras iniciativas virtuales que surgieron para enfrentar la pandemia y, en el caso de Venezuela, las torpes medidas tomadas por el régimen para afrontarla y extender aún más su control sobre los venezolanos. A continuación mencionaré mis impresiones de 2020:
Alejandría de Paseo Las Mercedes (4)
Confieso que soy de las que respetó por completo la cuarentena (en realidad confinamiento). Todo el trabajo que pude lo hice desde mi casa. Tuve esta fortuna si se puede decir de algún modo. Incluso en los comienzos de la flexibilización tampoco salía. Pero las limitaciones a mi costumbre de visitar librerías los fines de semana me estaban afectando un poco. La única solución que conseguí de momento era seguir las redes de las librerías. Presencié como se las ingeniaron con los servicios de delivery y pick up.
La primera salida en el mes de junio (más allá de las puntuales al supermercado o la farmacia) para visitar a unos amigos que posiblemente no vería más en el resto del año la aproveché para visitar mi primera librería en el año.
Alejandría estaba como la dejé en el 2019. Totalmente abastecida de libros nacionales principalmente. De hecho, aproveché y compré de regalo para uno de los amigos uno de los libros de Diego Arroyo que más me gusta, La señora Ímber, genio y figura. Alejandría está abierta en los horarios que le permiten a los centros comerciales.
La visité nuevamente, en otra de las pocas salidas del año, a inicio del mes de diciembre. Todo este mes sería atendida por Javier Marichal, gerente de Alejandría de Plaza Venezuela, todo un lujo, porque no sólo es de los pocos libreros que quedan en el país sino que es de los más experimentados.
El título de este artículo incluye los hashtags #apoyoalaslibrerías #libreríasdeCaracas que Javier impulsó para dar a conocer la propuesta de Alejandría durante la pandemia, especialmente en su sede de Plaza Venezuela. Los hashtags fueron usados entre los libreros y librerías del país en sus redes.
El Buscón
El mismo día que visité Alejandría también intenté visitar El Buscón. Pero en esa oportunidad sus normas de visita eran más estrictas y se requería cita previa. Lo importante de El Buscón es que desde casi el inicio de la pandemia ofrecieron los servicios de delivery y pick up.
A través de Katyna Henríquez, El Buscón fue una de las librerías que Jorge Carrión visitó virtualmente. Carrión entrevistó a los libreros de 10 librerías emblemáticas de Hispanoamérica y fuimos testigos del ingenio y mística para sobrellevar este año tan atípico para todos (5).
Sopa de letras en La Hacienda La Trinidad
Mi segunda visita en el año sería a Sopa de Letras, ubicada en La Hacienda La Trinidad. Sería en el mes de octubre y en la semana de flexibilización. En esta oportunidad me llevé Viaje al poscomunismo de Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin, recién editado por Eclepsidra. Un verdadero esfuerzo su edición y distribución durante la pandemia.
Museo del libro venezolano
Sería en el mes de diciembre que me contactaría Ignacio Alvarado, dueño de Libroria, hoy librería virtual y que tenía una hermosa sede en Las Mercedes. No la había incluido en mis otras entregas (omisión imperdonable) porque le había perdido el rastro desde que cerró su sede hace algunos años. Había visto cierto movimiento en redes este año, pero tenía dudas de su existencia.
Ignacio cordialmente me invitó a conocer un nuevo proyecto en el que está trabajando, el Museo del Libro Venezolano. No se trata de otra librería ni de una biblioteca pública, sino de la recopilación de unos 1.000 ejemplares de distintas áreas. Algunos son primeras ediciones o ediciones difíciles de conseguir; pero la intención de Ignacio realmente es dar a conocer a los insignes venezolanos del siglo XIX y parte del siglo XX para que no olvidemos nunca la verdadera riqueza que tuvimos y que es fundamental tener presente para la reconstrucción del país.
Tuve la fortuna de visitar su sede en San Román (no tiene los horarios de una librería física), una hermosa casa cuya arquitectura recuerda los inicios del siglo XX con el espacio suficiente para albergar los 80.000 ejemplares de Libroria y los 1.000 ejemplares del Museo. Del Museo pude ver la publicación que la editorial Aguilar le dedicó a la obra de 6 ilustres venezolanos como Arturo Uslar Pietri, Mariano Picón Salas, Lucila Palacios, Rómulo Gallegos y Ramón Díaz Sánchez. El proyecto del Museo está en sus inicios, pero tiene lo más importante: un librero a cargo del proyecto, libros y sede física.
Librería Nexo de Mérida
En el Taller de Literatura Autobiográfica guiado por Ricardo Ramírez Requena por WhatsApp tuvimos la oportunidad de escuchar a varios invitados internacionales y nacionales, entre ellos a Ana Teresa Torres. Uno de sus libros fue el más comentado, Diario en ruinas.
Este libro fue editado por Alfa en 2018 y se agotó de inmediato. Cuando lo busqué para leerlo en estos tiempos no lo conseguí en Caracas. Luego de buscar en varias partes, finalmente lo conseguí en una librería de Mérida. Esta librería, como todas, atiende los días de flexibilización y tiene servicios de delivery y pick up. Su cuenta de Instagram es un catálogo de los libros nuevos y usados (en perfecta condiciones) que venden. Otra omisión imperdonable en mis entregas anteriores son las librerías del interior del país. Este es un ejemplo de las que resisten más allá de Caracas.
Librería Estudios de La Castellana
Una librería que frecuento con regularidad es Librería Estudios de La Castellana. Tienen un inventario excepcional. Todavía se consiguen verdaderas novedades. Este año sólo la visité antes de la pandemia y en la última semana de diciembre que trabajó en el año 2020. Otra de las pocas librerías atendidas por un verdadero librero, Jesús Santana.
Jesús, que además es amigo, es un lector voraz y con olfato para descubrir a los grandes autores poco conocidos. Antes de ganar el Premio Nobel de Literatura en el año 2015, muy pocos conocían a Svetlana Aleksiévich, pero podían conseguirse sus libros desde antes de 2015 en Estudios.
Sólo en esta librería pude recuperar parte de mi biblioteca, porque Albert Camus y Antonio Escohotado en los últimos años son lujos que no se consiguen en todas partes.
Esta librería tiene otra particularidad, y es que entre sus clientes reúne a lectores voraces buscadores de verdaderas joyas. Los clientes asiduos a Estudios saben exactamente qué buscan; rastrean al autor y a su obra y tienen lecturas e intereses específicos. Cada vez que voy es imposible no conseguirse con alguien y empezar a intercambiar ideas, así no nos conozcamos o no tengamos luego contacto. Aquí la experiencia no es comprar un libro, es mucho más allá.
Noctua
Como queda muy cerca de mi trabajo, después del almuerzo acostumbraba caminar por los alrededores y revisar cuándo reabriría. Recordemos que Noctua ha sido víctima de 3 inundaciones y no ha podido abrir completamente desde el año 2017. Además, el año pasado tuvieron una sensible pérdida, uno de sus libreros y parte de la familia, Nikolai Herrera.
La familia Boesner es una familia de libreros. Andrés es otro de esos pocos libreros activos en el país. Por esto y por todos los recuerdos que me trae (mis libros de filosofía de la especialización y el doctorado los adquirí aquí), me acostumbré a visitarla luego del almuerzo para ver cuándo abriría. Hoy la pandemia no me ha permitido retomar este ritual, pero tengo fe de que reabrirán en algún momento.
Librería de Cedice Libertad
Este año sólo la pude visitar los días previos a la declaratoria del estado de alarma. Auriestela siempre nos recibe cariñosa. Lamentablemente no ha podido brindar los servicios que otras librerías han ofrecido en este año de pandemia, pero no se quedaron de brazos cruzados y en alianza con El Nacional permitieron la descarga gratuita de muchos libros clásicos del liberalismo. En su cuenta de Instagram podrán ver cuáles están en este formato (6).
Adiós a la Sra. Graciela Bracamonte
Nunca he incluido los estantes de los pasillos de ingeniería de la Universidad Central de Venezuela porque no son librerías formalmente. Pero definitivamente mi biblioteca de estudiante, profesora e investigadora tiene mucho de allí. En esta entrega los menciono porque este año despedimos a una señora librera, una de mis libreras desde el pregrado, la Sra. Graciela Bracamonte. Ese pasillo no volvió a ser igual sin ella, al menos para mí.
Siempre aplaudiré su talante abierto al vender los libros de Cedice Libertad en su puesto. Les seré honesta en este punto para que tengamos una idea de lo que la Sra. Graciela hizo. Cedice Libertad es una institución con 36 años de trabajo en la difusión de las ideas liberales. Esto es muy respetado y aplaudido por muchos, pero al mismo tiempo también muchos han satanizado nuestra labor calificándola de “ultraderecha” y cerrándonos puertas en espacios culturales.
La Sra. Graciela vendía libros de Ayn Rand, Ludwig von Mises y Carlos Rangel en la Universidad Central de Venezuela. Esto no es poca cosa, es reflejo de irreverencia intelectual. Gracias, Sra. Graciela, una vez más.
Reflexiones finales
Escribo este artículo un poco más tarde de lo que lo hago normalmente porque no quise dar datos sin verificar (aunque siempre hay un margen de error); quería hacer mis últimas visitas del año si era posible y ser lo más específica con lo ocurrido este año con las librerías, porque si fue atípico para todos, también lo sería con las librerías, cuyos libreros que tienen nombre y apellido (algunos de los cuales son muy buenos amigos) se las ingeniaron este 2020 y el resultado no es un artículo con palabras indulgentes de una amiga de librerías, sino un reconocimiento verdaderamente genuino a su mística.
Lamento no poder mencionar a todas las librerías, especialmente a las que siguen resistiendo este año pero que no pude visitar o no tengo noticias de ellas. Pero tengo una lista de todas y espero poder saber de ellas en 2021.
Cuando esto pase, sé que regresaremos a los buenos tiempos en que Caracas y muchas ciudades del país eran de librerías y libreros.
Notas
3. Para completar esta lectura, también está este artículo sobre las librerías en el país que se publicó este año: https://prodavinci.com/las-librerias-fantasmas-de-caracas/
4. Inicialmente Alejandría, luego Lugar Común, y ahora nuevamente Alejandría. No recuerdo cuándo la comencé a frecuentar, pero sí recuerdo que fue de las primeras en donde hice mis primeras charlas liberales en el año 2015. Esto fue gracias a su gerente de entonces, Ricardo Ramírez Requena, a quien anteriormente conocía cuando atendía en El Buscón.
5. https://www.republica.com/2020/11/12/la-vuelta-al-mundo-en-10-librerias/
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