Criminal no entrega nada por nada. Ladrón no devuelve lo robado y matón no revive al asesinado. Si la negociación es con delincuentes se debe tener conciencia de cómo piensan los que hacen del delito sus vidas. Maestros del dame para darte, si no tengo alternativa y maleantes que buscan víctimas y admiten cómplices, una vez inútiles, los desechan.

El agravio de porciones sorprenderá agazapada con la participación, que apela a la codicia, lujuria de traidores a la ética y moral a cambio de limosnas en falsas burocracias, gentiles tratos y cordialidad diplomática. La decadencia, sandez y falta de visión impide reflexiones serias, objetivas y desinteresadas.

La intención del pillaje promotor castrista, sus socios continuistas, Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla está enmarcada en conservar a Venezuela bajo dominio, para desde allí, promover la ignominia castro-comunista. Razón suficiente para que cualquier intento de acción electoral sea imparcial. Sufragar minusválidos e indefensos representa proteger, validar forajidos que marcan el camino. Seguirlos es reconocerlos. Como el incapaz de enfrentar denunciando al extorsionador, temeroso de la intimidación. Mientras mantengan la actitud de miedo, más fuerte y violento será el opresor que ejecuta amenazas para obligar, obtener dinero u otro beneficio.

Sin embargo, empiezan las víctimas a dejarse convencer. Porque quienes denuncian, transigen ocupando espacios montando indigentes tarantines. La decisión absurda, politiquera e insólito reconocimiento al régimen, le permite vociferar legitimidad y restringir escenarios.

Quienes aparentan enfrentar y desafiarlos, indican, tienen que ser como ellos; y para terminar el despelote oficialista están dispuestos a “sacrificarse” cohabitando. ¿Y qué hace el bandidaje? Sembrar fragilidad que les permitan fijarse en sus conveniencias y no de quienes siguen sus alardes. Aquellos, que, de acuerdo con el delincuente, consideran vencerlo, rodeándolo de pequeños patibularios territoriales.

Los politicastros proclaman ilegitimidad, llaman a enfrentar la tiranía para rescatar libertad y democracia; ahora se unen corriendo como impúberes insatisfechos. Necios cultores de la pequeñez, codiciosos de las ilusiones del poder, de eso que llaman “espacios”, legitiman con su presencia y actitud a la dictadura. La misma que dejó caer el caramelo para que bajaran la cabeza, se arrodillaran y recogieran sobras.

Creen al castro-chavismo débil porque adjudique hamacas, chinchorros y mecedoras. Los continuistas claudicantes proponen clavarle un puñal a la venezolanidad, una daga al coraje, un machete a la lucha, un estilete a la libertad y democracia. Invitan a las migajas que el gobernante guarda para repartir en su juerga. Entregan sables para el sacrificio mientras conservan chafarotes y pretenden someter a los ciudadanos dignos.

Tranquilizando a emisores de la cacareada opinión internacional, que prefieren conversar y jugar sosegados, mientras atienden irrelevancias de poco riesgo. Es más fácil ir pescuezo uno a uno que de un tajo al cuello grueso, como hizo Alejandro Magno con el nudo gordiano que llevaba siglos sin ser desatado. Que los venezolanos arreglen sus problemas, coinciden los distantes, como si fuese una gran lección de política, dedicados a sus prosperidades. Mientras, el Santo Padre no se sabe de qué habla, sordo incluso a sus obispos.

Los suicidas de la ilegitimidad, no tendrán que decir, y mancharán sus manos con sangre de la democracia asesinada a traición. Pero al final, invariables quedarán los que asumen el duro y poco agradecido papel de conciencia cívica ciudadana, con capacidad propia de reconocerse, tener la percepción de su existencia, entorno y dignidad.

Todo tiene consecuencias, clarividentes de corto alcance y talante lambuceo que recogen gollerías. Personeros haciendo caso omiso a la ilegitimidad, sin importar condiciones, se postulan en la creencia infantil de que al hacerlo abrirían espacio para la democratización. Y solo logran que el castrismo oficial continúe, con la intención manifiesta de permanecer. Deberían preocuparse, más que legitimar la ilegitimidad tragándose sus palabras, del tremendo ejemplo de dignidad y formidable reacción ciudadana.

@ArmandoMartini


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