“O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo” (REINALDO ARENAS)
Uno se pregunta constantemente si esto que está pasando es verdad o no. No es fácil saber si las cosas del mundo son realidad, deseo, sueño o pesadilla ¿Por qué se vuelve tan complicado hacer bien las cosas? Ahora, bueno, desde hace un tiempo y gracias a Internet y a la Inteligencia Artificial uno puede creerse una realidad que no existe. Cualquiera que haya jugado alguna vez con videojuegos se habrá creído capaz de conducir un auto de rally a más de 200 km/h sin peligro, habrá pensado que por qué no va a poder él pilotar un ultraligero, qué puede salir mal si vive en una cáscara de nuez del tamaño de una funda de gafas. Solo se vive una vez. YOLO. You Only Live Once. Un ratón es un ratón, un hombre es un hombre y supermán es un superhéroe. Yo quiero la verdad y quiero la ficción. Quiero ser consciente de lo que vivo de verdad y qué es lo que está en mi cabeza o es un don de la imaginación, y eso que me dejo llevar por ella, a mí me gusta volar.
“Érase una vez un hombre triste que fue a ver al médico para que lo curase de su melancolía”.
(EMERY KELEN)
De niño me contaban cuentos. Me entretenía intentando ver lo que dibujaban las palabras en el aire y yo era el Patito Feo y también era el príncipe enamorado de la Cenicienta. En casa me repetían estas historias una y otra vez, y por extraño que pareciese, no me cansaba de escucharlas. Hubo un momento en que pude recrearlas yo mismo y ese día fue cuando aprendí a descifrar el código. Aprendí a leer. Era capaz de hacer mías esas hormigas negras y guardar sus historias envueltas en paquetes de papel. Y empecé a coleccionar relatos. Me convertí en coleccionista. Me hice lector. Con el tiempo me dí cuenta de que cada una de estas historias me enseñaba algo. De alguna manera, me acostumbré a prestar atención a los personajes de ese microcosmos de abecedario. Escuchaba a los buenos y a los malos. Sentí en mi interior una clase de conciencia. Empecé a distinguir lo que estaba bien de lo que estaba mal.
“El médico lo reconoció a fondo y le dijo:
-No he podido encontrarle nada mal, pero voy a darle un consejo”
(EMERY KELEN)
La vida seguía su curso. La vida sigue su curso. A veces, alguien cree saberlo todo. Uno puede llegar a pensar que es omnipotente. No es así. Resulta curioso comprobar cómo alguien o algo en algún lugar estuviese a la espera en el momento oportuno para ponernos a prueba y poner todo patas arriba sin darnos tiempo a reaccionar, mofándose de nosotros que creímos ser los protagonistas de la historia. Uno intenta entender la vida, vive, piensa y lee. En ocasiones descubre momentos como ese en el que una adolescente trata de burlarse de la psicóloga que quiere ayudarle. Cada sesión que pasa con la médico, la chica busca un punto débil para hacerle el daño que ella misma padece. Desprecia sus principios, sus valores, su ropa y se lo hace saber con la soberbia que exhibe la mayoría de los adolescentes.
“Hay un
circo en la ciudad; vaya esta misma noche”.
(EMERY KELEN)
Hasta que se produce la pequeña epifanía. La doctora hace la pregunta clave, le hace pensar en voz alta, le pide que diga la frase que parece incapaz de decir.
“-Verá un payaso que es tan
divertido que no podrá parar de reírse en una semana”.
(EMERY KELEN)
Y que finalmente dice. La jovencita despierta, se rinde y abraza a la doctora rompiendo a llorar (“En helt vanlig familj”, 2023)*
El caso es que solo tenemos una vida mientras no se demuestre lo contrario. Claro que la vida puede resultar rica o aburrida. Si hacemos caso al doctor del microrrelato de Emery Kelen, podríamos intentar curarnos de la melancolía yendo al circo a pasar un rato entretenido.
«-Doctor-dijo el paciente triste-, ese payaso soy yo».
EMERY KELEN
Tal vez esa sea la única respuesta.
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*Una familia normal. Miniserie de televisión. Director: Per Hanefjord. Suecia, 2023