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May 7, 2025


Zelenski 1, Trump O

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«Entonces yo le amafo este trefulgo en el mondongo» (JULIO CORTÁZAR)

Loco vuelto el mundo se ha. La democracia no está resultando ser tan maravillosa como nos habían hecho creer. En épocas pasadas el poder se concentraba en un monarca que era bueno y justo o, por el contrario, ineficaz y dañino. Actualmente, en la Era de Internet, los usuarios de pantallas, los espectadores de lo que sucede en el planeta Tierra y más allá, (o si lo prefiere: nosotros, los ciudadanos) vemos, oímos y leemos perplejos las noticias en diarios digitales y también a través de mass media. 

El sábado 1 de marzo de 2025 despertamos después de haber compartido una escena deplorable en el Despacho Oval de la Casa Blanca de Washington (Estados Unidos). El presidente Zelenski había sido invitado por el presidente americano para la firma de un acuerdo de paz en Ucrania. Antes de llegar a este punto, Volodimir Zelenski tuvo que hacer concesiones al 47 presidente de Estados Unidos sobre la explotación de recursos naturales existentes en el país eslavo para finalizar la guerra que enfrenta a Rusia y Ucrania desde hace tres años. El presidente americano recuerda torpemente al presidente Zelenski que debe dinero a Estados Unidos sabiendo que no es así, ya que la ayuda prestada a la causa ucraniana del anterior presidente Joe Biden fue una ayuda desinteresada. 

El caso es que el mundo debe grabarse a fuego en la memoria la reunión de ambos dirigentes del 28F25 en la Casa Blanca y guardar el retrato del hombre de negocios que amenaza, grita y manda a callar al presidente de una nación en guerra capaz de buscar todos los apoyos posibles e imposibles del planeta para defender a los suyos con una voluntad inquebrantable. Zelenski fue víctima del acoso ante las cámaras de televisión de Trump y Vance. La escena deja constancia de la falta de educación y buenos modales del anfitrión que incomoda a su huésped con falsos elogios y que no pierde ocasión tampoco para insultar a su predecesor en el cargo de presidente, el número 46, Joe Biden. 

Falló desde el inicio ocupar el Despacho Oval con un tercero, el vicepresidente J. D. Vance. No fue una conversación a dos, sino un hostigamiento de dos contra uno. El tono de voz, el lenguaje corporal, la vergüenza que imagino que sufrió el pueblo americano y el mundo ante semejante escena no impedía pensar que incluso podrían llegar a las manos, es decir, a pelearse allí mismo. Si queremos vivir en paz y establecer acuerdos, tenemos que empezar por elegir mejor a los líderes políticos de los países. Es preciso limpiar las democracias de hombres de negocios, de individuos mentirosos y de personajes egocéntricos que ponen sus gustos por delante del bienestar de su pueblo. Por desgracia, contamos con ejemplos recientes de democracias sometidas a tiranos que presumen de libertarios y revolucionarios cuando no son ni una cosa ni la otra. La democracia, para ser el sistema político ideal, necesita con urgencia uno o dos dispositivos de seguridad y contraste que permitan a las naciones inhabilitar a los presidentes deshonestos, engreídos e inútiles.

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