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Zenquiu berri moch

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“Thanksgiving, Indian and the Pilgrim” de Joseph Christian Leyende

“Hoy celebramos Thanksgiving, un ejemplo de cómo la resistencia indígena derrota a  los imperios”. Así es, leyó bien: Thanksgiving es un ejemplo de cómo la resistencia indígena derrota a los imperios. Full resistencia. Imperios temblad.  Tamaña afirmación fue dicha con total seriedad y convencimiento el año pasado en una festiva cadena nacional. Y es que San Giben es algo tan nuestro, tan venezolano. “La historia la cuentan los vencedores”, aseguran, pero creo que la historia la cuentan los que mejor la cuentan y la repiten mil veces hasta que la gente se la aprende.

En el año del Señor de 1620 el “Mayflower” atracó en el puerto de la ciudad de Nueva York, que como bien sabemos es la capital de los Estados Unidos. De allí que la canción “New York, New York” sea el himno nacional de dicho país. El barco llegó fondedadito de aborígenes con la misión de poblar al Nuevo Mundo. También venían unos esclavos. No se les podía decir “negros”, porque eso era políticamente incorrecto, así que el cacique en jefe decretó que se les dijera “afroamericanos”. A estos no les gustó, pero no dijeron nada porque no hablaban inglés.

No bien había atracado la nao y hubieron bajado todos, cuando le prendieron fuego. Sí, le pegaron candela. De allí se popularizó la expresión: “quemar las naves” o  “Yahoo, lets burn the ships!”. ¿Y qué hicieron los recién llegados? Se fueron a una merienda en Boston a tomar el té. No fue esta una merienda de negros, recuerden que eso no se podía decir. A dicho festejo asistieron unos actores de vodevil que se estaban presentando en Broadway: el Sombrerero Loco, la Libre y el Lirón. Como actriz invitada tenían a una rubita llamada Alice, que andaba para arriba y para abajo con un gato y un conejo de peluche.

Míster Búfalo Bill no pudo asistir a este festejo en petit comité, pues estaba en el lejano Oeste haciendo una película para Hollywood y matando bisontes con un actor de reparto llamado Jerónimo. Tantos mataron que los extinguieron. Pero antes se hicieron multimillonarios vendiendo todas las pieles y jarabe de panquecas “Aunt Jemima”, que era una afrodescendiente pimientosa -novia de ambos- que vivía en Alabama.

Más abajito, a la derecha, Ponce y Oscar de León fundaban Miami, descubrían la Fuente de la Eterna Juventud y abrían un negocio, una frutería llamada “El Fruto Prohibido”. Justamente allí fue que Paris compró la Manzana de la Discordia y se la dio a Afrodita. Lo de Helena de Troya y Brad Pitt es otra historia que no cuento para no enredar.

En la huerta que quedaba detrás de venta de frutas de los hermanos D’Lyon, como los comenzaron a llamar los constructores de Disneyworld (que eran clientes fijos), fue donde George Washington cortó el manzano y le dijo a su papá: “¡Sí, fui yo, so what?”. Y el viejo señor Washington le voló los dientes de un solo guantazo por alzaíto. Esto no impidió que George cargara un bote con guacales de manzanas y atravesara el Potomac o el Delaware, porque la verdad es que nadie sabía a ciencia cierta cómo se llamaba ese río. Eso fue en pleno invierno. Hay una pintura.

Martha, la señora del primer presidente de los United States God Bless America The Beautiful era muy conocida por sus tejidos y por sus tartas de manzana con una o dos bolas de helado de vainilla por encima. Su vecino Isaac Newton se la pasaba llevándole las frutas que siempre le caían en la cabeza. Eran la comidilla del vecindario. Ustedes saben cómo es. Mientras tanto, George y su astuto amigo Ulises Odiseo, se iban para la guerra.

¿Cuál guerra? La de El Álamo, con John Wayne comandando la División de Infantería George Bush: Father and Son con Cat Stevens, que era el pseudónimo de un musulmán llamado Yusuf Islam, a quien se le había ido la vida explicando que él no era un terrorista. Y es que la gente es muy ignorante. “Hay que ver, vale, ustedes sí que son”, repetía y repetía. Pero volvamos a El Álamo. Los soldados, conocidos como los  “Pilgrims All Stars” y una vez que se anexaron a medio México Lindo y Querido, regresaron a la Costa Este para enseñarles a los recién llegados de allende el Atlántico a sembrar maíz. Eso fue posible gracias a la generosidad y desprendimiento del indio Massasoit y los Pieles Rojas, que ya estaban azules por el frío. ¡Pero había que ver cuánto les gustaba un espejito!

Los primeros panes de maíz no recibieron ningún nombre, porque como no tenían huequito en el medio no pudieron ser reconocidos como “donats”. Esos mismos pancitos no eran más que las  “arepas” en Aquestas Fermosas Partes que Llaman Indias, invento de un conquistador de nombre don Lorenzo de Mendoza, favorito de la reina Isabel de Castilla hasta que se presentó en la corte el navegante alucinado, Cristóforo Colombo, oriundo de Génova, ciudad de Italia. Fue él quien se tropezó con nuestro continente y se dice que se puso de mal humor, porque a donde quería llegar era a la India. Menos mal que en La Gallega, que era como se llamaba la Santa María en un principio, venían los hermanos Pinzón. Marineros y compositores. Cantaban canciones. Eran divertidísimos y buenmozasos.

Y se celebró el primer Thanksgiving en territorio americano y rellenaron a los pavos con pan, que era lo único que tenían, pero en lo que les fue posible, optaron por el relleno de castañas. Después todos se pelearon horrible y Elimperio-Contraataca exterminó a los aborígenes que vinieron de Europa y los Apaches desollaron vivos a los blancos, porque los  otros estaban en el Sur cultivando algodón y lo único que comían era quimbombó. Abraham Lincoln montó en cólera y fue para el teatro -solito con su esposa- a ver si se le pasaba. La obra “Mi primo americano” era malísima. Mientras tanto Pocahontas se empataba con un colonizador y al papá de ella le daba un soponcio; y Kevin Costner danzaba con los lobos y al indio “Tonto” lo comenzaban a llamar “Toro”. ¡Jai-O Silver!

Por otra parte, los irlandeses que vivían en Chicago teñían el río de verde, recogían todos los adornitos de Halloween y horneaban pies de auyama para celebrar por todo lo alto su más importante fiesta tradicional: el Día de Acción de Gracias, pero hasta  hoy se le dice Thanksgiving pues es bien sabido que en los países desarrollados lo que se habla es inglés. Tal y como lo hacemos nosotros cada vez que compramos en un bodegón Nutella y mantequilla de maní.

The End.

@carolina Espada

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