Ilustración: Javier Otero

 

Oposición: es la acción y efecto de oponer u oponerse; plantear una razón contra lo que otro propone; poner algo contra otra cosa para impedir su efecto; contradecir un designio.

El pasado fin de semana conversé con un querido amigo excomunista quien, como toda persona inteligente, no quiso ser pendejo ni en la universidad ni en su vida posterior. Como siempre, después de los saludos de costumbre, abrió la conversación con un enfático: “¡Trotsky decía que para acabar con un régimen opresivo hay que eliminar a la oposición que lo sustenta!”. “¡Waooo!”, exclamé contundente y le pregunté: “¿Entonces estás planteando eliminar a la mayoría de los venezolanos? Lo veo difícil, ya que ni siquiera el régimen castro-chavista lo ha logrado a pesar de su dominio del país”. “Pero Andy -contestó- el hecho es que la autollamada oposición ha sido y es un desastre cuya ineficacia y falta de estrategia sustentan a un gobierno que se mofa de la reactividad opositora”. Y con una sonrisa siguió: “¿Te acuerdas cuando presentaron un plan de gobierno que llamaba a la paz intergaláctica? Inmediatamente salieron un poco de gafos a replicar su oposición. Me imagino perfecto a los chavistas y al G2 muertos de la risa”.

Convirtiendo nuestra conversación en un monólogo, continuó: “Pero en mi opinión, lo peor es la desunión de los partidos que lograron acabar con el gobierno interino desde el primer dia”. “¿Y cómo es eso?”, lo interrumpí. “Oye vale, acuérdate de que Guaidó tuvo que autoproclamarse en un espontáneo acto público, ¿por qué los representantes autorizados no lo proclamaron dentro del Congreso? Pues porque la patraña fue gestada no para lograr el poder, sino para que los alacranes le compraran tiempo al gobierno”. Horrorizado con tanta teoría conspirativa, culminé la llamada fingiendo ganas de ir al baño para recuperar mi tranquilidad. Sin embargo, me quedé pensando profundamente sobre nuestro pasado reciente y la dramática pérdida de valores y población que ha sufrido nuestro país.

En su poema magistral “Paraíso perdido”, el inglés John Milton nos planteó el dilema: “¿Es el mal la ausencia del bien, o lo contrario del bien?”, porque si Dios creó al infierno, ¿no debiera siempre ganar el bien? Y si esto es así, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo? Con esto le quiero plantear al lector que muchas veces olvidamos ir hasta la raíz de las cosas usando disciplinas olvidadas como la etimología y hasta la misma filosofía. Porque, no queriendo echármela de filósofo, quiero insistir en que los valores universales existen y que cuando los perdemos de vista, erramos de acción y de omisión. Por lo que me pregunto: ¿qué significa oposición en Venezuela, es la ausencia de gobierno o lo contrario de gobierno? Si lo primero fuera cierto, el conflicto no seria asimétrico y la oposición tendría una cuota de poder igual al castro-chavismo. Pero creo que habría que ser muy ingenuo para creer esto. Por lo que nos queda la segunda opción, que la oposición es lo contrario del gobierno, pero sin la capacidad ni el poder de sustituirlo.

Pensar en todo esto me dio dolor de cabeza, por lo que me fui a relajar en casa de un amigo donde nos reunimos mensualmente con un grupo de lectura y donde nunca faltan unas cervecitas bien frías. Allí tuvimos una profunda discusión sobre la diferencias entre patriotismo y nacionalismo y llegamos a la conclusión de que el patriotismo une a la gente alrededor de una causa común basada en los valores que comparte una sociedad. De repente, sentí un momento de inspiración y ya no oí más la discusión, sino que me quedé rumiando las ideas aplicándolas a la difícil situación política de nuestro país y me pregunté: ¿cómo pudieron vencer los pobres vietnamitas  la mayor potencia mundial? ¿Cómo pudieron unos pocos afganos expulsar al imperio soviético y todos los otros invasores? En ambos casos la respuesta es muy simple: con la unidad de propósito  y la voluntad  de unos pueblos comprometidos con sus valores comunes.

Por lo tanto, para triunfar y avanzar en la meta de transformar a nuestro país en uno que nos llene de orgullo, hay que dejar de ser opositores y convertirnos en promotores. Hay que romper con el pasado y el saco de piedras que estamos cargando, para dar espacio a un plan estratégico que tome en cuenta a todos los sectores de la sociedad. De nada sirve que una minoría prospere en una burbuja, mientras la mayoría siga dependiendo de libretas de racionamiento y de los poderosos símbolos importados de regímenes fallidos.


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