Desde un primer momento, el régimen socialista ha sido muy particular respecto al territorio nacional. Tampoco tan extenso, ha sentido el gusto de dividirlo y subdividirlo bajo cualquier pretexto en áreas, zonas, subzonas y comunas, de acuerdo a las distintas materias que se le ha ocurrido, por no mencionar que el partido de gobierno, único que hay porque los demás son socios minoritarios, sabe de diferentes vicepresidencias y protectorados, como los llama, con la correspondiente cuota o cuotica territorial. Por ejemplo, canciller en descenso, al señor Arreaza, lo hicieron candidato a gobernador de Barinas para darle el golpe de gracias a la familia que tantos años gobernó, en su propia cuna, y lo hicieron protector de la entidad federal, dándole una cartera ministerial de menor rango. Otro ejemplo es la señora Farías quien metió la pata como jefa de gobierno del Distrito Capital, amenazando con extenderse a los municipios metropolitanos del estado Miranda, la sacaron y la nombraron protectora de la Universidad Central de Venezuela, con los contratos de obras de rigor. Pero el caso es que Chávez perdió un referéndum constitucional que le permitiría ensayar a fondo y legalmente con la nueva geometría del poder, según ese lenguaje prosopopéyico del pasante de la maestría de ciencias políticas de la Universidad Simón Bolívar, que, fraudulentamente, implementó por estos años. Nada que ver con las ocho regiones administrativas que heredó del gobierno del Caldera II, si no recordamos mal.
No hay ley – habilitante o no – que no tenga sus zonas especiales. Abunda la de la Fuerza Armada con sus REDI y ZODI, donde antes, modestamente, se encontraban las guarniciones. Cada vez que se declara una zona de seguridad militar, los vecinos sufren. Por ejemplo, ya no se trata del área perimetral inmediata del Palacio de Miraflores, sino de un área que se traga incontables casas, edificios, locales comerciales, kioscos y cuanta cosa haya a su alrededor. No se siente tanto con las sedes de las comandancias del ejército que está en fuerte Tiuna o de la aviación que está en La Carlota, pero sí se sufre, muchísimo, en la comandancia general de la Armada en San Bernardino y en la de la Guardia Nacional de El Paraíso, Caracas, lugares de una larguísima tradición residencial que, huelga comentar, por mucha zona militar que sea, hay una abismal inseguridad personal. En las leyes de cultura, turísticas o deporte, son infaltables las zonas especiales. Todas, pero absolutamente todas, dependen del poder central.
No faltaba más, ya el régimen creó las zonas económicas especiales. No es porque antes no las hubiera de hecho, pero ahora las formalizará al sancionarse en segunda discusión en la llamada Asamblea Nacional de 2020 la ley correspondiente, con el respaldo unánime que incluye a la particular oposición a la que le da abrigo. Unos años atrás nos hicimos eco del problema y fuimos pocas, realmente pocas, las voces que nos interesamos por un asunto que cambiará la historia económica del país de no salir a tiempo y, pacíficamente, del socialismo que cursa; por cierto, del socialismo, o llámese cualquier modelo que estos señores aplican y que hemos vivido y padecido hasta la saciedad. Y, así las cosas, aterrizan en una ley algo curiosa porque proclama, en su primer artículo, la realización del desarrollo económico y de producción nacional, después del estruendoso fracaso del llamado desarrollo endógeno, mal usado por cierto, que nos ha traído a esta crisis humanitaria compleja, en cuyo laberinto estamos.
De un lado, tienen en mente el exitoso modelo chino que no es otra cosa que la aplicación del sistema capitalista en esas zonas económicas, como fue, ampliamente, reconocida en la primera discusión de la ley en el espurio parlamento. Tanto nadar para morir ahogados en esta orilla, devorados miles de millones de dólares que dejó como saldo el aumento de más de cien dólares el barril de petróleo que Hugo Chávez dilapidó, vergonzosamente, y nos hundió en esta crisis mucho antes de aplicarse las consabidas sanciones internacionales. Por otro lado, se pusieron a inventar dizque las empresas de producción social, autogestión y cogestión, cooperativas, entre otros modelos, subsidiando el monumental derroche que significaron todos esos intentos, solo útiles para alimentar la corrupción. Y, luego, la gigantesca corrupción acabó con todo lo que había en pie, añadidas las expropiaciones aún sin fórmulas de indemnización en mesa.
El artículo 4 de la ley que suscribirá Nicolás Maduro para su promulgación trae una nomenclatura básica que nos coloca frente a un espejismo, porque se tiene en mente – a lo grande – a China y sus cinco regiones especiales entregadas al gran capital que, además, son capaces de mantener (y les sobra) al resto del extenso país, convertido en una superpotencia, aunque también se tiene en mente – a lo chiquito – cualquier negocito que salga, ejemplificado en todo un modelo de subdesarrollo: la urbanización de Las Mercedes en Caracas, con sus comercios y luces de esplendores artificiales frente al país hambriento. No hizo falta, pero desde ya están amparados por esta ley los casinos y no tardarán los bingos que han crecido como hongos: para eso está en numeral 4 del artículo 12 de la ley en cuestión. Sin embargo, los artículos 10 y 12 nos llaman la atención, pues Nicolás Maduro y sólo él, en Consejo de Ministros decretará las zonas económicas especiales. Por supuesto, que antes será perfeccionada la decisión con la Asamblea Nacional, por lo que se fregaron los alcaldes metropolitanos de la Gran Caracas que se atoraron en el cambio de zonificación residencial a la comercial antes de sancionar el instrumento legal. Con respecto a la Superintendencia de Zonas Especiales, quizá se dejó, provisionalmente, así mientras se estudia mejor el caso, ya que la materia amerita de una cartera ministerial por ser de gran complejidad y, quizá, Nicolás Maduro devuelva la ley al parlamento que le obedece a objeto de enmendar la plana.
Los marxistas de toda la vida, ahora en el poder, siempre aborrecieron las inversiones extranjeras, generando toda una literatura dedicada a la llamada dependentología. ¡Vaya ironía! Ahora nos consagrarán como la colonia económica que ya somos. Esto simplemente es más de lo que hemos vivido todos estos años, sabiendo cuales son y cuáles han sido las intenciones de este régimen desde que se instauró en 1998, lección que como oposición no hemos aprendido, a pesar de que siempre han anunciado lo que han hecho. Ya es momento de reaccionar, de hacer una verdadera Política, con P mayúscula, de dejar a un lado los intereses personales o partidistas. Los ciudadanos de a pie demandan que pensemos, realmente, en beneficio de todo el país y de los muchos que acá vivimos a la espera de actitudes más cónsonas con la democracia y la libertad que nos merecemos. La nueva ley no es ni nueva ni justa para el país.
@freddyamarcano