OPINIÓN

Ya don Rafael habló 

por Julio César Arreaza Julio César Arreaza

La novela El derecho de nacer de Felix B. Caignet se convirtió en un fenómeno de radio y televisión que paralizaba países pegados de la radio y luego del televisor. Se creó el mayor suspenso alrededor del personaje Don Rafael del Junco, que estaba a punto de revelar un secreto, luego de haber sufrido una embolia que lo mantenía postrado en cama, semana a semana se esperaba que lo hiciera y muchas veces se frustraba porque apenas balbuceaba palabras y dejaba a la audiencia en permanente intriga para el capitulo siguiente. Todos hacían sus conjeturas.

Esta alegoría se la podemos aplicar a la Comisión Nacional de Primaria que no termina de decidir si la consulta para elegir el nuevo liderazgo de la oposición es con CNE o sin CNE.

No tenemos la menor duda de que la sociedad democrática clama porque sea sin el ente electoral plegado al ecosistema criminal.

La situación de Venezuela es terrible y sumamos un cuarto de siglo padeciendo a un régimen violador de los derechos humanos y destructor de las instituciones. Resulta difícil explicarse la falta de coraje y magnanimidad para asumir en momento tan crítico del destino nacional: la decisión fundamental de iniciar con solidez el duro proceso de un pueblo para recuperar sus libertades y la democracia.

Se agrega a lo anterior el papelón cometido por la comisión electoral de la Universidad Central de Venezuela que condujo, inauditamente, a suspender las elecciones porque no estaban debidamente organizadas. Lo principal ya se había logrado con la multitudinaria participación de la comunidad universitaria: lista para votar y rescatar su institución formativa que atraviesa su más seria crisis.

Son 25 años de opresión y de atraso y se adiciona, como un pesado fardo, la disposición firme de la usurpación, siempre eficiente para realizar el mal, de continuar su permanencia indefinida y arbitraria en el poder y tratar de normalizarse; cosa que estamos viendo con el apoyo inaudito de aliados internacionales como el de un patético Lula, que le da un espaldarazo, saltándose, tapándose los ojos, para ignorar la ignominia que representa la inocultable violación de los derechos humanos de un pueblo que lucha por su libertad afirmando la soberanía popular.

La sociedad democrática está en pie de lucha, pero sin duda alguna la disminuye las boutades, como la de la comisión electoral de la UCV, que no tiene mingua excusa por haber convertido en un fracaso lo que se vislumbraba victoria magnifica de la comunidad ucecvista.

Apostamos a que la semana que viene estas fallas hayan sido subsanadas y se logren los objetivos que vayan catapultando a la sociedad democrática que lucha -denodadamente desde hace 25 años- por rescatar su democracia que haga posible a los venezolanos una vida digna de ser vivida.

Es la hora de construir capacidades organizativas y para ello tenemos la materia prima indispensable: un pueblo digno, dispuesto y luchador.

Ese pueblo está hablando claramente y lo que quiere son elecciones manuales y que se cuente cada voto, cada papeleta. Ya don Rafael habló.

¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!