Yo vengo del río de la lamentación
Del río del olvido y de la angustia
Vengo de lejos
Traigo asfódelos cortadas de las
riberas del Leteo que baña mis
afluentes interminables
A mi paso al ralentí
Rumbo a un punto cardinal
desconocido
Me saludan sombras
fluviales que escancian de
mis dóciles manos
Un amargo licor que
atempera mis aflicciones
Sin mesuras
En aquel tiempo de
festivas celebraciones
mis muertos danzaban
sobre las aguas de estigias
ebriedades
Y dibujaban arabescos sobre
las sepias y algunas veces
tornasoladas aguas umbrosas
Mis melodías matutinas
semejaban arpegios
proferidos por las melancólicas
palmas de moriche batidas
por el viento acuático
Pese a la tormenta
incesante que se abatía
sobre mi cabeza
insistía sin tregua
en remar hasta el país
de las eternas brumas
Seguro de alcanzar un
Único e imaginario
rayo de luz ataviado
de certezas imposibles
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