2018 será el año I después de Usain Bolt. El mítico atleta jamaicano, el hombre más rápido de la historia y la carismática figura que ha mantenido el interés mediático por el rey de los deportes olímpicos, puso punto final en 2017 a su brillante carrera y dejó huérfano a su deporte.
El Mundial de Londres, en el mes de agosto, fue el lugar donde Bolt bajó el telón y lo hizo de una manera que todavía duele a su legión de seguidores: una lesión en el muslo izquierdo, que le dejó cojeando y sin terminar la final del relevo 4×100 metros.
Esa su última salida a la pista, en un Mundial donde había perdido su corona en los 100 metros, teniendo que conformarse con el bronce, y donde había decidido no competir en los 200 metros, su otra prueba habitual.
“Lo que vamos a echar de menos es su personalidad. Es mejor tener a alguien que tiene su opinión propia y que es capaz de llenar un estadio. Tenemos demasiados atletas que miran a derecha e izquierda, con nervios antes de responder a una pregunta. Bolt tenía su opinión y cosas que decir”, estimó el presidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), Sebastian Coe.
En Londres-2017 muchos quisieron empezar a encontrar un heredero, pero se quedaron con las ganas. Se habían puesto muchas esperanzas en el surafricano Wayde Van Niekerk, que había deslumbrado en los Juegos de Río-2016 con el oro con récord mundial de 400 metros. Pero Van Niekerk consiguió un buen balance en la capital británica, un oro en 400 metros y una plata en 200 metros, pero sin poder acercarse al impacto que conseguían los triunfos del Rayo jamaicano.
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