Después de tres años y cinco meses de intensa labor, en agosto de 2013 concluí mi libro sobre Pedro León Zapata que lleva por título el mismo de mi artículo de hoy. Es una obra voluminosa (994 páginas, sin incluir la parte fotográfica) que trata sobre tres temas afines que se entrelazan: una breve historia de la caricatura, el proceso político asociado a la democracia venezolana que va desde la muerte de Juan Vicente Gómez a la muerte de Hugo Chávez, y la vida y obra de Zapata. Esta última está especialmente imbricada al acontecer político de nuestro país desde los tiempos del general Gómez.
Mi acercamiento a Miguel Henrique Otero y al diario El Nacional a mediados de 2016 fue producto del acuerdo a que llegamos para que dicho trabajo fuese publicado en tres tomos por Libros El Nacional, con una edición de hasta 1.000 ejemplares. Lamentablemente, la crisis política y económica que ha afectado al país hizo imposible el proyecto. Haremos el esfuerzo necesario para que, por otra vía, este trabajo inédito vea la luz el próximo año.
Zapata nació en La Grita el 27 de febrero de 1929 y falleció en Caracas el 6 de febrero de 2015. Como un justo y merecido homenaje a él publicamos el texto que sigue, tomado de mi libro, arriba indicado.
¿Pintor o caricaturista?
A lo largo de su carrera, Pedro León no ha dejado de pintar, dibujar y realizar caricaturas. Es indudable que sus habilidades excepcionales como caricaturista se han beneficiado en grado sumo de su condición de artista plástico bien formado. Esto último ha favorecido en tan alto grado sus caricaturas que cualquiera puede apreciar la distancia que hay entre sus creaciones para la prensa diaria y las que realizan el resto de sus colegas en esa área. Mas el artista no está conforme con lo que ha realizado como pintor. Eso explica que a partir de 1986 haya dado un nuevo impulso a su pintura, lo cual se manifiesta en el número de exposiciones realizadas desde entonces hasta 1989, motivo suficiente para que María Elena Ramos le preguntara, en la entrevista que le hizo en ese año y a la cual nos referimos con anterioridad, lo siguiente:
Viene al caso que ahora estás tomando más intensamente la pintura. ¿Tiene que ver con que has sido más estimulado hacia ella en los últimos años –premios, museos, reconocimiento crítico, etc.- o tendrá también que ver con algo más personal, una necesidad vinculada, por ejemplo, con tu edad, con el querer hacer ahora, antes de que pase más el tiempo, más trabajo en las áreas en las que has hecho un poco menos, o tal vez estás un poco cansado del diarismo y necesitas otro ritmo más acorde a este momento de tu vida?
La respuesta de Zapata no deja de sorprendernos:
El Premio Nacional de Artes Plásticas me fue dado hace ya bastante tiempo y no me sentí estimulado por eso para pintar. Pero sí, aunque esa sea la parte de la pregunta más digna de ser la letra de un bolero, tal vez sí influya lo de la edad, y que uno sienta que ya hecho bastante en este campo. Ya no siento en la actualidad, el mismo estímulo, el mismo placer. Y me he ido dando cuenta de que ese mayor placer que siempre me ha producido la pintura (porque no es ahora que me produce mayor placer, siempre me ha producido mayor placer) ese mayor placer de la pintura se me ha convertido en una necesidad porque también ha decaído el placer de la caricatura. Siento gran placer también cuando hablo por radio, cuando hago conferencias. Pero ese placer también ha disminuido comparado con el placer de la pintura. Te lo voy a decir de otra manera: no es que el placer de hacer caricatura sea menor, no es que el placer de hablar sea menor, sino que el placer de pintar ha adquirido una importancia tan grande en estos momentos que esos otros placeres han pasado a un plano diferente.
Diez y ocho años después de hacer la anterior confesión, es mucha el agua que corrió por debajo del puente de la historia. Hugo Chávez Frías, electo presidente de la República en 1998, se constituyó en factor determinante para que el país y su democracia involucionaran dramáticamente. En ese período de desasosiego, la caricatura de Zapata se convirtió en referente de la denuncia inteligente e instrumento cabal de ejercicio de la libertad democrática. Sus creaciones diarias para El Nacional adquirieron una densidad y contundencia renovada, expresándose a manera de convincentes minieditoriales que son formulados a través de dibujos siempre singulares (que incorporan nuevos íconos: el mecate, el dedo todopoderoso, la cachucha militar, la cacerola, los boliburgueses, “La bicha”, el sapo, la boina roja, los variopintos personajes con charreteras, la espada, la bota militar, etc.), acompañados de frases o expresiones perspicaces que invariablemente mueven a la risa. En ese contexto, Ramos incluye una nueva pregunta que retoma lo dicho en la respuesta anterior:
Pedro León, en aquella conversación que sostuvimos en 1989 dejas claro la importancia para ti en aquel momento: tanto tu gran motivación a pintar como el hecho de que la caricatura y otros intereses estaban pasando a otro plano. Han transcurrido dieciocho años, la realidad política del país ha cambiado intensamente, y la nueva Venezuela te ha estado ofreciendo personajes y problemas francamente interesantes. En estos años tu caricatura ha adquirido una fuerza, un contenido y una razón de ser fundamentales para los venezolanos. Quiero saber ¿qué sientes tú hoy en día hacia ella?
Zapata deja entonces establecido, de una vez por todas, su opinión definitiva con respecto a su mayorazgo plástico:
Una sola cosa quisiera agregar a todo lo anterior: aunque he seguido pintando con igual dedicación, o tal vez con mucha más que en el momento de aquella entrevista, la caricatura ha ido ganando terreno dentro de mí. De tal modo que en este momento considero que de todo cuanto yo hago es lo más importante. No sé si los cambios habidos en el país o cambios ocurridos dentro de mí son los que determinan, pero para mí es muy claro que de todo cuanto hago es la caricatura lo que me permite expresar de manera más cabal, no solamente lo que yo pienso de lo que todos los días ocurre en el país, sino también lo que creo que, por lo menos en mi caso, debe ser el arte.
Nadie discute hoy que la caricatura, al igual que la fotografía, tiene un rango indiscutido en el cada vez más ancho y largo campo del arte. Tampoco existen dudas acerca de la preeminencia que ha alcanzado Pedro León como caricaturista, colocándose a la par de nuestros más importantes artistas plásticos. Muchas de sus pinturas son realmente excelentes, pero donde su creatividad artística alcanza la condición de lo genial es con la caricatura. En ese campo es el mejor en Venezuela y está a la par de los grandes de América y el mundo, lo cual no es poca cosa.
@EddyReyesT