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Yo me opongo a la anexión de Palestina

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La Primera Guerra Mundial, primer gran enfrentamiento donde se vieron involucradas todas las grandes potencias industriales y militares de la época, sirvió de germen para constituir un plan que llevaría al mundo a otro conflicto largo, de grandes destrozos y lamentables consecuencias que hasta hoy no vislumbra una oportunidad de solución alguna. En los plenos de la Primera Guerra Mundial, se firma en 1916, clandestinamente, el acuerdo Sykes-Picot, en el cual Francia y Gran Bretaña, una vez ganada la guerra, se dividirían la Gran Siria. En 1917 el canciller británico Arthur James Balfour emite la Declaración de Balfour, dirigida a Lord Rothschild, máxima autoridad judía en Inglaterra, en la que afirma que el gobierno de Su Majestad “vería favorablemente el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina”. En 1920, triunfantes, se reúnen los vencedores de la guerra en la Conferencia de San Remo para ratificar la división y reparto de la Gran Siria y planear la salida de los judíos europeos de su tierra natal, enviándolos, ¡por su bien!, a Palestina, lo cual se cristaliza en 1947 después de la Segunda Guerra Mundial.

Este proceso de las potencias mundiales, dirigido por Gran Bretaña con el apoyo de Francia y Estados Unidos, y la no oposición de la Unión Soviética, dará origen al inicio del enfrentamiento árabe-israelí, el más desastroso y duradero del siglo, con los más altos costos humanos y materiales. Hoy, después de 73 años, las pérdidas no se pueden cuantificar, no se puede medir el resultado de los enfrentamientos personales en las calles, de los grupos y bandas en las barriadas, de milicias y paramilitares, y por supuesto los enfrentamientos estratégicos de las tropas y ejércitos terrestres y aéreos de países involucrados.

El sufrimiento y martirio palestino empezó al día siguiente de la resolución 181 de la ONU, 29 de noviembre de 1947 (creación del Estado de Israel en 56% del territorio palestino) con la llamada Nabka (La Catástrofe) para los árabes y Guerra de Liberación para los hebreos, y desde entonces, en Palestina no se ha vivido un día de paz y armonía.

En enero del presente año, después de muchas pérdidas y algunos intentos de lograr acuerdos,  todos fracasados, el conflicto palestino-israelí entró en una nueva fase con el conocido Acuerdo del Siglo, presentado por Trump, quien espera solucionar dicho conflicto. Israel lo ha recibido con los brazos abiertos (fue redactado por Netanyahu y el yerno de Trump, Jared Kushner, después de tres años de elaboración), Palestina rechaza completamente el plan. Según Ignacio Alvarez Ossorio, es el plan de paz más descompensado de los últimos 50 años. («¿El acuerdo del siglo?», Ignacio Álvarez-Ossorio, Periódico España, 28-01-2020).

El acuerdo, que se firmó entre Estados Unidos e Israel -no entre Israel y los palestinos-, estipula, entre otras:

– Considera a Jerusalén como capital indivisible de Israel.

– La anexión de los grandes bloques de asentamientos israelíes en territorio palestino donde viven ilegalmente cerca de 600.000 colonos (33% de Cisjordania, quedándole así a Palestina solo 15% de su territorio original).

– Control israelí del Valle del Jordán donde habitan más de 56.000 personas y más de 235 asentamientos israelitas ilegales.

– El problema de los refugiados palestinos, un total de cinco millones y medio de personas, no atañe a Israel, su principal responsable, y se resolverá fuera de sus fronteras. Cualquier  refugiado palestino, no importa donde esté, no se podrá  reintegrar de ninguna manera en el Estado de Israel.

– El único aliciente que se ofrece a los palestinos es un ambicioso plan de inversiones para la próxima década con un monto de 50.000 millones de dólares, aunque solo la mitad se dirigirían a los territorios ocupados.

– Prevé la creación de un Estado palestino dentro de cuatro años, siempre y cuando cumpla algunas exigencias, por ejemplo desarmar a grupos militantes como Hamás y la Yihad Islámica.  Estado de Palestina no tendría ejército y su seguridad estaría a cargo de Israel.

– Se estipula la cesión de los Altos del Golán sirios a Israel.

Es importante destacar que La Carta de las Naciones Unidas y los Convenios de Ginebra, prohíben terminantemente la adquisición del territorio por la guerra o por la fuerza. La anexión a la cual se refiere este  acuerdo alude a territorios ocupados ilegalmente, según varias resoluciones de la ONU.

Para la ejecución del plan se debe cumplir con el proceso establecido. Dicho proceso establece, como primer paso, el envío oficial al Knéset, Parlamento del Estado de Israel, del proyecto de ley de anexión, acto programado para el 10  de julio (semana pasada).

Las reacciones del mundo entero no se hicieron esperar.

Algunos reducidos pero influyentes sectores de Israel, entre ellos el Partido Comunista y ex  altos mandos de seguridad, se oponen al plan; el resto, la gran masa de la sociedad israelí, se  cree con derecho divino de ocupar la tierra de Palestina. Los palestinos de Cisjordania y Gaza no solo están en contra, sino que iniciaron protestas continuas contra el plan de Estados Unidos. Creen que es humillante.

Lo expresado por Ashraf Ajrami, exministro de Asuntos de los Prisioneros de la Autoridad Palestina es elocuente: «Este plan tiene todos los componentes para que fracase. No reconoce nuestros derechos nacionales. No nos da soberanía sobre la mezquita Al Aqsa [sagrada para los musulmanes], no nos da Jerusalén Oriental como capital de un futuro Estado palestino, no aborda el tema de los refugiados palestinos y nos deja con cero tierras». (El ‘acuerdo del siglo’ de Donald Trump,  Sputnik Mundo, 30-01-2020).

Internacionalmente, han llovido críticas de todo el mundo, alegando que es una violación flagrante del derecho internacional. Siria, Jordania, Egipto y las monarquías del golfo Pérsico muestran su enfado. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Política y Seguridad, Josep Borrell, en una declaración avalada por 25 de los 27 países que conforman la Unión Europea afirmó: “Instamos a Israel a abstenerse de cualquier decisión unilateral que conduzca a la anexión de cualquier territorio palestino ocupado y que, como tal, sea contrario al derecho internacional”. (Beatriz Miranda, El Espectador, Colombia, 30-06-2020).

Numerosos dirigentes extranjeros, incluyendo conocidos amigos de Israel como Boris Johnson y Angela Merkel, piden a Netanyahu que suspenda sus planes. No se cuenta con el respaldo de la ONU, ni de los líderes del Partido Demócrata de Estados Unidos y tampoco con el apoyo de Rusia, China y del Vaticano. Por otro lado Francia, Bélgica, Luxemburgo e Irlanda proponen medidas económicas punitivas en respuesta. China está «profundamente preocupada». (Sal Emergui, El Mundo de España, 01-07-2020).

Miles de personas salieron en manifestaciones en diversas ciudades europeas, incluidas Barcelona en España y Oslo en Noruega, en rechazo a los planes de anexión de Cisjordania a  Israel. (E.D/ F.M, Sana, Damasco, 02/07/2020).

Joe Biden y 149 líderes judíos estadounidenses y 11 congresistas también le han aconsejado a Netanyahu desistir. Han propuesto lo mismo decenas de ex altos cargos militares, del Mossad, Shin Bet y miembros de Comandancia para la Seguridad de Israel (CEI). (Nazanin  Armanian,  Diario Público, Madrid, 02-07-2020).

Llegó el 10 de julio, día del envío del Acuerdo del Siglo al Knéset, pero, tras varias reuniones celebradas previamente en Jerusalén con emisarios de Estados Unidos, Netanyahu aún no había obtenido luz verde para proceder con la  «histórica oportunidad de aplicar la soberanía sobre nuestras comunidades en Judea y Samaria». Forzado a interrumpir el programa, no se cumplió con la entrega del plan al Knéset, quedando a la expectativa de las acciones futuras. (Sal Emergui, El Mundo España, Jerusalén, 01-07-2020).

La situación del 10 de julio, fecha programada para la ejecución del plan, es muy diferente al 28 de enero, fecha en la que se presentó el plan. Hoy Trump vive una situación delicada a pocos meses de los comicios, el mundo padece la pandemia, el plan originó una enorme oposición internacional así como objeciones internas en ciertos sectores de Israel (centroizquierda, ex altos mandos de seguridad).

Si bien es cierto que no se ha logrado iniciar el plan, también es cierto que no está eliminado del todo. Israel seguirá insistiendo. De concretarse la ejecución del plan, sería impredecible la magnitud de la reacción palestina, lo cual desembocaría en un enfrentamiento bélico de altas dimensiones con las respectivas consecuencias.

Han surgido, en diferentes partes del mundo, expresiones, manifestaciones y campañas en contra del plan. Chile, país con elevada inmigración palestina, se destacó con su campaña artístico-cultural “Yo me opongo a la anexión de Palestina”.

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